Beauxbatons y Durmstrang

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Narra Harry:

Mi cerebro se ha pasado la noche discurriendo, me levantó temprano a la mañana siguiente con un plan perfectamente concebido. Me visto a la pálida luz del alba, sale del dormitorio sin despertar a Ron y bajó a la sala común, en la que aún no hay nadie. Allí tomo un trozo de pergamino de la mesa en la que todavía esta su trabajo para la clase de Adivinación, y escribo en él la siguiente carta:

Querido Sirius:

Creo que lo de que me dolía la cicatriz fue algo que me imaginé, nada más. Estaba medio dormido la última vez que te escribí. No tiene sentido que vengas, aquí todo va perfectamente. No te preocupes por mí, mi cabeza está bien.

Harry

Salgo por el hueco del retrato, subo por la escalera del castillo, que esta sumido en el silencio (sólo lo retrasó Peeves, que intenta vaciar un jarrón grande encima de él, en medio del corredor del cuarto piso), y finalmente llego a la lechucería, que esta situada en la parte superior de la torre oeste.

La lechucería es un habitáculo circular con muros de piedra, bastante frío y con muchas corrientes de aire, puesto que ninguna de las ventanas tiene cristales. El suelo esta completamente cubierto de paja, excrementos de lechuza y huesos regurgitados de ratones y campañoles. Sobre las perchas, fijadas a largos palos que llega hasta el techo de la torre, descansa cientos y cientos de lechuzas de todas las razas imaginables, casi todas dormidas, aunque pueda distinguir aquí y allá algún ojo ambarino fijo en él. Veo a Hedwig acurrucada entre una lechuza común y un cárabo, y voy aprisa hacia ella, resbalando un poco en los excrementos esparcidos por el suelo.

Me cuesta bastante rato persuadirla de que abriera los ojos y, luego, de que los dirigiera hacía mí en vez de caminar de un lado a otro de la percha arrastrando las garras y dándole la espalda. Evidentemente, sigue dolida por la falta de gratitud que le mostré por la noche anterior. Al final, surge en voz alta que tal vez está demasiado cansada y que sería mejor pedirle a Ron que me preste a Pigwidgeon, y fue entonces cuando Hedwig levanta la pata para que le ate la carta.

Harry: Tienes que encontrarlo, ¿vale? —le digo, acariciándole la espalda mientras la llevo posada en su brazo hasta uno de los agujeros del muro—. Tienes que encontrarlo antes que los dementores.

Ella me pellizca el dedo, quizá más fuerte de lo habitual, pero ululó como siempre, suavemente, como diciéndome que me quede tranquilo. Luego extiende las alas y sale al mismo tiempo que lo hace el sol. La contempló mientras se pierde de vista, siento la ya habitual molestia en el estómago.

He estado demasiado seguro de que la respuesta de Sirius me aliviaría de las preocupaciones en vez de incrementárselas.

(•••)

Hermione: Le has dicho una mentira, Harry —dice en el desayuno, después que les conté lo que he hecho—. No te imaginaste que la cicatriz te doliera, y lo sabes.

Harry: ¿Y qué? —repuso Harry—. No quiero que vuelva a Azkaban por culpa mía.

Ron: Déjalo —le dice a Hermione bruscamente, cuando ella abre la boca para argumentarse en contra. Y, por una vez, Hermione le hizo caso y se quedó callada.

_________: No tuviste que hacerlo—susurra—, es mejor que lo sepa a que ocultarselo, te lo digo por experiencia.

Harry: Lo dice la persona que no nos dice nada de lo que tiene—respondo, alza la mirada y clava sus hermosos ojos griseazulados en mi con odio y decepción—.

__________: Para que quede en claro he cambiado demasiado este verano que tuvimos, si vivieran lo que yo estoy viviendon igual actuarían de la misma que yo lo estoy haciendo
—suspira—. Se me quitó el hambre, yo me largo.

Siempre a tu lado (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora