Capitulo 13

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Salimos del club.

Apenas cruzo la puerta, veo otro auto negro esperándonos. Parece ser costoso, pero hay un hombre conduciendo. ¿James tiene más de un chofer? Qué locura.

- Vamos - dice James tomándome de la cintura con suavidad, acercándome al auto.

Yo subo y él lo hace detrás de mi.

- Ya sabe a dónde - dice James antes de que el chofer abriese la boca.

El chofer asiente con la cabeza y empieza a conducir.

No dejo de mirar el ramo de rosas, es increíble. 

- ¿Cómo te sientes? - pregunta James mirándome.

- Bien - digo -, algo sorprendida. Él sonríe. Lo noto algo tenso, pero a la vez feliz.

Veo que mi mano derecha está sobre el asiento y James la toma y le da un beso. Hay mucha delicadeza en ese gesto. 

De igual manera, no entiendo por qué lo hace. Creo que no estoy acostumbrada a buenos tratos de parte de los hombres con los que estuve. Ninguno besó mi mano con tanta dulzura. 

Él no hace comentarios y eso me deja tranquila. Estoy muy nerviosa y muy impactada.

¿Por qué James me está llevando a una cena? 

- Alexa - dice, leyendo mis pensamientos - esta cena es solamente para conocernos. No quiero que sientas presión ni nada. Es sólo una formalidad, algo de atención.

Asiento con la cabeza. Luego me doy cuenta que ya hemos llegado.

James me dice que lleve el ramo y lo hago. El auto se retira apenas salimos de él. Pasamos por la puerta de entrada y nos dan una mesa que ya estaba reservada.

- Dame el ramo - dice James y se lo entrega a una señorita que trabaja en el restaurante.

Llegamos a la mesa y el me corre la silla para que me pueda sentar.

- ¿Cómo va todo, Alexa? - pregunta.

Sigo sin responder. Sólo lo miro, y lo miro, y lo miro.

- Alexandra - empieza -, estas formalidades las hago con frecuencia. Tengo alumnos y alumnas que cenan conmigo ya que los veo capaces de algo más que estudiar. Tú has llamado mi atención desde la primera clase, y siento que tienes algo más que unos preciosos ojos verdes. Hay algo allí escondido que no quieres dejar ver. Te veo capaz de miles de cosas, y quiero que me digas qué puedes hacer.

Me quedo atontada.

- Tranquila, puedes retirarte cuando quieras. Es únicamente una formalidad para conocer más a las personas con las que trabajo. Y bueno, el ramo es un gesto que a cualquier mujer le fascina.

Se acomoda en su asiento y me observa. Siento que lee mi mente, pero no dejo de pensar. ¿Me trajo hasta aquí solamente para una cena de "trabajo"?

- Bueno... - empiezo -. Como sabrá, hago natación en el club de deportes. Me gusta usar mi computadora y ver series; amo el cine. También me interesa el arte en todas sus formas. Y a veces estudio.

Él contempla cada palabra que sale de mi boca. 

- Disculpen - dice un mozo interrumpiendo mi discurso -, aquí dejo la carta.

- Muchas gracias - digo. James no responde.

Agarro la carta y empiezo a tantear las opciones, veo que ninguna tiene precio.

- ¿Qué? - digo. James no ha dejado de mirarme, no ha tocado su carta.

- Ese imbécil te miraba de una manera muy particular - dice.

- ¿Qué hay de malo? - digo - Además, se ve guapo.

Él frunce el ceño y agarra su carta y la lee. Me interesa saber qué le molesta al ver que el mozo me miró con interés, pero no pregunto. Una vez que elegimos la comida, él empieza a hablar.

- Espero que estés satisfecha - dice -, no a todas las personas las traigo a un restaurante tan especial.

- ¿Por qué? - pregunto -, perdón.

Me disculpo al darme cuenta que no me debo meter en sus asuntos.

- Tranquila, simplemente no me parece lugar para cualquier persona.

Él sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.

Cuando llega lo pedido, comemos en silencio. Las personas hablan enérgicamente, beben, ríen y hasta bailan en el centro de la pista de baile. Las mujeres llevan vestidos costosos y muy extravagantes y los hombres llevan traje.

Solo yo estoy desarreglada, y no dejo de mirar a todos lados, pero ni el mozo está desalineado o fuera de moda.

Terminamos la comida rápidamente. James pregunta si quiero postre, pero rechazo la oferta. Sigo un poco incómoda ya que me siento fuera de lugar, pero creo que él lo nota, por lo que rompe el silencio.

- Alexandra - dice James -, te traje un obsequio.

James hace un gesto para llamar a alguien. Unos segundos después,  una mujer rubia le entrega a James una bolsa con la inscripción "Gucci" en ella.

Él se incorpora y yo le sigo.

Caminamos por un pasillo sin personas, aislado del ruido y de las molestias. Él me entrega la bolsa y me pide que entre al baño, y lo hago.

Cierro la puerta y apoyo la bolsa en el tocador, para sacar de ella un hermoso vestido negro. Lo miro por todos lados, es hermoso.

Me quito la ropa y me pongo el vestido.

Es hasta por encima de las rodillas, con mangas largas y un escote pronunciado. Es de mujer adulta e increíblemente me queda perfecto.

Miro por dentro de la bolsa y encuentro unos zapatos negros con taco aguja. Son preciosos y combinan muy bien con el vestido.

Salgo del baño con la bolsa en la mano y mi ropa dentro de ella.

James se da vuelta al escuchar el sonido de la puerta abrirse y me mira.

- A veces tengo buen gusto - dice.  Me río por su comentario y él sonríe. - Tienes una hermosa sonrisa, Alexandra. 

Me sonrojo. Él no deja de mirarme.

- ¿Por qué me das esto? ¿Cuándo me lo tengo que sacar? - digo. Estoy muy nerviosa. No me quiero imaginar la cantidad de dinero que gastó en esta ropa y estos zapatos. Tampoco entiendo por qué me dio esto ahora, y no antes de entrar al restaurante. 

- Es tuyo, Alexa. Así te ves más hermosa de lo que ya eres.

Sonrío de nuevo y mis mejillas se vuelven color rojo, ya por segunda vez.

Él toma la bolsa y la deja en el piso. Con una mano agarra mi cintura y con la otra mi mejilla. No deja de sonreír. No sé qué hacer con mis manos.

- Estás hermosa - dice y me da un beso en la mejilla. No separa sus labios de ella, por lo que siento su respiración contra mi piel. Se queda así unos segundos hasta que vuelve a mirarme a los ojos.

Ahí puedo ver sus ojos como nunca antes lo hice. Ojos llenos de sinceridad. Ojos llenos de alegría y de amor.

¿Por qué haces esto, James?

- Por ningún motivo - dice. Esto de pensar en voz alta no funciona.

Él me mira.

- Estás hermosa, Alexandra - dice y se acerca a mis labios. Me relajo y pongo mis manos alrededor de su cuello.

En ese instante, donde todo salía perfecto, supe que nada iría mal. Que James me trataba con delicadeza y que me había traído hasta aquí por alguna razón. Que por algo me había escrito, por algo me regaló rosas, por algo me dio un vestido y un par de zapatos.
Él me demostraba algo que nadie nunca había hecho, y esa ternura era increíble. Esa forma de hablarme, de tocarme, de mirarme.

Y cuando nada podría salir mal y nuestros labios estaban separados por centímetros...

Me llama Cristal. 






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