En estos momentos uno reflexiona.
Reflexiona el por qué de las cosas. Reflexiona cuándo, cómo. Reflexiona la consecuencia de lo que sea que haya ocurrido.
En mi caso, las consecuencias pueden llegar a ser desfavorables. O tal vez no. No lo sé.
Bueno, Leslie y Ashley no ayudaron demasiado anoche. Ambas me dejaron sola, y no terminé bien. Bueno, en realidad sí, terminé a las ocho de la mañana con las pestañas caídas y desalineada en una comisaría de la Gran Ciudad denunciando a Tomás. Tomás, sin apellido. Un chico alto, de pelo largo.
Papá me había ido a buscar a la discoteca a las seis más o menos. Había salido corriendo del baño, después de haberle mordido a Tomás la palma de su mano, clavándole mis dientes hasta no poder sujetarme más y soltarme. Había destrabado la puerta y salí corriendo del baño. Nadie pudo haber entrado, ya que él se había encargado de cerrar la puerta. Cuando pude abrirla, una gran cantidad de chicas se quejaron en mi cara, pero yo sólo quería correr. No me importaba que mi short estuviera desabrochado, o que mi top dejara gran parte de mi torso desnudo.
Quería huir. Huir del lugar y de mi cuerpo.
Corrí entre la multitud y salí. Me quedé con un guardia de seguridad, abrochándome el short y alineando el top que tenía puesto. Me vi en el reflejo de un vidrio polarizado. Tenía el pelo inflado, enredado. Los ojos rojos, ojeras y el rímel corrido por todas mis mejillas por culpa de las lágrimas. Respiraba rápido sin razón, ya sabía que fuera estaría segura.
El frío de la noche me congelada la sangre, pero no había llevado abrigo. Estaba parada, en la calle, al lado de un hombre de seguridad. Mi corazón estaba palpitando muy rápidamente y me sentía agotada, pero no quería bajar la guardia.
El guardia me vio en mal estado y me pidió el número de teléfono de mi familia. Le dije el de papá. Llegó en veinte minutos y fuimos para la moderna comisaría de la Gran Ciudad. Allí hice una breve descripción de Tomás y de la discoteca a la que habíamos ido. No sé si la denuncia está hecha o no, no lo recuerdo.
Cuando llegué a casa, solamente recuerdo haberme desplomado en la cama. No recuerdo haberme cambiado de ropa, ni haber lavado mi cara.
Pero ya había despertado de aquella terrible noche, donde sufrí un intento de violación.
No quería molestar a mamá ya que está embarazada, aunque de poco tiempo aún. Recién van tres meses. Papá estaba trabajando y cada tanto me mandaba mensajes para saber cómo me sentía. Por su parte, Carola me había traído el almuerzo, pero casi no pude comer.No supe nada de Leslie y Ashley. Esperaba que estuvieran bien, de todas formas ya les había mandado un mensaje preguntando aunque deberían de estar durmiendo. De Tomás no quiero saberlo. Le pedí a mamá un nuevo chip para que él no me pueda llamar. Tuve que anotar todos mis contactos nuevamente para que pudieran llamarme.
Cuando me di cuenta, no había pensado en James desde ayer a la tarde. No me preguntaba por él, porque tampoco quería contarle lo que había pasado. No era una persona de confianza para llamarlo de la nada y explicarle que fui abusada sexualmente.
- Hola hija - dijo mamá entrando a mi habitación. Me incorporé de golpe, por el pequeño susto. Estaba en la cama acostada, dándole la espalda a la puerta.
- Hola... - digo rascándome el ojo.
- ¿Cómo te sientes?
Me siento sucia, vacía.
- Bien, algo así - respondo. Ella me mira con compasión y con una sonrisa de pena.
Debe ser horrible ser mamá y saber que tu hija sufrió lo que sufrió; ella debe estar pasando más dolor que yo.
- ¿Vamos a merendar? - dice acariciando mi mano. Miro la hora sorprendida. No sabía que el tiempo había pasado tan rápidamente.
- Esta bien, tengo que salir de acá por un rato - respondo. Ella me dice que no tarde en cambiarme.
Me levanto y llevo mi ropa al baño. Agarro mi celular y me llevo una sorpresa.
James me había hablado.
Le había enviado un mensaje para que supiera que tenía otro chip, pero no esperaba una respuesta.
"¿Notaste lo qué pasó? Llámame."
¿De qué hablaba?
Intenté hacer un esfuerzo para contestarle, pero no me sentía bien para chismes. Necesitaba descansar un poco mi mente y mi cuerpo.
Me desvisto y me meto en la bañera. Hoy elegí un baño de inmersión, para relajarme un poco, aunque mamá me haya apurado. No sé cuántas veces me pase el jabón por el cuerpo. Aún me dolía pasarme la mano por donde Tomás había ejercido presión, por lo que evitaba hacerlo. Tal vez no era el dolor físico, sino el psicológico.
De todas formas, me tomé unos cuantos minutos para intentar eliminar todo rastro de él de mi piel. Sentía que las yemas de sus dedos estaban tatuadas en mi piel, y me era imposible borrarlas.
- ¡Alexa! - escuché desde fuera del baño -, ¡apúrate!
- Ya voy mamá - dije levemente, lo suficiente para que me escuche.
Salí de la ducha, algo cansada aún. No me sentía con fuerzas para salir de casa, pero sabía que me iba a hacer bien salir de aquí. Una vez ya lista, salimos con mamá al centro.
No tenía ganas de hacer nada, ni de pensar en nadie. Sólo quería dormir por un largo rato, pensar que anoche tuve un mal sueño.
Pero el mal sueño continuaba acechando.
Y estaba allí, mirándome.
Esperándome.
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...