Un rato más tarde, luego de almorzar, ya había copiado toda la tarea que habían hecho mis compañeros los días que me ausenté.
No me junté con Cris ya que no me sentía de buen humor para hacerlo, pero de todas formas la llamé para contarle lo que había pasado con papá y Carola. Se sorprendió, ya que ella creía que les ocultaría mis sentimientos por mucho más tiempo, o que no les diría cuáles eran mis problemas reales.
Le pregunté por el proyecto y me dijo que de eso no me preocupara, que necesitaba mi tiempo para recomponerme. También pregunté por Mason, pero la única respuesta que obtuve fue que estaba bien, como siempre. A veces me gustaría que mi mejor amiga fuese un poco más detallada.
Antes de finalizar la llamada le expliqué que este fin de semana estaría ocupada, por lo que le hablaría el lunes a primera hora en clase. Ahora no solamente tenía que pasar tiempo con mi hermana, sino también estudiar para los exámenes finales de la escuela.
El estrés no cesa.
A eso de las cuatro de la tarde, le mandé un mensaje a Carola diciéndole que ya estaba lista para salir. Me llamó diciendo que me esperara en un café del centro, el cual solíamos ir cuando teníamos nuestras salidas de tres mujeres con mamá. Ella siempre tomaba un café submarino con unas masitas deliciosas. Nosotras siempre cambiábamos de opción.
Me puse ropa casual y tomé una mochila pequeña para poder guardar cosas como la billetera y las llaves. Papá me había dado algo de dinero para ir de compras, pero Car insistía en pagar mi vestido y la merienda.
De camino al centro pasé por la puerta del bar de la esquina, por donde James me había pasado a buscar. A estas horas de la tarde estaba cerrado, e incluso era un poco triste su apariencia sin los carteles luminosos.
Un rato después, llegué a la cafetería y me senté en una mesa mirando la puerta, para ver cuándo llegaría Car. Una camarera me ofreció el menú y lo empecé a leer, para ya tener en mente qué iba a pedir.
Mientras decidía entre una torta de chocolate o un tostado, escucho el sonido de la puerta. Pero al levantar la vista, no vi a mi hermana.
Era James.
¿Qué se supone que hace aquí?
Mi corazón empezó a palpitar con fuerza, como si se tratase de alguien a quien no veía hace mucho tiempo. Apenas entró, hicimos contacto visual. Esos hermosos ojos azules se clavaron en mi, y los segundos pasaron a ser horas.
Hasta que Carola entró detrás suyo.
James se disculpó por interrumpir el paso y Carola sonrió. Siempre fue una persona amable y simpática, pero con quien lo merecía.
- ¡Hola! - me dice, sentándose frente a mí. Intento mirarla sin nerviosismo, pero chequeo de reojo qué es lo que hace James. Se sienta en una mesa bastante lejana a la nuestra y llama al mozo. - ¿Estás ahí?
Me despabilo de golpe.
- Sí, sí - digo - Estaba pensando en pedirme un tostado, ¿te parece?
Carola lee el menú rápidamente y asiente con la cabeza. Mientras tanto, veo que el mozo atiende a James y luego se retira con el pedido. Agarra su celular y segundos más tarde, suena el mío.
Es un mensaje suyo.
Carola llama a la camarera y hacemos el pedido. Luego leo el mensaje de James.
- Tengo que ir al baño - le digo a Carola - Ya vengo.
Ella asiente despreocupada y se distrae con su teléfono.
Me levanto de la silla, buscando a James con la mirada. No está por ningún lado, por lo que decido encaminarme al baño a buscarlo. ¿De qué querrá hablar que es una urgencia?
Doblo en un pasillo por la izquierda y camino pocos metros hasta doblar nuevamente a la izquierda. Las dos puertas de los baños me miran.
Entro al baño de mujeres, bastante nerviosa, y alguien me tapa la boca y aprieta contra sí.
James cierra la puerta y pone el seguro, para que nadie decida abrirla. Luego me saca la mano de la boca y me sonríe.
- ¡Me vas a matar de un susto! - susurro. Él se ríe, como si pareciera no importarle la situación. - Mi hermana está afuera esperándome para comer, ¿qué requiere tanta urgencia?
- Verte - dice, tomándome por la cintura y apretándome contra su cuerpo más de lo que ya estábamos - Como este fin de semana estarás ocupada, aprovechemos esto.
Seguido a eso sus labios se posan sobre los míos, rompiendo la distancia que nos separaba. Aprieta mi cuerpo contra el suyo, agarrándome por la cintura.
Empezamos a besarnos apasionadamente. Mis manos pasan por su cuello, como si de rutina se tratara. Nos conocemos lo suficiente para saber qué es lo que le gusta al otro, por lo que aprovechamos los pocos minutos que podemos estar juntos hasta volver a vernos.
Mientras dejamos que el tiempo vuelve y nos dedicamos a disfrutar, siento que una de las manos de James pasa por debajo de mi blusa. Recorre toda mi espalda y me estremezco. Me toca con tanta delicadeza que siento que nada más importa ahora. Luego, su mano pasa por mi abdomen y se mete por debajo de mi corpiño, acariciándome lentamente.
Mis manos van directamente a su cabello y tiro de él con fuerza. Cuando hago esto, James me muerde el labio. Me está provocando de una manera que jamás creí que lograría. Una de mis manos recorre su abdomen por encima de la ropa, hasta que puedo meterla por debajo y sentir su piel.
Él me saca la blusa en un rápido movimiento y desabrocha su camisa, para quedar piel con piel. Me sube al lavamanos, donde queda un gran espacio desocupado, y sigue acariciándome los senos con delicadeza. Ahora empieza a utilizar ambas manos y me besa el cuello. Me pego lo más que puedo a su cuerpo.
James sigue besándome y acariciándome cuando sus manos bajan a mi pantalón. En ese momento, frena el beso y me mira.
- ¿Puedo? - pregunta. Sus ojos claros me quieren dar seguridad. - No será nada que no quieras.
- Sólo usa las manos - digo.
Acto seguido, James sonríe y me besa los labios nuevamente. Nuestras lenguas juegan un largo rato mientras mis manos siguen recorriendo su cabello.
Pero en un instante, vuelve a frenar el beso y me desabrocha el pantalón. Me lo bajo un poco y empieza a tocarme. De todas formas, no quiero hacer nada más aquí. Para que no resulte tan incómodo, atraigo a James a mis labios agarrando su cuello, y él me empieza a tocar por encima de la ropa interior. Me siento bastante húmeda. Y él también lo siente.
Me acaricia un buen rato hasta que empiezo a notar que hago movimientos con la pelvis. Cuando James lo descubre, corre mi ropa interior a un costado y me toca con un dedo. Esta vez lo hace más rápido, y descubro un placer increíble. Emito jadeos discretos pero él aumenta la velocidad y suma otro dedo más.
Entre besos y suspiros, toco el cielo lentamente.
Éramos dos individuos. No sé qué somos ahora, pero está claro que no somos los mismos.
O al menos yo no soy la misma.
El tiempo dejó de hacerse eterno cuando tocaron la puerta del baño. El beso quedó olvidado y nos miramos preocupados.
- ¡Alexa! - grita mi hermana desde el otro lado, preocupada - ¿estás bien?
Mierda.
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...