Capitulo 50

3.6K 141 15
                                    

Me desperté en el sillón de Cristal.

No recuerdo cómo fue que terminé allí. Lo último que se me pasa por la cabeza es haber estado copiando tarea con Mason.

Luego de abrir los ojos, puedo observar que no hay nadie alrededor mío.

- ¿Alexa? ¿Estás bien? - escucho que alguien pregunta. La cabeza me duele un poco y me refriego los ojos para intentar darme cuenta de quién es quien me está hablando. Veo levemente la silueta de Cris, y la reconozco por su pelo corto.

Miro por la ventana que da a un costado de su casa y veo que está por anochecer.

- Sí, sí - respondo intentando levantarme - ¿qué falta terminar del trabajo?

Cristal apoya sus manos en mis hombros obligándome a sentarme.

- Te vas a quedar aquí hasta que te sientas del todo bien - dice - del trabajo te encargarás cuando llegues a casa, ahora relájate.

Asiento con la cabeza. Ella va hasta la heladera y saca una botella de agua helada y me la tiende. Empiezo a tomar despacio y luego de tragar cierro los ojos.

Mierda, me he desmayado. Por primera vez en mi vida perdí la conciencia y estuve un buen rato sin hacer nada. Esto no me puede pasar de nuevo, definitivamente no.

- Ya me siento bastante mejor - digo luego de unos minutos de estar sentada con el vaso de agua vacío en la mano. Al mismo tiempo me siento algo cansada, pero me levanto de todas formas. - ¿Mason dónde está?

- Mason se fue un rato antes de que despertaras - responde Cristal - y si quieres ve a casa, tienes una cara terrible.

- Gracias por todo, amiga. En serio.

- No agradezcas, Al. Puedes contar conmigo siempre.

Nos abrazamos por unos segundos. Luego de separarnos, agarro mi mochila y me despido.

Ya me siento mucho mejor, por lo que llamo a James para explicarle que estoy yendo hasta el hotel donde se encuentra. Luego de dos tonos, atiende el teléfono.

- Ya estoy en camino - digo. Ya dejé la casa de Cris una cuadra atrás.

- Espérame en la calle dieciocho, en la esquina donde hay un bar - responde. Escucho que está manejando. - Llego en cinco minutos.

No me da tiempo a responder que cuelga la llamada. Algo extrañada, voy directamente al bar de la esquina y me siento en un banco de la vereda para esperar a James.

Mientras el tiempo pasa, voy recorriendo todas las fantasías que tengo con James. Desde formalizar la relación con mi papá y mi hermana hasta irnos a vivir juntos. Algún día podríamos irnos de viaje a la playa, o a las montañas nevadas. Si pienso en una relación más a futuro, me gustaría pensar en la idea de casarme, tal vez formar una familia y tener una casa propia.

Pero el sonido de la bocina me asusta un poco, y luego de darme la vuelta veo a James en su lujoso Audi, con la ventanilla baja. Me acerco y le doy un beso y luego subo al asiento del acompañante.

- Buenas noches linda - dice él, sujetándome la pierna izquierda con sus grandes manos.

- Hola, amor - respondo - ¿a dónde vamos hoy?

- Ya lo verás.

James acelera y nos perdemos en la ciudad.

El cielo está despejado, por lo que bajo las ventanillas y observo las estrellas. Recuerdo que con mamá, papá y Carola nos acostábamos en el pasto una noche al mes para observarlas. Buscábamos constelaciones y les poníamos nombres inventados.

- ¿Te gusta? - pregunta James luego de un rato.

- Sí, es una de mis actividades favoritas ver el cielo.

- ¿Y ver la ciudad?

- Supongo que también - respondo. Veo que sonríe de costado. ¿Qué está planeando?

Paseamos por toda la ciudad hasta salir de ella , y comenzamos a subir una colina con un camino lleno de curvas. Mientras más subimos, más lejos veo los edificios y las luces.

- ¿A dónde vamos? - pregunto curiosa.

- Ya verás.

Jame sigue conduciendo hasta que el camino se termina en una calle sin salida. Estaciona el auto y luego de bajar, abre mi puerta y me tiende la mano para que salga.

Observo el paisaje. Hay un mirador a unos metros, por lo que me acerco y me dedico a deslumbrarme un rato con la Gran Ciudad. Podemos ver todos los edificios, las pequeñas casas más alejadas, los faroles, los autos y los árboles.

- Esto es hermoso - digo. James se para detrás mío y me agarra de la cintura.

- Falta lo mejor - dice. Me doy vuelta y sin más sujeta mi mano y me invita a caminar.

Empezamos a recorrer un sendero que se hallaba al lado del mirador. Es de piedra y tiene barandas. Nos metemos por la colina en un bosque, donde los árboles nos roban la vista de la Gran Ciudad. James sigue delante mío y cada tanto voltea para verme. No hay luces, pero tampoco son necesarias. La luz de la luna nos ayuda a ver el camino.

Los árboles comienzan a abrirse dando paso nuevamente a la vista. Estamos en otro mirador, pero hay algo que me llama la atención.

¿Un helicóptero?

- ¿Desea dar un paseo, señorita Stephen? - pregunta James. Asiento con la cabeza y me invita a subir.

Me siento en el asiento de adelante, acompañándolo.

- ¿Hace cuanto sabes manejar?

- Papá me llevó a clases - explica - de algo iban a servir.

Nos miramos a los ojos y sonreímos al mismo tiempo. Toma mi mano y la sujeta unos segundos, antes de despegar. La besa y luego la hélice empieza a funcionar. El helicóptero se empieza a despegar del piso y nos alejamos de la colina.

- Si te gustaba la ciudad desde el suelo, ¡mírala desde el cielo! - exclama James sonriendo.

Estoy fascinada con las vistas. Las personas no se distinguen, pero puedo ver a todos los autos que recorren las carreteras. Los edificios se ven más imponentes, y las luces más brillantes. Sobrevolamos toda la ciudad, acercándonos a los edificios más altos y olvidándonos de la vida.

Somos James, el cielo y yo.

AdultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora