Llegué a la casa de Cristal un poco cansada por el calor.
Ella me recibió en traje de baño y saludó a Moa muy alegremente.
- ¿Cómo estás? - preguntó, una vez que cerró la puerta. Siempre me había gustado su casa por la luminosidad y lo ordenada que era. En una tarde de verano se sentía increíble estar aquí.
- Muy cansada, pero bien - respondí. Ella me ofreció un vaso de agua y acepté.
- Mason estará llegando en unos minutos - dijo. - Así que antes que venga, quiero que tengamos una conversación de chicas.
Me reí por su comentario.
- ¿Qué quieres saber? - pregunté antes de tomar un sorbo del vaso de agua. Cristal dejó a Moa y a Frodo en el jardín para que pudieran jugar.
Frodo era un perro grande y negro. Moa, en cambio, era una bebé color chocolate. Pero a pesar de sus tamaños los veía muy animados jugando juntos.
- Quiero que me expliques en dónde estuviste la mitad de la noche en la fiesta.
- ¡No exageres! ¡No fue la mitad de la noche! - exclamé.
- Da igual - respondió - ¡Cuéntame! ¿Te habías ido a la casa de James?
Sonreí mientras pensaba en el momento que habíamos tenido juntos.
- No, claro que no - dije - Fuimos a la habitación de útiles del salón. Donde guardan todos los muebles y las cosas que no usan.
- Así que lo hiciste en un sillón viejo y polvoriento, ¿eh?
- ¡No, Cris! - respondí. - Sabes que todavía no tuve sexo con James.
- Pero lo tendrás.
- Sí - dije.
¿Qué? ¿Acaso hice esa afirmación?
Cristal abrió sus ojos como platos.
- ¿Estás segura de hacerlo en tu casa, Alexandra? - preguntó, mirándome a los ojos.
- ¡Claro que lo estoy! No podría haber estado con él en ese sillón anoche.
Cris abrió paso hacia el jardín y la seguí con mi vaso en mano. Nos sentamos en unos sillones de la galería, viendo cómo nuestras mascotas jugaban. Estábamos a la sombra porque el calor había empezado a volverse insoportable, y estar al sol era incómodo para charlar.
- No sé, Alexa - comentó Cristal - No creo que tengas que estar preparando todo.
Me quedé pensativa. Y luego de unos instantes, comprendí que tenía razón.
- ¿Entiendes lo que digo? - preguntó, mirándome - El sexo no es algo que tengas que estar planeando, poniéndole fecha y hora. Es algo que ocurre, y no debes tenerle miedo.
- No le tengo miedo - respondí - Antes no estaba preparada, y ahora considero que sí. Quiero hacerlo con James porque lo amo.
Ella rechistó.
- ¿Aún no te das cuenta? - añadió.
¿Darme cuenta de qué cosa?
- ¿De qué hablas?
Cristal se volteó para mirarme a los ojos.
- Alexa - dijo, llamando mi atención - No te olvides que por más que lo ames con todo tu corazón, sigue siendo un hombre adulto. No estamos hablando de que tiene veinte años, tiene casi cuarenta.
- ¿Y eso qué tiene de malo? ¿Acaso significa que no me pueda amar por la diferencia de edad?
- No, Alexa. No estoy diciendo eso - explicó - Solamente quiero que tengas cuidado.
- Y lo tendré - respondí.
Pensé que ya habían finalizado las conversaciones acerca de la edad de James a diferencia de la mía.
Un poco enfadada, me volteé para seguir mirando el jardín de la casa de mi amiga.
- No quiero que te pase nada malo, te estoy cuidando - dijo en medio del silencio.
Volví a darme la vuelta y vi a los ojos a mi amiga. Sabía que siempre quiso lo mejor para mi, pero me cansaba hablar siempre de la misma situación.
- ¿Tú crees que si James me hubiese querido lastimar... - empecé - ... no lo habría hecho antes? En su departamento, en su auto, o en el camping.
- Sí, supongo que ya lo hubiese hecho - respondió.
- ¡Entonces no temas, Cris! - exclamé - Todo saldrá bien y me cuidaré, y usaré preservativo, y todo lo que se te ocurra.
Ella volvió a mirarme y se levantó.
- Ven - dijo - Un abrazo.
Me puse de pie y nos abrazamos. Se sentía reconfortante saber que tenía una amiga que me quisiera tanto como ella, y que siempre buscara lo mejor para mi.
- Te amo, amiga - dijo cuando nos separamos. Nos mirábamos a los ojos cuando pude sentir en el alma todas sus preocupaciones.
- Y yo a ti, gracias por cuidarme - respondí y la volví a abrazar. No quería verla tan triste y angustiada por esto.
- Sabes que siempre me alegré de tus triunfos, pero hoy te pido que te cuides.
- Te prometo que lo haré - dije.
El timbre de la casa de Cristal interrumpió nuestro segundo abrazo y los perros salieron corriendo a la puerta ladrando ferozmente.
- Es Mason - dijo.
Fuimos a abrirle la puerta y pasó con una torta de chocolate.
- ¿La hiciste tú? - pregunté asombrada.
- ¿Voy a ser contador o pastelero? - dijo mirándome. Le pegué despacio en el abdomen por su chiste.
Cristal cortó una porción y la probó.
- ¡Tu mamá cocina como los dioses! - exclamó.
- Ya lo sé - respondió Mason - Incluso tuvo de hijo a un dios griego, ¿eh?
Ambas nos reímos ante su comentario.
- Es por eso que estás solo - dije.
- ¿Trajiste una malla para la piscina? - preguntó curioso. Negué con la cabeza, hasta que me di cuenta en lo que me había metido. - ¡Pues qué pena!
Mason me tomó de las piernas rápidamente y me sostuvo.
- ¡Ayuda! ¡Ayuda! - grité furiosa. Cristal miraba la escena, partida de la risa.
- ¡Corre Mason! - dijo mi amiga - ¡Antes de que se suelte!
Mason gritaba y yo no dejaba de chillar.
- ¡Suéltame! ¡Suéltame! - gritaba sin parar. Moa y Frodo perseguían a Mason en su camino al jardín.
Como pude saqué el celular de mi bolsillo y lo tiré en el pasto, justo antes de que Mason hablara.
- ¿Unas últimas palabras? - preguntó, al borde de la piscina. Yo no dejaba de moverme y de patear, para intentar que me soltara, pero él era más fuerte.
- ¡Sí! ¡Suéltame! - chillé nuevamente, mirando el agua cristalina de la piscina.
- Parece que no dijo nada la víctima... ¡Hombre al agua!
Y así fue como Mason me arrojó totalmente vestida a la piscina.
Mi gritó se ahogó cuando me sumergí en el agua. Se sentía muy pesado meterse a la piscina con la ropa de todos los días.
Pero, la verdad, había disfrutado del momento.
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...