Ya quedan tres semanas para terminar las clases.
Apenas me desperté en el departamento de James, fue lo primero que se me pasó por la cabeza. Dentro de tres semanas estaré buscando trabajo, organizando una fiesta de fin de curso y conociendo la verdadera vida que tanto me aterra.
También tengo que admitir que debo soltar mi adolescencia. En una semana será mi cumpleaños de dieciocho y los nervios me consumen.
Seré una adulta.
James se despierta y me da un beso en la frente.
- Buenos días, hermosa - dice. Sonrío y beso sus labios. - Así quiero amanecer todos los días.
- ¿Así cómo? - pregunto sonriendo.
- Contigo al lado mío - explica - luego de una noche juntos, durmiendo abrazados.
- Me parece un plan excelente.
Él me devuelve la sonrisa y se levanta. Puedo ver su increíble cuerpo, todo su cabello rubio despeinado y sus ojos claros achinados por el sueño. Me encantaría vivir con él. Podría quedarme en su cama toda la vida.
Él va a preparar un café mientras decido prender mi celular, para luego ir al baño. Estoy algo cansada, pero tranquila ya que sé que hoy no debo ir a clases. Es un día que me lo puedo tomar para mí.
Salgo del baño y veo a James sentado en el sillón con un café en su mano, mientras otra taza reposa en la mesa ratona.
- No le puse azúcar porque no sé cómo te gusta el café - anuncia apenas me ve. Me acerco hasta la mesa y abro un sobre de azúcar, para luego volcar el contenido en la taza. Con una cuchara empiezo a revolver mi café y me siento al lado de James.
- Creo que nos conocemos poco, deberíamos hablar más de nosotros - propongo. Él asiente con la cabeza y me mira. - Tengo una pregunta para ti.
- Dígame, señorita Stephen - dice. Lo miro unos segundos a los ojos y tomo un sorbo de café.
- ¿Cuál es tu comida favorita? - pregunto. James no piensa ni dos segundos la respuesta.
- La pizza, claramente. ¿La tuya?
Me quedo dubitativa.
- Supongo que la ensalada de... - alcanzo a decir pero él se apresura.
- ¡Qué aburrida! - exclama. Me río por su comentario. - ¡Piensa más!
- ¡No sé! - digo - Creo que...
- Que... - me imita.
- Me gusta mucho comer algún sándwich - respondo. James hace un gesto de tomar nota. - Tu turno.
Él se queda pensativo por unos segundos, con la vista fija en mi taza de café. Luego hace su pregunta.
- ¿Películas o series? - dice.
- Creo que ambas - respondo - ¿y tú?
- También, algún día podrías quedarte a dormir y veríamos películas, o incluso podemos empezar una serie juntos.
Sonrío bastante. Me gusta mucho la idea de empezar a hacer cosas de pareja con James.
- Me toca - digo luego de tomar un sorbo de café - ¿cuándo es tu cumpleaños?
- A mitad de año, ¿el tuyo? - pregunta.
- La semana que viene cumplo los dieciocho - respondo.
- ¿Qué día?
- El viernes - digo.
- Bueno... - piensa, levantándose del sillón - en ese caso, podría llevarte a uno de mis restaurantes favoritos. ¡Te prometo que tiene sándwiches deliciosos!
- Acepto la invitación. Seguramente falte a la escuela para estar el día entero con mi padre y mi hermana, y a la tarde estaré con amigos. La noche la tendré libre.
En medio de la conversación, suena mi teléfono. Al agarrarlo, veo varias llamadas perdidas de Carola. ¿Cómo es que no lo escuché antes?
- Espérame un minuto - digo y me encamino al baño mientras marco el número de mi hermana. - Vamos, contesta.
Luego de unos cuantos tonos, cuando ya estaba casi rendida y por colgar la llamada, ella atiende.
- ¿DÓNDE MIERDA ESTÁS? - chilla. Carola furiosa es lo peor que me ha pasado.
- Ey, es temprano - respondo - ¿qué interesa?
Escucho a mi hermana suspirar.
- Se nota que aún eres una niña - dice - ¡No puedes desaparecer así de la nada, sin dar explicaciones! Papá está preocupado, ya sabe que no estás con tus amigos ni tampoco en la escuela por la suspensión. ¿Dónde se supone que estás?
- No importa - digo - Nunca les importó.
- ¡Claro que me importa, Alexandra! ¡Eres mi hermana!
- Ya lo sé, pero no pueden fingir que les importo cuando he estado haciendo esto durante meses sin ser tomada en cuenta. Tú que quién sabe donde has estado y papá encerrado en casa sin siquiera preguntarme cómo me ha estado yendo en la escuela.
- Creo que esta conversación la debemos tener en persona - dice ella.
- Estoy bien, Carola - espeto - Y con eso es suficiente. Más tarde vuelvo a casa.
Luego de eso, cuelgo la llamada y vuelvo a apagar el celular. Una vez que salgo del baño, James me mira preocupado.
- ¿Qué pasó? Has estado gritando - dice, acercándose a mi, y tomándome por los costados. Dejo que lo haga. Lanzo mi celular al sofá y lo abrazo antes de soltar mis primeras lágrimas. Él no dice nada, simplemente se dedica a acariciarme el cabello y la cintura.
Estoy exhausta y nadie lo nota. He estado esquivando las preguntas que me han hecho acerca del fin de clases, acerca de mamá y de qué hago o qué no hago. Nadie se ha acercado a preguntarme seriamente sobre lo que me pasa. Tuve que golpear a una compañera de curso para que sepan que no estoy en un buen momento. Tuve que desmayarme de los nervios en la casa de una amiga para que me tomaran en serio. Tuve que alejarme de mi familia para que vieran que necesito ayuda. Tuve que romper en llanto frente al hombre que me encanta para que comprenda que presionarme me lastima.
Y aún así, no es suficiente.
Y aquí estoy, parada en medio de una habitación de hotel con todos los lujos y comodidades que quiera, con la comida más rica y la mejor ubicación de la Gran Ciudad.
Pero vacía en mi interior.
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...