Finalmente, el viernes llegó.
Me desperté fuera de mi misma. Estaba absorta en mis pensamientos sobre James. La incertidumbre me carcomía por dentro. Tenía miedo de arruinar todo y de que papá tuviese que volver con Ana y me viera con él.
Cuando me levanté de la cama, intenté relajarme. Respiré profundamente varias veces y me fui a bañar.
Los pensamientos de la ducha siempre son los más profundos. En este caso, evitaba pensar, solamente para no ponerme más nerviosa. Terminé de bañarme, me cambié y bajé a desayunar.
El desayuno sin mi hermana se sentía diferente. Carola se había ido a mediados de la semana, por lo que me tocaba comer sola.
Tomé mi café y luego de comer unas tostadas, llamé a Cristal. Ella me atendió alegremente, e incluso estaba más emocionada que yo. Hablamos de los planes que tenía con James, de planear unas vacaciones con él más adelante, y de cosas sin sentido. Además, me dio sus consejos para tener sexo por primera vez. Sus palabras me calmaron bastante.
Luego de ver un par de capítulos de una serie y de jugar con Moa, la hora del almuerzo llegó. No había pensado en James en toda la mañana, y tampoco habíamos hablado.
Cuando me senté a comer el pollo con papas, los nervios volvieron. Comí rápido, como si me hubiesen estado apurando. Y papá se dio cuenta.
- ¿Por qué tanta prisa, Alexa? - preguntó papá. Me incorporé de mi posición, la cual consistía en estar inclinada sobre el plato. Ana no me había prestado nada de atención en el almuerzo.
- Perdón - dije - Pero la comida estaba deliciosa.
Fue la primer excusa que se me ocurrió, y por suerte funcionó. Los tres seguimos comiendo, y cuando terminamos empezamos a lavar y secar todo lo utilizado. Me concentré en dejar los platos perfectamente limpios, y luego de que Ana los secara, papá los guardaría en su lugar.
Una vez que terminamos la tarea, papá salió de casa para cargar las valijas en el auto. Ana lo siguió y ayudó en la tarea. Por mi parte, me quedé mirando lo que hacían, evitando pensar que en unos minutos James estaría en casa.
- Bueno Alexandra - dijo papá, acercándose a la puerta. - Ya tienes tus llaves y sabes cómo cuidar la casa.
Asentí con la cabeza. Papá me miraba feliz. Ana seguía guardando las últimas cosas en el auto.
- Hay comida para Moa y para ti, la suficiente - añadió.
El silencio reinó en la situación. Estaba sin palabras. Cuando estaba por decir cualquier cosa, Ana se acercó para despedirse y luego se subió al auto. Papá, por su parte, le echó una última mirada al vehículo y luego se volvió hacia mi.
- Cuídate mucho - dijo.
- Lo haré - respondí tensa.
Él se quedó un poco extrañado por mi contestación, por lo que me abrazó fuertemente. Se sentía muy bien abrazar a papá.
- Te amo - dijo.
- Yo te amo más - respondí. Deshizo el abrazo y me dio un beso en la mejilla, seguido de otro "cuídate".
Luego se subió al auto y lo puso en marcha. Ana y él me saludaron antes de arrancar, y luego aceleró. Asomé mi cabeza y vi cómo el auto desaparecía en su recorrido.
De un momento a otro, estaba sola.
Me metí en casa rápidamente. Cerré la puerta y respiré profundo. Intenté relajarme, pero la emoción era incontrolable. Mis piernas necesitaban moverse, por lo que fui directo a servirle agua y comida a Moa, quien fue a degustarse apenas terminé de hacerlo.
Después fui a buscar mi celular, que estaba en el baño de mi habitación y llamé a James.
- Hola amor - dijo apenas atendió.
- Ya puedes venir - escupí. - Hola, disculpa.
- No pasa nada Alexa, sé que estás nerviosa. En media hora estoy allí, ¿te parece?
Su voz me calmó un poco, por lo que suspiré y respondí afirmativamente. Me dijo que en media hora estaría en casa.
Apenas corté la llamada, dejé mi celular a un costado y me puse el conjunto negro que me había regalado hacía meses. Pensé lo mismo que la última vez que me lo había probado: estaba increíble.
Me volví a vestir y me peiné y arreglé un poco. Abrí las ventanas de mi habitación e hice mi cama prolijamente. Me fijé que todo estuviera en orden, y luego bajé a revisar que la casa estuviese acomodada. Fui hasta la cocina y terminé de ordenar.
Moa seguía comiendo de su plato cuando escuché el timbre.
Mi corazón se congeló y mis piernas dejaron de responder por un segundo. ¿Tan rápido había pasado el tiempo?
James volvió a tocar el timbre, por lo que fui directo a la puerta de entrada. Respiré profundamente una vez más, y abrí.
James estaba parado frente a la puerta. Estaba ahí, esperándome.
- Hola - dijo con una sonrisa en su rostro.
- Hola - respondí como pude. - Ven, pasa, por favor.
Él entró a la casa y se quedó observándola por unos segundos mientras yo cerraba la puerta de entrada. Se veía muy hermoso allí parado, con las manos en los bolsillos de sus bermudas y la camiseta ajustada al cuerpo. Su pelo estaba intacto como siempre, y sus ojos irradiaban admiración.
- Tu casa es muy linda - dijo volviendo su mirada hacia mis ojos.
Se empezó a acercar, pero yo seguía paralizada. Tomó mis brazos con sus manos y me sintió.
- Ey, Alexa. Tranquilízate. Estamos tú y yo.
Asentí con la cabeza.
- Perdona James - respondí luego de unos segundos. - Es que el único hombre que ha venido a mi casa fue Mason, mi mejor amigo. Jamás traje a una pareja aquí.
Quería comenzar a llorar, porque me sentía culpable. Culpable de estar tan nerviosa y tensa, y que eso signifique pasarlo mal.
- No me tienes que pedir perdón por nada, amor - dijo, sosteniendo mi mentón y besándome.
Me sumergí en el beso, poniendo mis manos en su cuello. Luego de unos segundos, nos soltamos.
- ¿Estás mejor? - preguntó.
- Un poco... Necesito despejarme - dije.
Él me miró y pensó por unos instantes.
- ¿Qué te parece si vemos una película? Así te relajas - propuso. - ¿Cuál te gustaría ver?
- Creo que Psicosis estaría bien... - respondí, mirándome los pies. Él levanto mi cabeza nuevamente y me observó.
- Pues veremos Psicosis, tranquila.
Ambos nos sentamos en el sillón y prendimos la televisión. Mientras él buscaba la película, yo pensaba en miles de situaciones. ¿Lo haríamos ahora, o más tarde? ¿Sería en el sillón o en mi cama?
James prendió la película y se recostó.
- Ven - dijo. Me acerqué a su cuerpo y me abrazó.
Con el paso del tiempo, empecé a relajarme. James me besaba la cabeza de vez en cuando, y hacía comentarios graciosos para tranquilizarme. Para un rato más tarde, ya estaba bien.
Se sentía hermoso poder disfrutar de una película los dos solos y abrazados.
No quería nada más.
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...