Capitulo 34

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Me quedo perpleja, mirando fijamente sus ojos. Sólo espero que no me reconozca.

- Disculpa, debo irme - digo, intentando salir de la situación en la que me había metido.

Mason me sujeta el brazo nuevamente.

- Es una pena que una muchacha tan joven y atractiva como tú deba estar sola en una noche como esta - dice.

No sabía que Mason venía a las elegantes fiestas del hotel de James solamente para coquetear con mujeres.

- No - espeto - me voy.

Salgo escapando de su vista, evitando el contacto visual. Siento que me persigue, pero me escabullo entre las personas hasta que hallo una puerta y salgo.

Pensando que ya estaría fuera del hotel, y dispuesta para irme a mi casa, me dispongo a caminar cuando noto que salgo a otro sector del hotel.

Es un pasillo lujoso e iluminado, con decoraciones muy simples en tonos fríos. Parece un hotel completamente distinto. Hay un sillón blanco a un costado, el cual parece bastante costoso. No escucho la música de afuera.

Empiezo a caminar observando cada mínimo detalle. El sillón es tan blanco y está tan limpio que me impresiona, nadie debe de sentarse allí. Hasta parece cómodo.

Sigo caminando hasta dar contra una pared. Luego noto que debo doblar para seguir mi recorrido y continúo por la izquierda. Mis pasos se escuchan y hacen eco. Creo que hasta puedo escuchar cómo se mueve la tela de mi vestido.

Luego de unos cuantos segundos caminando, choco con un ascensor. Llamo, no sé para qué, y espero. Recuerdo que estoy incómoda por mi antifaz, por lo que decido quitármelo.

El ascensor termina de bajar y se abren las puertas.

A veces hay momentos en nuestra vida que decidimos borrarlos por completo. Momentos que nuestro cerebro elimina, ya que no queremos recordar jamás. Momentos que nos atormentan, que nos impiden seguir con nuestra existencia, por lo que nuestro subconsciente los rechaza siempre que queremos volver a pensar en ellos.

Y luego hay momentos que jamás olvidas. Momentos que nuestro cerebro siempre guardará, aunque nos agarre amnesia y alzheimer, todo junto. Momentos que nos han impactado tanto que no podemos dejar pasar.

Uno de esos momentos, es este.

- Hola - digo.

James me mira unos cuantos segundos. Lleva su antifaz puesto, pero sabe que lo reconozco al instante, por lo que se lo quita. No deja de mirarme a los ojos, como si fuera la única parte de todo mi cuerpo que pudiera ver.

- Estás preciosa - dice. Ahora sí, me mira de pies a cabeza.

Sin hacer caso a su comentario, paso directamente al ascensor. Él no baja, pero tampoco pregunta.

Las puertas se cierran de manera automática.

Ahora los ascensores me traen recuerdos.

- Eres una mierda - escupo.

Él me mira. De reojo, noto que está sorprendido.

- Tu esposa y tu bebé están en el hospital y tú aquí, de fiesta - digo -, vaya que eres increíble.

- ¿Esposa? - pregunta.

Me doy vuelta para mirarle la cara.

- Sí, ahora no te hagas el cualquiera. Sabes muy bien de qué hablo.

- No, Alexa. No sé de qué hablas - responde. Sus ojos parecen inquietos, como si quisieran salirse de su lugar.

- Vamos James - digo - escuché al secretario hablando de su embarazo, no soy idiota.

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