Capitulo 74

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A pesar de lo que Carola me había contado, estábamos muy felices las dos.

Cenamos una comida deliciosa y charlamos acerca del futuro. Cristal ya estaba más calmada, Mason seguía con su idea de ser contador, y yo ya estaba encaminada a trabajar y luego ver de estudiar algo.

El resto de la noche fue puro baile. Mi cabeza giraba alrededor de lo que Carola me había dicho, pero de todas formas no le dije nada. Se la veía alegre, por lo que me pareció innecesario interrumpir toda su felicidad por algo que ya había pasado. Estaba segura de que papá ya lo sabía, pero por algún motivo no me lo quiso decir, y eso me entristecía. En parte porque sentía que no tenían la confianza para contarme cosas tan importantes como esa, y por otro lado por el hecho de que ya era mayor y debía saber si mi hermana estaba pasando por un mal momento, o si ya lo había pasado.

Ignoré mis pensamientos negativos y me distraje toda la noche bailando con mis amigos. Las familias se fueron temprano del salón, y quedamos solamente los egresados y el staff del salón, para recibir a todos cuando se abriera la discoteca. 

¿James se quedaría? No lo sé. 

Mientras nos terminábamos de sacar los vestidos de gala y nos poníamos la ropa cómoda, las chicas hablábamos entre todas. Unas estaban muy felices por terminar la secundaria, mientras que otras estaban nostálgicas. Cristal y yo escuchábamos calladas, pero sonrientes.

El DJ puso la música y las puertas del salón se abrieron. Pasaron muchos adolescentes, y algunos jóvenes adultos. Estaba llenándose de a poco, era increíble. Todos estábamos muy entusiasmados. 

Espiando por la puerta pude ver a Leslie y Ashley, las chicas que hacía meses me habían acompañado a la disco de la Gran Ciudad, la noche que pasó lo de Tomás.

- Cris - dije, llamando a mi amiga - Ven aquí. 

Ella se acercó al costado de la puerta y le pedí que mirara.

- ¿Las hermanas? - preguntó, dudosa. 

- Yo tampoco lo entiendo - respondí, alejándome - No las quiero ver desde lo que pasó. Jamás volvieron a hablar conmigo, ni les importé, y pretenden que apareciendo en mi fiesta de fin de curso las cosas se van a solucionar. 

Estaba tomándome las cosas de manera muy personal, pero era imposible no hacerlo. Las hermanas Arroyo habían sido buenas conmigo hasta esa noche. Desde ese momento, no aparecieron nunca más. Y eso me molestaba.

Me deshice de la idea de hablarles y preguntarles todo en medio de la fiesta, donde no podría conversar tranquila con nadie, y logré relajarme. 

La música sonaba bien y había luces de colores en la pista. Las chicas estábamos en una habitación, terminando de arreglarnos, y los chicos en la de enfrente. Entre ambas se interponía la pista de baile, donde se veían muchos cuerpos moviéndose con ritmo.

Cuando todas terminaron de arreglarse, avisamos al DJ y éste tomó el micrófono para presentarnos. 

- ¿Nerviosa? - me preguntó Cris, antes de la salida. Asentí con la cabeza, sonriendo. 

El DJ terminó de presentarnos y, tanto los chicos como nosotras, salimos al medio de la pista. Nos recibieron con aplausos y chiflidos, y el DJ dio play al tema del momento. Todos empezamos a bailar, muy felices. 

Era nuestra noche de despedida.

Me rencontré con amigos de natación, con primos de Cris y Mason, y con algún que otro conocido más. Cuando Leslie y Ashley me cruzaron, me saludaron felices. Era verdad que estaba un poco molesta con ellas, pero no haría una escena por eso. Las saludé y seguí mi noche. 

Cristal y yo bailábamos sin parar, cuando unas manos grandes me tomaron de la cintura. Me sobresalté, pero al darme vuelta me quedé más tranquila.

Era James. 

Lo abracé fuertemente y él me apretó contra su cuerpo. Cuando nos despegamos, sonreímos al mismo tiempo. Pero su mirada decía algo más. Y en ese momento, me di cuenta que necesitaba hablar. 

O tal vez, lo último que quería era hablar. 

Su mano agarró la mía y me sacó de la pista de baile. Caminamos por el salón hasta que encontramos un pasillo extenso y James empezó a tantear puertas para encontrar alguna abierta. Cuando lo consiguió, abrió y nos metimos juntos. 

Era una habitación pequeña donde parecía que guardaban diferentes cosas, aunque, en la oscuridad, solo pude vislumbrar muebles tapados con algo que parecían grandes sábanas blancas, como si se tratase de una película.

James prendió una luz. Era tenue y fría. Luego me miró a los ojos, tomándome la cara con las manos. 

- Al fin estamos solos - dijo. 

- Profesor, ya debería de estar en su casa durmiendo - dije con voz burlona. 

Él sonrió y besó mis labios. 

- Estabas tan hermosa con ese vestido rojo - comentó, separándose - Cada día eres más linda. 

Me sonrojé. Sus manos seguían acariciando mis mejillas rosadas, y mis brazos rodaban su cuerpo. 

De un momento a otro, nuestras bocas pasaron a estar juntas. Sacó las manos de mi cara para ponerlas en mi cintura. y así acercarme a su cuerpo cálido. Mis manos recorrían su cuello, y luego paseaban por su cabello. Ambos disfrutábamos de un baile sin fin. 

James se separó para buscar un mueble donde acomodarnos. Cuando destapó un sillón lo bastante cómodo, me acosté y él se puso encima mío. 

Nos seguimos besando un rato más. Sus manos empezaban a meterse por mi remera, acariciando mi piel desnuda. Mis manos continuaron su recorrido, pero James ya estaba por sacarme las prendas superiores cuando escuchamos un estruendo cerca nuestro.

Ambos saltamos del lugar y nos acomodamos la ropa. Nadie había entrado en la habitación, pero de todas formas no sabíamos si estábamos seguros allí. 

- Será mejor que lo dejemos para el fin de semana - dije luego de un rato. James me miró con una sonrisa pícara, y luego me besó los labios. 

- Me parece excelente - respondió. 

Nos quedamos conversando pocos minutos, cuando le dije que debía volver a la pista porque sino dudarían de mi ausencia. 

- Está bien, preciosa - dijo antes de irse. - Prepárate para el fin de semana.

Salimos por la puerta y apagamos la luz. La música se oía más fuerte afuera.

- Me prepararé - respondí. Luego me despedí y salí caminando a la pista de baile.

Estaba muy ansiosa porque llegara ese viernes. 

Y vaya que tardaba en llegar.

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