Y aunque me lo preguntara mil veces, no conseguiría jamás una respuesta concreta.
Jamás.
¿Sería yo, en algún momento, algo para James? Lo dudo. Y aunque lo consiguiera, no daría crédito. No daría crédito de su validez, aunque él me lo diga.
Porque toda mujer sabe que los hombres son loros cuando les conviene, y tumbas cuando deben callar. Es como siempre: te susurraran mil cosas al oído y tal vez, solamente tal vez, te hará notar que vales la pena.
Ojalá todos encuentren a esa persona que les haga sentir vivos, que les demuestre todos los días el amor que siente, que les haga sentir diferente; que les haga sentir especial.
Ojalá algún día tenga esa bendición, pensaba en aquella clase de historia.
Y no dejaba de mirar a James, con su chaleco y su corbata, sus lentes y sus zapatos, su pelo y sus ojos, sus expresiones faciales y sus movimientos. Un hombre que lo que menos se puede decir es sencillo. Atractivo a la vista. Personalmente no lo sé, pero sí sé que cualquier persona moriría por minutos mirándole, prestando atención a todo lo que hacía, observando. Tampoco es extravagante, no luce llamativo ante las demás personas.
Simplemente es James. Y seguramente a ninguno de mis compañeros les importe la vida de su profesor de historia, y seguramente a ninguna de mis compañeras les interese saber qué hace al llegar a su casa; solo a mí me interesa todo eso.
Y muy probablemente, a él ni le interese saber mi edad, o si tengo hermanos, o cómo es mi auto. No le interesa, estoy casi segura.
Lo veo allí parado y lo extraño,a pesar de tenerlo a poca distancia. Extraño sus brazos, sus ojos, sus besos. Extraño la manera en la que me miró aquella noche o la forma que tenía de acariciarme. Extraño a ese James, y mucho.
Pero, ¿él me extraña? ¿Me extraña un poco?
No.
Seguramente no.
Pero ya era suficiente, ya debía acostarme para despertarme temprano para ir a la escuela.
De igual manera, mi cabeza inició una extraña obsesión por él, de manera que me desperté pensándolo. Y los lunes no eran buenos días, nunca lo fueron. Pero amanecer recordando un simple beso, y sabiendo que hoy lo vería, alcanzaba como para estar alegre.
- Buen día clase - dijo entrando con su maletín. Me encantaba, definitivamente, estaba enamorada de un hombre que casi no conocía.
- Qué aburrido, historia de nuevo - me comentó Cris, acomodando sus cosas -, aunque no me aburre esta materia con semejante bombón.
Señaló con la cabeza a James, que estaba escribiendo algo en el pizarrón. Mis ojos no dejaban de ver su espalda, que era imponente.
- No, estúpida, no - siguió Cris, esta vez señalando su trasero de James. Podría jurar que nunca había visto su trasero, pero... ¿cómo nunca pude hacerlo? Seguramente debía de ir al gimnasio.
De todas formas, aparté la mirada rápidamente. Me incomodaba seguir mirándolo.
La clase empieza como siempre, James nos introdujo al nuevo tema y yo saqué mi celular para grabar su voz, ya que nunca me llegaba a concentrar mirándole. Hablaba y hablaba de cosas muy aburridas. Nunca lo escucharía hablar de mí, ni de nuestro beso. Ni siquiera sabía cómo hacía para pararse a hablar enfrente de nosotros, sabiendo que una de sus alumnas se había besado con él.
Luego de terminar su discurso, James nos dio unas preguntas de investigación para empezar en clase. Pidió que hiciéramos grupos, que en unos minutos volvería.
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...