Capitulo 6

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Ya casi es medianoche. 

Hace un rato vine a mi cama. Estuve hablando con mamá, papá y Carola en el comedor, pero ya era tarde para seguir allí. Hoy quiero dormirme temprano, para poder descansar bien. 

Mientras usaba mi computadora me llega una llamada de Cristal, mi mejor amiga. Dejo la computadora a un lado y atiendo.

- Hola Cris - digo con voz ronca -, ¿qué pasa?

Ya estoy un poco cansada para hablar, pero de todas formas pongo mi mayor esfuerzo. 

- ¿Vas a la fiesta del sábado? - pregunta rápidamente. 

Miro mi placard pensando qué podría ponerme. No estoy segura de si tengo las energías para salir a la noche, pero de igual manera debo darle una respuesta a mi amiga. 

- Me voy a fijar - respondo - No tengo ganas de salir... 

Escucho a Cristal resoplando. 

- ¿No quieres divertirte un poco? - insiste. 

De a poco, empieza a convencerme y resulta que la idea de ir a una fiesta no es tan mala. Si reviso mis prendas de ropa puedo encontrar algo bonito, y no está mal salir de vez en cuando.

- Mañana te lo confirmo bien - respondo. 

De igual manera, nos quedamos hablando un rato por llamada. A pesar de ir a la misma escuela y vivir cerca, nunca nos quedamos sin tema de conversación. A tal punto que vuelvo a ver la hora a eso de las dos y cuarto de la madrugada. 

¡Casi! Esta noche no dormiré lo suficiente. 

- Cris, estoy cansada y ya es tarde - digo.

Nos despedimos y apago mi computadora. 

Pero mi cerebro nunca deja de trabajar. Tengo demasiados planes para llevarlos todos a cabo. Desde empezar una dieta, ir al gimnasio o ganar alguna competencia de natación hasta resolver las cosas con Mason, ya que lo último que quiero es que perdamos nuestra amistad.

Pero apenas pienso en algún hombre, Wilson se interpone.

Algún día hablaré con Wilson. O eso espero.

Si fuese por él, me gustaría tener historia todos los días.

Sin darme cuenta, caigo en un profundo sueño y Carola me despierta.

Segundo día de clase. Martes. Aburrido martes. Martes de educación física. Martes de religión. Martes de estupideces.

Martes sin Wilson.

Cada momento del día fue aburrido. Los profesores no eran interesantes, Cristal y yo hablábamos las mismas cosas de siempre, y el día parecía interminable.

Durante los recreos, miraba a Wilson disimuladamente. De vez en cuando escuchaba su voz grave y de hombre mayor. A veces me lanzaba una mirada. Otras, ni se inmutaba. 

Tantas preguntas sobre él se me pasaban por la cabeza, y tenía tan pocas respuestas. No sabía nada de su vida, pero me atrajo desde el primer momento en que lo vi. 

Luego de las interminables horas de clase, salí del colegio con Cristal. Nos saludamos en la calle y me dirigí a casa. Llegué, saludé a mamá y luego me encerré en mi habitación. No tenía hambre, así que no merendé nada. 

Quería saber más sobre la vida de Wilson. Necesitaba conocer un poco mejor a ese profesor. Sus ojos irradiaban misterio.

Y para todas esas preguntas solo hay una respuesta: Facebook.

No soy de esas chicas que espían cada perfil del chico que les gusta, pero no podría ir a entablar una conversación con el profesor. Hay cosas que debía descubrir por mi propia cuenta.

Luego de escribir su nombre en la barra de búsqueda aparecieron miles de resultados llamados James Wilson. Miles. Eran tantos que los ojos no paraban de buscar. Era imposible encontrar a Wilson en esta enorme cantidad de hombres con el mismo nombre. 

Pero de igual manera que estaba determinada a encontrarlo, comencé a pensar en algún nombre de los otros profesores de la escuela. Seguramente serían amigos en Facebook, o al menos tendrían una foto juntos.

- La profesora de geografía - digo en voz alta. 

Busco Ariana Tristinianny y rápidamente encuentro a la profesora de geografía de los alumnos de quinto. Su nombre era poco usual, por lo que no sería difícil que apareciera en los resultados de búsqueda.

Me deslizo por su perfil y por las pocas fotos que tiene. Entro a la sección "amigos" y busco a Wilson.

James M. Wilson.

Wilson. Te encontré.

Hago clic en su nombre y Facebook me lleva a su perfil.

Veo su foto de perfil. Está con sus lentes, una remera azul marino y un vaso de cerveza en su mano, riendo y mirando hacia otro lado. Su foto de portada se ve que es de esa misma noche, ya que lleva la misma ropa y se abraza con unos cuantos hombres, supongo yo, sus amigos.

Me deslizo por su perfil. De su nacimiento figura el año: 1983. Actualmente tendría 35 años. Veo publicaciones de fútbol que compartió. Veo dónde estudió. Veo dónde trabaja y noto que también lo hace en otros colegios. Veo a sus amigos.

Veo su perfil lleno de hombres y mascotas. ¿Madre, hermana, prima, sobrina, novia? ¿Alguna mujer en su vida? No veía ninguna. No encontraba ninguna.

¿Por qué no tienes fotos con ellas, Wilson?

Luego de un rato vuelvo a hacer clic en su nombre y leo de nuevo James M. Wilson.

Esa M.

¿Cuál será su segundo nombre? 

De repente, veo un botón tentador. Básicamente decía "apriétame", "oprímeme", "haz clic encima mío".

Decía "¿Deseas contactar a James M. Wilson?"

Qué hago.

Me siento atraída por la idea de hablar con él por aquí. Las personas somos más valientes por chat, y me sería más sencillo hacerlo en Facebook antes que ser vista por toda la escuela. 

Pero no es lo correcto.

Hago clic en la opción negativa y bajo el monitor de mi computadora, cerrándola. Me agarro la cabeza con ambas manos, meditando cómo puedo hacer para encontrarlo.

- Necesito verte, Wilson - digo en voz alta. A pesar de no querer hacer esto, a pesar de estar algo incómoda con él, decido llamar a Mason. Sé que me ayudará.

Luego de unos tonos, mi amigo atiende el teléfono.

- ¿Alexa? ¿Qué pasó? - pregunta.

- Necesito tu ayuda - digo -, busquemos la dirección del profesor Wilson.

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