Capitulo 68

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El camino empieza en una autopista.

Parece que estamos yendo a un lugar apartado de la ciudad. Después de salir de la zona residencial, pasamos por la Gran Ciudad. Los altos edificios y las luces brillantes se mostraban felices un viernes a la noche. La gente salía a la calle, con su ropa de verano, a disfrutar de una noche cálida bajo la luz de la luna. Tal vez irían a comer algo, o a bailar a alguna discoteca.

Estábamos recorriendo la autopista cuando James puso música. Siempre nos gustó el rock, por lo que no dejamos de cantar en todo el trayecto.

- ¿A dónde vamos? - pregunté después de un par de canciones. Él me miró y sonrió levemente.

- A tu sorpresa, Alexa - dijo - Relájate, todavía queda tiempo para llegar.

- Te haré caso entonces - respondí, acomodándome en el asiento.

- Por cierto, gracias por hacerme caso usando ropa cómoda - añadió - No íbamos a ir a un restaurante como siempre.

El trayecto se hace infinito, y me recuerda a aquella vez que íbamos a tatuarnos. Recuerdo estar escuchando Peace of mind, recuerdo a mamá. Sonrío porque sé que ella está en alguna parte, alegre por mi cumpleaños.

Quiero decirle a James que estaré sola en casa todo un fin de semana, pero me contengo. Aún no veo que sea el momento para decírselo, y la idea todavía me genera nerviosismo. Decido empezar a contarle cómo me fue en el parque de diversiones.

- ¿Y te gustan las montañas rusas? - preguntó después de escucharme.

- ¡Las amo! Siento una increíble adrenalina cuando me subo a una. No soy yo cuando estoy allí.

Él medita unos segundos y luego me mira rápidamente.

- Tal vez, no eres tú nunca - dijo - Y eres la verdadera Alexandra allí arriba.

Su razonamiento me deja pensativa.

- Puede ser que tengas razón - respondo.

Ya pasados unos cuantos minutos, James sale de la autopista y nos dirige por un camino luminoso. Veo que es una zona residencial pequeña, como si fuese un pueblo. No hay grandes casas, ni muchos autos. Los negocios son pocos, pero la gente parece estar de fiesta.

Cuando pensé que íbamos a bajar allí, él toma un camino a la derecha. Es de tierra, por lo que será más difícil ir por ahí. Luego empezamos a subir una colina. Ya casi no hay luces, de manera que James prende las luces altas del auto para poder ver con claridad el camino. Nos rodean plantas altas, lo que hace que no pueda contemplar las vistas de debajo de la colina.

Damos un par de vueltas a la colina. No es muy empinada.

- ¿Qué hacemos aquí? - pregunto, esta vez preocupada. Él no dice nada.

Seguimos subiendo hasta que el camino se abre. Parece que llegamos a la cima.

James estaciona el auto a un costado y ambos bajamos. Lo veo que se dirige al baúl del mismo, y decido ver qué busca. Parece agarrar una mochila, por lo que le ofrezco mi ayuda, pero se niega.

- Vamos a caminar - dice.

Empiezo a seguir su paso. Siguen habiendo plantas que tapan la vista, por lo que me rehúso a seguir buscando un hueco para admirar. Nos metemos por un oscuro sendero, el cual James ilumina con una linterna. Más que una colina, estamos metidos en un bosque en altura.

La noche es agradable, y casi no hay sonidos. Se escuchan algunas chicharras y grillos, nada más.

- ¿Vas bien? - pregunta, dándose la vuelta. Asiento con la cabeza. Estoy ansiosa por saber qué me espera. No puedo ver qué hay delante, ya que el cuerpo de James me lo impide.

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