Capitulo 64

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Los días pasaron lentamente, resistiéndose. 

Los exámenes fueron algo complejos, pero nada para lo que no estuviese preparada. Me había esforzado lo suficiente estudiando para los finales, por lo que debía irme bien. 

Ya para el jueves, estaba muy cansada. Apenas salí de la escuela decidí que no quería hacer nada más que relajarme. Papá había estado prestando atención a cuánto tiempo estudiaba, por lo que me sentía exhausta de releer los apuntes una y otra vez. Ya me los sabía de memoria, pero él necesitaba asegurarse de que todo estuviese en orden. 

Por su parte, Carola me había ayudado en todo lo que necesitara, y eso me agradó. Ella ya había pasado por los exámenes de fin de curso, de manera que sabía todo el esfuerzo que hice.

Pude conversar muy poco con Mason y Cristal en estos días, ya que en clase teníamos que rendir, en los recreos releíamos todo, y para cuando volvíamos a casa seguíamos estudiando o si teníamos algo de tiempo libre, descansábamos. 

Hoy fue mi último examen, por lo que me dediqué a dormir una pequeña siesta. Papá estaba emocionado porque mañana es mi cumpleaños. Carola me contó que, al ser el primer año que lo festejo sin mamá, quería prepararme algo especial.

James me ha estado llamando algunos días, y yo a él. Hemos hablado poco porque ha estado trabajando mucho. De igual manera, mañana seguramente nos veamos.

- ¡A comer! - grita Carola desde la cocina. Estaba en mi habitación, viendo una serie. 

Bajo las escaleras y siento un delicioso aroma a pollo horneado. Papá ya estaba sentado, listo para disfrutar su cena. 

- ¡Se ve muy bien! - digo colocando en la mesa los platos que mi hermana me daba.

Una vez que todos estamos listos, nos acomodamos y comemos.

- Faltan horas, solamente horas - dice papá, antes de llevarse un pedazo de pollo a la boca. Sonrío levemente. 

En muy poco tiempo tendré dieciocho años. Seré mayor de edad. Podré hacer todo lo que no pude en años. Sólo en pocas horas.

- Tienes una emoción... - señala mi hermana. Es verdad, no estaba muy emocionada tampoco. 

Las nuevas experiencias son las que más miedo me dan. Las responsabilidades, la vida después del secundario, todo.

- No olvidemos que en una semana es mi fiesta de graduación - respondo.

- Egresada - me corrige Carola - Has estado viendo mucha televisión y se te mezclaron las palabras.

- Es lo mismo - dice papá - Simplemente, mi niña terminará el colegio. ¡Es igual de emocionante que tu cumpleaños!

Río levemente. 

La cena continúa, hablando de cosas sin sentido. Cuando terminamos, le halagamos el plato a Carola y ayudamos a levantar y lavar todo.

En casa, siempre fue tradición quedarse despiertos hasta las doce de la noche todos juntos, jugando a algún juego de mesa en familia. Cuando se hicieran las doce, saludaríamos a la persona que cumplía años y le daríamos sus regalos.

Ambos me preguntaron qué quería de regalo este año. Pero no se me ocurría nada, y tampoco les quería pedir algo. Solamente quería que estuvieran bien, sanos y salvos en casa. 

Si pudiera pedir algo realmente, pediría que mamá y Andrés estuviesen aquí. Andrés sería un bebé muy hermoso, y mamá me estaría cantando diferentes canciones de rock que me hacen acordar a mi infancia. 

Pero como eso no es posible, no pedí nada.

Carola se acordó de que debía comprar un vestido para la fiesta, por lo que me preguntó un color y dijo que me regalaría alguno. Papá no preguntó más que una única vez, y luego no tocó el tema en varias semanas.

A eso de las diez y media estábamos jugando al Life. Nos divertimos un largo rato viendo cómo papá ganaba todo el dinero, y yo caía en la quiebra. Carola llegaba primera a la meta, como siempre. 

- ¡Otra vez ganaste tú! - reclamaba papá, casi enfadado.

- ¡Los números están de mi lado! - repetía Carola, cada vez que giraba la ruleta. 

Nos reímos un rato más, hasta que terminamos de jugar. Después, decidimos poner música para bailar y cantar un poco.

Carola y yo éramos el mejor dúo. Cualquier canción en pareja la cantábamos nosotras. Pero en medio de la canción, ella interrumpió.

- ¡Alto! - gritó tan desesperada, que papá y yo saltamos en nuestros lugares. 

Ella salió corriendo a buscar su celular, mientras miraba el reloj del salón. 

- ¡Ya casi, Alexa! - exclamó eufórica. Ella se acercó hasta donde yo estaba y papá se incorporó para ver la hora. 

- Y... - dije, nerviosa.

Finalmente, el reloj marcó las doce.

- ¡Feliz cumpleaños! - gritaron papá y Carola al mismo tiempo. Me abrazaron tan fuertemente que sentí que se me iban a salir los ojos. 

Su abrazo fue muy reconfortante. 

Tanto, que para cuando me soltaron, me di cuenta que Mason y Cristal estaban en casa.

- ¡Felicidades! - gritaron. Corrí a abrazarlos y me recibieron en otro cálido abrazo.

La música sonaba fuerte, la celebración se presentaba y todo estaba bien.

Cuando me separé, me dieron sus regalos. 

Ambos habían comprado un equipo de natación, que incluía una malla, una gorra, antiparras, un bolso, unas sandalias y una toalla. Además, cada uno había escrito una carta y la habían guardado allí. 

Los abracé fuertemente y luego Carola me pidió atención. 

Sacó de un mueble una bolsa enorme y blanca. Luego de dármela, me acomodé en el sillón y de ella saqué una caja. La dejé en la mesa y cuando la destapé, vi un hermoso vestido rojo carmesí. 

Lo saqué de su empaque y lo observé. Era largo, con el escote en V y tenía brillos. Era el vestido más hermoso que pude imaginar. Le di un enorme abrazo y lo guardé. También me dio una carta, la cual dejé separada con la de Mason y Cris.

- ¡Falto yo! - exclamó papá, yendo a abrir la puerta.

Miré muy extrañada su comportamiento. ¿A dónde se iba? En cambio, todo el resto, lo miraba emocionado. 

Cerró la puerta de entrada y un par de minutos después entró con alguien más. 

- No me digas que es cierto - alcancé a decir. 

Papá venía llevando un hermoso perro bebé color chocolate. Era muy pequeño y sus ojos contemplaban la escena, algo aturdidos.

- Feliz cumpleaños, Al - dijo, tendiéndome al cachorro. - Es hembra, ¿cómo quieres que se llame? 

La sostuve unos instantes. Era liviana y suave. Nos miramos fijamente y extendió su hocico a mi nariz. Cuando me acerqué, me dio un beso. 

- La llamaré Moa - dije, sin pensarlo un segundo más. 

Y así fue como papá, Carola, Mason, Cristal, Moa y yo festejamos durante la noche. 


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