La mañana fue tranquila.
Con Carola fuimos a la tienda de mascotas y le compramos a Moa comida, una cucha para que pueda dormir allí, juguetes y accesorios para sacarla a pasear. Cuando volvimos a casa, la cachorra nos recibió alegremente, moviendo la cola de un lado a otro.
Más tarde, salimos con mi hermana a comprar algo de ropa para esta noche. Me enamoré de una cadenita de plata, por lo que Carola decidió pagarla por mi. No vi nada de ropa que me gustara, así que pensé en buscar un vestido de mi placard.
Papá se tomo la hora del almuerzo para llevarnos a mi hermana y a mi a comer a un restaurante de hamburguesas. Nos reímos mucho y comimos riquísimo. Nadie me preguntó si a la noche saldría, ya que eso lo dan por sentado.
Cuando terminamos de comer, Carola y yo volvimos a casa, y papá a trabajar. Ella también se había tomado el día libre, y además quería estar con la perra. Por mi parte, me dirigí a mi habitación para ver una serie y esperar a la hora de salir con mis amigos a merendar. En mi mente tenía el plan de ir a la plaza, pero no sé cuál es su idea para esta tarde, por lo que pienso esperar hasta que vengan a buscarme a casa.
Después de ver un capítulo de la serie, me llegó un mensaje de Cristal diciendo que pasarían con Mason a buscarme en pocos minutos. Eran casi las tres y media de la tarde, por lo que me arreglé un poco y luego de agarrar mi billetera y mi celular, bajé al living para esperarlos.
Apenas bajo, me doy cuenta que el día ha mejorado. La lluvia paró hace rato, y parece que casi todo se ha secado. Por su parte, Carola y Moa no dejaban de jugar. La cachorra iba de un lado a otro ya que Carola agitaba sus juguetes para que los atrapara.
- No sé cómo no se cansa - comento analizando la situación.
- Es cachorra, apenas tiene unos tres meses - dice mi hermana. Ella sonríe bastante, lo que me hace alegrarme. - Vuelve temprano así te puedes arreglar para la noche.
- Ya lo sé - respondo. Escucho el timbre de casa y luego de despedirme, bajo a recibir a mis amigos.
Cristal y Mason habían ido a sus casas a cambiarse de ropa, y me pidieron que saliera de casa. Luego de saludarlos y de recibir sus abrazos, me doy cuenta de que no llevan nada para ir a la plaza.
- No vamos a ir a la plaza esta vez - dice Cristal. Intento descubrir qué tienen planeado para esta tarde.
- Vamos al auto - agrega Mason.
¿Auto?
Cristal es la primera en subirse, luego Mason y por último yo. Conducía la madre de Cristal, quien me deseó un feliz cumpleaños y me obsequió un labial muy bonito.
El viaje comenzó saliendo de la zona residencial, y después, la madre de mi amiga condujo hacia una autopista. Definitivamente, era un lugar alejado. Pero, ¿qué era? ¿A dónde íbamos?
El calor no era agobiante, pero sí se podía sentir en el auto. Nos pasamos gran parte del viaje hablando de cómo nos habían resultado los exámenes de fin de curso, y de la fiesta del viernes próximo. Cristal y yo ya teníamos nuestros vestidos, pero Mason no había conseguido el traje.
Unos minutos después, empecé a darme cuenta a dónde íbamos.
Y es uno de mis lugares favoritos.
- ¿Estamos yendo a donde creo que es? - pregunto curiosa.
La mamá de mi amiga no dice nada, pero Cris y Mason se lanzan miradas cómplices. No responden, pero sus gestos dicen todo.
Salimos de la autopista y luego de un par de cuadras, empiezo a escuchar música a todo volumen. También escucho gritos y risas.
Cuando bajamos del auto, respiro el aire de verano. Los rayos de sol marcan levemente mi piel, y las risas de las personas me terminan de alegrar.
- ¡Sorpresa! - dicen los tres al unísono. Me acerco y los abrazo fuertemente.
Llegamos al parque de diversiones.
- ¡Gracias por traerme aquí! - digo, terminando de abrazarlos.
- Te lo mereces, Al - dice Mason, volviendo a darme un abrazo.
No dejo de sonreír. Quiero entrar ya mismo.
- Vayan, chicos - señala la mamá de Cristal - en unas horas los vendré a buscar.
Agradecemos y luego de despedirnos, nos dirigimos a la entrada. Mason saca de su bolsillo tres entradas y pasamos directo, sin hacer fila.
- Señor disculpe - dice Cristal, interrumpiendo a un joven apenas terminamos de entrar - ¿Nos puede sacar una foto?
Ella le da su celular y él asiente con la cabeza. Cristal, Mason y yo nos acomodamos delante del cartel de bienvenida y sonreímos a la cámara. Una vez que el hombre saca las fotos, nos devuelve el celular.
- ¿Simulador o montaña rusa? - pregunta Mason, mientras Cristal nos enviaba las fotos - ¿Con qué empezamos, homenajeada?
Río un poco ante la palabra que usa para referirse a mi. Siempre, cuando éramos niños, los animadores de los salones de fiesta, usaban esa palabra para dirigirse a la persona que festejaba su cumpleaños allí.
Es gracioso, porque estoy cumpliendo la mayoría de edad, pero estamos festejando en un parque de diversiones. ¿Qué mas da? ¡Los parques de diversiones son para todas las edades!
- Simuladores - respondo - Lo mejor para el final.
Ambos asienten con la cabeza, y agarramos un mapa del parque para buscar los simuladores que había. Cuando encontramos uno, nos dirigimos al mismo.
- ¿Cómo te fue en tu día hasta ahora? - me pregunta Cris. Le cuento lo que hice con Carola, cuando fui a almorzar, y que luego me quedé en casa viendo la serie.
- Está siendo un cumpleaños grandioso, gracias por todo. A los dos.
Vuelvo a abrazar a mis amigos mientras hacemos la fila para ingresar al juego.
- ¿A la noche verás a James? - pregunta Cris. Asiento con la cabeza. Ella ve que Mason se distrae y luego de acercarse a mi oído me susurra: - ¿Tienes ganas de tener sexo con él?
Mi cabeza vuelve a plantearse muchas cosas, pero niego luego de unos segundos.
- Luego te explico - respondo. En ese instante, Mason nos habla y seguimos hablando de otra cosa.
Creo que estoy preparada para tener relaciones con James, pero no fuera de mi casa. Sé que es difícil invitarlo cuando mi familia no esté, pero no quiero que sea en un lugar que no conozco.
Mis pensamientos se ven interrumpidos por el empleado del parque, quien nos indica que podemos subirnos a la atracción.
Dejo de preocuparme por las cosas que ahora mismo no se pueden solucionar, y disfruto del momento.
Cristal y Mason se sientan a mi lado.
En este momento, sólo puedo sentir gratitud y felicidad.
Y es increíble.
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...