Capitulo 32

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Ya estoy en casa. Me dieron el alta hace unas horas, por lo que puedo pasar el sábado encerrada viendo películas. 

Viendo películas, comiendo chocolates hasta que mi estómago explote y ahogándome en mis lágrimas, porque las mentiras de James no las podré superar. 

Lo odio, lo aborrezco. 

Se hizo pasar por soltero. Aunque jamás le pregunté si lo era... El punto es que jamás me dijo que estaba casado, y que incluso su mujer estaba embarazada. Claro, ¿por qué lo diría? Tenía todo: la esposa amable y cariñosa, un hijo en camino, seguramente una gran casa, autos lujosos, ropa costosa, un trabajo que le hacía feliz y mucho dinero. Ah, y su joven amante, que además es ilegal, claro. 

Bueno, ahora perdió a una de sus piezas de su rompecabezas. 

Y no creo que la encuentre.

Mi teléfono suena y leo que Cristal está viniendo a casa. 

Apenas llega la saludo y nos encerramos en mi habitación a hablar y a comer mucho chocolate. 

- Anoche me emborraché como nunca... - dice Cris, buscando chocolate con maní. 

Me río. Ella siempre tiene esos comentarios que te dan vuelta.

- Yo anoche estuve en un hospital - respondo. 

- Algo me contó tu papá. Pero tu jamás te desmayas... - dice dubitativa. Me empieza a mirar fijo y se acerca -. ¿Qué hiciste? ¿Qué tomaste?

La miro. Las lágrimas se me escapan, quieren salir y mostrarse. Quieren inundar mi habitación y ahogarnos. Quieren deshidratarme.

Cristal ve que estoy por romper en llanto y me abraza fuerte.

Y lloro mucho. 

Lloro todos los momentos en los que pensé que James me quería. Lloro todos los besos que le di, porque los que me dio los tengo impregnados en la piel. Lloro todos los momentos que hablé con él. Lloro todas las veces que pensé en él, que lo extrañé. Lloro las miradas, los recuerdos y las caricias. Lloro, y vuelvo a llorar. 

- Dime - dice Cristal.

Me incorporo del abrazo. Me limpio la nariz y me seco un poco los ojos. Luego de unos minutos y sollozos, me aclaro la garganta.

- Estaba yendo a buscar a James a la biblioteca, y escuché a uno de los directores hablar por teléfono - se me escapan más lágrimas -, y me escondí para escuchar y decía que James estaba en el hospital con su esposa que iba a parir. 

Me pongo un almohadón en la cara y lloro. 

Escucho a Cristal levantarse de la cama y agarrar algo, para luego volver a sentarse. Luego entiendo que lo que agarró era la computadora, porque escucho el sonido que hace cuando abre la pantalla de inicio. 

Cristal teclea rápidamente. A veces creo que debería dedicarse a la informática. 

- Ven - dice. Me saco el almohadón de la cara y lo dejo a un lado. Me siento a su lado. 

- ¿Quién es Mary Thompson? - pregunto. 

- Yo, es un perfil falso.

Miro la pantalla de la red social. Está llena de fotos y empezó a seguir a muchas personas. 

- Vamos a ver... ¿era James Wilson? - pregunta.

- James M. Wilson - respondo.

- ¿Y esa M? 

- Ni idea, jamás le pregunté.

Cristal busca su nombre. Aparecen trillones. Estamos un buen rato hasta dar con el perfil que queríamos.

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