Capitulo 77

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La tarde con mis amigos había sido increíble. 

Habíamos estado en la pileta charlando. Sí, me quedé en la pileta vestida. Hablamos de la fiesta, de lo que había pasado con James en el cuarto de muebles, de nuestros planes y de volver a juntarnos más seguido en verano.

Mason se iría a Europa en unas semanas, pero Cristal no tenía planes de vacaciones, así que podríamos estar juntas. Papá tampoco me había dicho nada de irnos de viaje. 

- Y nos volveremos a ver cuando regrese de Europa, ¿si? - había dicho Mason en la casa de mi mejor amiga, y ambas habíamos asentido con la cabeza. 

Moa estaba cansada de haber jugado toda la tarde con Frodo, y yo estaba un poco más seca que cuando Mason me había arrojado a la piscina. Volvimos a casa cuando el sol comenzaba a ocultarse. 

Cuando llegué, Carola, Ana y papá me recibieron charlando en el living, tomando algo antes de cenar. 

- Hola Alexa - dijo Ana. Moa entró a casa alegremente mientras saludaba a todos. 

- ¿Por qué estás tan mojada? - preguntó mi hermana. Papá no había dicho nada, pero con su mirada pude entender todo. 

- Ya me voy a bañar - respondí, y subí directo a mi habitación. 

En mi cabeza seguían los recuerdos con mis amigos, con mi familia, e incluso con mamá. Mientras me duchaba, su voz sonaba en mis oídos, y podía sentirla cerca mío. 

La extrañaba muchísimo. 

No pude identificar si realmente estaba llorando porque las lágrimas se confundían con gotas de agua, pero igual me destrozaba saber que ella no estaba más en mi vida hace meses. Me había quedado con muchas dudas e incertidumbre. Nunca pudo ver cómo me graduaba, o si me casaría en algún momento. Mis hijos no tendrían a su abuela que les cocinara comida deliciosa y los llevara a pasear. 

Tardé mucho en salir del agua. Necesitaba mi momento de reflexión. 

Cuando terminé, me di cuenta que era de noche. Me sentía un poco vacía, por lo que abrí un cajón y busqué las cartas que mis amigos me habían dado para mi cumpleaños y las leí. 

Entre otras palabras, sus cartas decían que siempre estarían para mi. Que no me dejarían sola en la oscuridad, y que siempre intentarían hacerme sonreír. Pude sentirlos a mi lado, y eso me alegró. 

Cuando estaba doblando nuevamente las cartas, Carola entró a mi habitación.

- Hola - dijo, cerrando la puerta. - ¿Cómo te fue con tus amigos?

- Bien, muy bien- respondí. Ella se sentó frente a mi en la cama. - Cuéntame cómo te fue a ti, que estuviste en el trabajo.

Ella respiró profundamente con los ojos cerrados. Luego de unos instantes, los abrió y me miró.

- ¡Estoy contratada! - exclamó.

- ¿En serio? 

- ¡Sí! 

Ambas nos levantamos de un salto y nos abrazamos. Estaba muy feliz por el logro de mi hermana. 

- ¡Te felicito! ¡Te felicito! - repetía una y otra vez. Me sentía tan alegre por su noticia que no me salían otras palabras.

- ¡Gracias! - respondió antes de separarse. Cuando finalmente nos calmamos, pude hablar, pero la sonrisa no se quitaba de ningún rostro. 

- ¿Cómo fue? - pregunté curiosa - ¿Qué querían saber? 

- Bueno... - empezó ella - Pensé que sería algo mucho más formal. Eran todas personas de mi edad, y parecían muy simpáticos. 

- ¿Y el jefe? 

- Ah sí, era una mujer. Me dijo que me veía capaz de liderar a grupos de chicos. Ya te das una idea lo que debe ser coordinar a pre-adolescentes - explicó. 

Carola iba a trabajar en un centro cultural para chicos más pequeños. Debía encargarse de enseñarles el centro por completo y organizar a los grupos. 

- ¡Te felicito! - dije nuevamente, abrazando a mi hermana.

- ¡Gracias Al! - respondió. - Hoy papá va a cocinar para festejar. 

Se levantó de la cama y empezó a caminar hacia la puerta. 

- Te veo en la cena - dijo y se fue. 

Una vez que terminó de cerrar la puerta, me levanté con las cartas en la mano. Llegué hasta el mueble donde las guardaba y pude notar que había una bolsa que no reconocía. Guardé las cartas en su lugar y saqué la bolsa.

Volví a sentarme en mi cama con la bolsa entre las manos. ¿Qué era aquello? 

Desenvolví la caja que estaba dentro de la bolsa y la abrí. Dentro de ella estaba un conjunto negro de encaje que James me había regalado, el cual había olvidado por completo. 

El corpiño no era armado, y su delicadeza era perfecta. La parte de abajo también era muy bonita, y llevaba detalles en los bordes. 

Me metí en mi baño con el conjunto en mis manos y me desvestí. Luego me saqué mi ropa interior y me puse el regalo de James. 

Me vi en el espejo. Por primera vez en mucho tiempo me sentía plena. Estaba enamorada del conjunto y de mi cuerpo. 

Me di cuenta que hacía meses no estaba bien, y ahora volvía a sentirme increíble. Amaba mi cuerpo y mi manera de ser, tenía amigos valiosos y una familia que nunca me dejó sola. También tenía una mascota muy simpática y bonita, y una casa grandiosa. Y James también me hacía muy feliz.

Salí del baño sin haberme cambiado y le marqué a James. Luego de unos tonos, atendió. 

- Hola amor, ¿cómo estás? - preguntó. 

- Hola corazón, estoy muy feliz - respondí mirándome al espejo. - Te llamaba para recordarte que me haces muy feliz.

Escuché una risita, y me hizo reír a mi. 

- Es algo muy tierno - dijo - Tú también me haces muy feliz, Alexa. 

Papá tocó la puerta de mi habitación y salté del susto. 

- Espera - susurré al teléfono. Me acerqué a la puerta del baño, pero sin salir de él. - ¿Qué pasó? 

- ¡Ya casi está la cena! - exclamó papá. - ¡Apúrate! 

- ¡Ya voy, ya voy! - respondí. Cuando escuché los pasos de papá yéndose, contesté el teléfono. - Aquí estoy. 

- No te preocupes, Alexa. Ve a cenar - dijo James. - Hablamos luego.

- ¡Espera! - dije.

- ¿Si...? 

Suspiré profundo, antes de hablar.

- El viernes vente preparado a casa, sobre todo para verme con algo bonito puesto.

Antes de que pudiera escuchar su respuesta, colgué la llamada y me saqué mi ropa interior para volver a ponerme lo que tenía antes.

Justo cuando estaba por bajar a cenar, un mensaje de James confirmó todo.

"Sorpréndeme este viernes"

Claro que lo haría, James. 

Claro que sí. 

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