Y en ese momento recordé la fiesta.
- ¿Qué sucede? - dice James separándose de mi.
- Es una amiga - digo agarrando el teléfono de adentro de la bolsa -, espérame.
Me meto de nuevo en el baño dejando a James en el pasillo con mis cosas. Esto no puede estar pasando.
- ¿Hola? - digo algo enfadada.
Del otro lado de la llamada escucho música fuerte y muchos gritos.
- ¡ALEXA! - grita Cristal desde el otro lado del teléfono. Escucho mucho bullicio. - ¡Te estás perdiendo...! - hace una pausa, por lo que me doy cuenta que tomó mucho alcohol - ¿Dónde estás? ¡Vente!
- ¿Ya puedes hablar bien? - pregunto.
- ¡No! - grita nuevamente.
- Cris, sal de la fiesta - digo.
- Ya salgo, ya salgo...
Unos segundos más tarde me vuelve a hablar. La escucho alegre, pero mareada.
- ¡Ven a la fiesta, Alexa! - dice - Mason se siente fatal.
- ¿Qué? ¿Mason? - miro mi reloj. Son las doce y media.
- Sí, Alexa - repite, intentando recuperar el aire - ¡Ven pronto!
No deja de gritar y de balbucear algunas palabras que no logro entender. Por suerte, no debo preguntarle la dirección a Cristal ya que me la había enviado antes por Whatsapp.
- Ya voy Cris, dile a Mason que se quede allí - respondo y finalizo la llamada.
Salgo del baño y veo a James. Me estaba esperando algo nervioso.
- ¿Qué ha pasado? - pregunta, acercándose. Me mira a los ojos.
- Disculpa - digo -, ¿me puedes llevar?
Él me mira extrañado.
- Es un amigo que se siente mal y lo tengo que buscar - le digo.
Él me mira unos segundos. Supongo que está pensando la respuesta.
- Perdona Alexandra, no puedo llevarte - responde luego de un rato.
Frunzo el ceño.
- Mis choferes no trabajan a esta hora. Estoy buscando una agencia que trabaje todo el día. Si quieres puedo llevarte en taxi, como hago yo luego de una reunión tan tarde.
Es el taxi o caminar. Acepto la propuesta.
Entro al baño para volver a cambiarme, no quiero llegar a la fiesta con un vestido de marca.
Minutos más tarde, estamos esperando un taxi en la entrada del restaurante.
- ¿Te gustó la comida? - pregunta James. Me doy cuenta rápidamente que él solamente quiere hablar.
- Sí, es rica la comida - respondo. Estoy vacía, sin ganas de hablar y chequeando mi celular todo el tiempo, por si Cris llama.
Llega un taxi y le digo la dirección de la casa, que está en la otra punta de la ciudad.
El viaje no es tan largo, pero tampoco es rápido. Pasamos por los grandes edificios y el centro lleno de personas con intención de gastar dinero para divertirse. Después llegamos al barrio, la zona residencial. Aquí voy al colegio, entreno en el club y paseo con amigos.
Por el final de la zona residencial, cuando está por empezar la parte de autopistas, llegamos a la casa de la chica que organizaba la fiesta.
- ¿Te acompaño? - pregunta James.
Lo pienso dos veces.
- No te preocupes por mi, no quiero que nadie me burle por bajar de un taxi con un profesor - digo.
Apenas finalizo la oración, me arrepiento de lo que dije.
- No, no quise decir que tu me avergüenzas - digo - Solamente quiero decir que ellos te conocen, y si nos ven juntos... Ya sabes.
Él asiente con la cabeza y antes de que yo baje del taxi, toma mi mejilla derecha con su mano y la acaricia, para luego darle un beso.
- Suerte Alexandra, cualquier cosa avísame.
Sonrío y bajo del taxi.
La música suena a todo volumen. El jardín delantero está sucio: hay vasos descartables, papeles y algunas botellas de alcohol tiradas en el suelo.
Me doy la vuelta, y puedo ver que el auto con James dentro se aleja.
Me vuelvo para la casa. Toco la puerta de entrada y luego pienso lo estúpida que fui al pensar que alguien escucharía. Intento abrirla pero está cerrada, así que me dispongo a entrar por la tranquera del costado de la casa.
Ya estaba abierta. Se ve que muchos más hicieron lo mismo.
Empiezo a caminar y veo la pileta de la casa, llena de gente dentro y alrededor. Todos tienen vasos en sus manos, algunos incluso botellas. Bailan y gritan las canciones. Se ríen de sus caras y de su borrachera. Hay olor a vómito y a alcohol.
Hay muchísima gente, por lo que tardo en encontrar a Cris.
- ¡Alexa! - escucho detrás mío.
Me doy media vuelta y entre la gente que pasaba por el interior de la casa, veo a Mason. Está tirado en un sillón, y con una mano se sujeta la cabeza, mientras que la otra está ocupada llevando una botella de vodka.
- Hey - digo - ¿Qué pasó? Cris me llamó por ti.
Él mira las puntas de sus pies y pone sus manos en su cabeza.
Veo que mueve sus labios, pero no escucho lo que dice.
- ¡Salgamos de aquí! ¡No escucho nada! - digo, intentando sacar a Mason de este caos.
Agarro su brazo y lo tiro para salir de la casa. Él se levanta de su sitio con dificultad, pero me sigue en todo momento. Pasamos entre la gente amontonada. Tropiezo con algunas botellas tiradas en los pasillos, e intento correrlas del camino para que Mason no caiga.
Llegamos a la entrada y me doy vuelta.
- ¿Qué me decías allí dentro? - pregunto algo agobiada.
- Que... - Se queda pensando un segundo - solamente me dolía el estómago y me preocupé, nada más.
- ¿Sólo eso? - digo indignada. Él asiente con la cabeza. - Bueno, me tengo que ir Mason. Adiós.
Empiezo a caminar y agarro mi teléfono. Busco a James entre mis contactos y le marco. No contesta. Lo hago otra vez. Una vez más. La última.
Nada.
James no contesta.
- ¡Alexa! - vuelvo a escuchar. Me doy la vuelta y veo a Mason.
- ¿Qué pasa? - pregunto, algo molesta - Ve a casa, Mason. Ya no es momento para estar aquí. Esto es un descontrol.
- En realidad, pasó algo más - confiesa. Noto en sus ojos la preocupación.
- Dímelo - respondo, sentándome en el cordón de la calle. Él me sigue y me mira.
- Tuve sexo con una chica - escupe.
Esto no está bien. Por un momento, me gustaría estar en mi habitación, en mi cama. Lejos de todo este caos.
Y ahora no sé cómo solucionar esta situación.
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...