La tarde del domingo me recibió cansada de estudiar.
Luego de haber ido al cementerio con papá, almorcé algo y dormí la siesta. Había estado estudiando mucho el sábado, pero me quedaban repasar los últimos conceptos para estar lista para los exámenes.
No olvido tampoco que papá dijo que Ana vendrá a eso de las cinco, por lo que me cambié la ropa para recibirla mejor vestida.
Mientras estudiaba en la mesa de la cocina de casa, donde comíamos todos los días, escuché sonar el timbre. Papá gritó desde su habitación que abriera la puerta porque Ana ya había llegado.
Carola no estaba para darme un consejo o ayudarme a mantener una conversación con ella, por lo que tuve que ir sola y afrontar la situación.
Busqué la llave de casa, me acomodé un poco y luego abrí la puerta.
Ana me esperaba desde el otro lado, sonriente y con una bolsa en su mano derecha.
- ¡Hola, Alexandra! - me dice alegremente - ¡Qué gusto verte!
- Hola Ana - respondo, casi inexpresiva - Pasa, pasa.
Ella entra a casa con una gran sonrisa.
- Traje algunas cosas para la hora del té - anuncia, mostrándome la bolsa que llevaba - No quería que nadie se perdiera la comida.
- Gracias, no debiste molestarte - digo. Me molesta ser tan seca, pero si finjo un poco más de interés será muy obvio y quedaré peor ante Ana.
Mientras la hago pasar hacia la cocina, veo a papá bajar las escaleras.
- ¡Buenas tardes, preciosas! - dice felizmente, dándome un beso en la frente, y luego dándole uno en los labios a la invitada. - ¿Trajiste comida? ¡No era necesario!
Ana se sonríe.
- Claro que sí lo era.
Ella y papá comienzan a tontear. Les ofrezco algo de beber y piden café. Mientras los preparo, escucho toda la conversación. Hablan de fin de año, de mi cumpleaños, de la universidad o el trabajo, de las vacaciones, etcétera.
Carola llega a la cocina para salvarme del calvario, lo que me alegra. Saluda a la pareja feliz y luego me saluda a mí, haciéndose un té.
- ¿Quieres que te prepare algo? - pregunta, poniéndole azúcar a su bebida.
- No, gracias - digo - Se me fueron las ganas.
Carola me mira un poco cansada. Mientras tanto, papá y Ana tenían una conversación animada, pero ya había perdido el hilo. Me despedí diciendo que tenía que terminar de leer unos apuntes y subí directo a mi habitación.
Las hojas de las diferentes materias estaban esparcidas por todo mi escritorio y por la cama. Ya estaba agotada así que pretendía darles una leída rápida para luego hablar con Cristal.
De igual manera, por más que quisiera, mi mente seguía en la cocina. No podía leer ni siquiera tres oraciones, ya que la nueva pareja de papá se interponía en mis pensamientos. Era absurdo seguir estudiando sin prestar atención, por lo que llamé a Cris y le propuse ir a la plaza.
Media hora más tarde, estaba preparándome para ver a mi mejor amiga y a Mason, a quien también le ofrecimos que nos acompañara. Preparé algo de comer para la merienda y fui en mi bicicleta. Para mi buena suerte, ninguna de las tres personas que estaban en la cocina me vieron salir, así que pude evitar conversaciones que no estaba lista para afrontar aún.
Mason ya esperaba en el lugar de siempre, y me saludó con una sonrisa.
- ¡El día está asombroso! - exclamó. Él había llevado la manta, por lo que me acomodé y nos quedamos esperando a Cris.
Llegó unos minutos más tarde, disculpándose por la demora.
- Te escuché algo ansiosa en el teléfono - dice ella, mientras preparaba la comida - ¿pasó algo?
Respiré profundamente. No podía ocultar más este sentimiento, a pesar de que ya lo había hablado con mi hermana.
- Papá está saliendo con una mujer - escupo. Ambos me miraron con los ojos muy abiertos, pero no dijeron ni una palabra. - Se llama Ana.
- Mierda - dice Mason, mirando el suelo - No esperaba semejante noticia.
Cris chista ante el comentario de nuestro amigo.
- ¿Cómo te sientes con eso? - pregunta, sirviéndonos jugo. Mason agarra un vaso y bebe deprisa.
- La verdad... - empiezo - Estoy feliz por papá, pero aún me cuesta aceptarlo. Hoy a la mañana no estaba en casa y cuando lo encontré estaba en el cementerio, dejándole orquídeas a mamá. Es complicado...
- Claro que lo es - comenta Cris - Pero sabes que para lo que necesites, aquí estamos.
- Así es - reafirma Mason, sonriente.
Sonrío y empiezo a comer algo mientras Cristal empieza a contar algunos rumores del colegio.
Mi mente sigue paseándose por la cena de hace un par de noches, por la cocina esta tarde, por los ojos de Ana. Me resulta imposible imaginarme con una madrastra. Dudo que alguna vez llegue a ocupar un puesto así, pero de igual manera no termino de estar tranquila.
- Cambiando de tema - dice Mason, interrumpiendo a Cris - En unos días es tu cumpleaños, Alexa.
- ¡Sí! ¿Qué vas a querer de regalo?
- ¡Nada! - exclamo - No es necesario un regalo, solamente salgamos a merendar a una confitería y a ver una película. Ese sería un regalo ideal.
- ¿Qué películas hay en el cine? - pregunta Cris.
- No sé cuáles habrá el viernes - responde Mason - La cartelera se cambia los días jueves, por lo que tendremos que esperar hasta último momento.
- No se preocupen chicos - digo - Ya veremos bien.
A decir verdad, este año, mi cumpleaños me tomó por sorpresa. Han pasado muchísimas cosas en un solo año. Me he distraído muchísimo, que casi se me olvida que voy a ser mayor de edad en un par de días.
Solamente me emociona el hecho de empezar a tener libertad, a ser una mujer independiente. La próxima semana será mi fiesta de fin de curso, por lo que tendré que empezar a pensar qué haré luego de la secundaria, y me genera un poco de temor.
Pero ahora no es momento de pensar en esas cosas.
Voy a disfrutar del sol, la brisa cálida que invita al verano, y la compañía de mis amigos.
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...