Capitulo 59

2.8K 122 2
                                    

Era ella. 

Ana era la mujer de la pizzería. 

Ana, con su hermoso pelo y su tez morena, quien había estado bailando y jugueteando con mi papá en el restaurante donde nos encontramos, sin saber de su existencia. Todavía recuerdo la felicidad de ambos en sus rostros, esa felicidad sincera. 

No pude dormir en toda la noche pensando en ellos. En la cara de Ana cuando me levantaba de la mesa, en Carola sosteniendo mi mano mientras lloraba a su lado, en papá diciéndome que no debía irme... 

Daba vueltas en la cama, intentando encontrar una posición cómoda. Me cubría el cuerpo con las sábanas, pero luego las quitaba. Intentaba dormir boca abajo, pero era inútil. 

Luego de bañarme, Carola me mandó un mensaje diciendo que papá y Ana habían salido, y que luego se irían a pasar la noche a la casa de ella. Mi hermana también me preguntó si quería compañía, pero rechacé la oferta. A fin de cuentas, necesitaba un momento sola para acomodar mis ideas. 

A eso de las dos de la mañana, mi panza rugía desesperada. Casi no había llegado a comer el pollo, por lo que bajé a la cocina a buscar si había quedado algo. Para mi buena suerte, mi plato estaba en la heladera. También busqué un vaso con agua y llevé todo a mi habitación. 

Sábado a la noche James debía de estar despierto, pero tampoco tenía ganas de hablar con él. Pensé en llamar a Cristal o a Mason, pero también debería explicarles todo lo que pasó, y lo único que deseaba ahora era un abrazo. 

Una vez que terminé la comida, dejé el plato en mi escritorio y salí de mi habitación. Caminé hasta la puerta de la habitación de mi hermana y toqué dos veces. Segundos más tarde, me abrió y me invitó a pasar. 

- Yo tampoco puedo conciliar el sueño - dijo, sin que le preguntara nada. Ambas nos sentamos en su cama.

- Me duele saber que papá está con alguien que no es mamá - escupo. Hacía rato lo necesitaba escuchar en voz alta, para entender que ese era realmente mi problema. Por más que me hiciera la idea, eran mamá y papá o nada. 

Carola se acercó y me abrazó. Estuvimos así largo rato, e incluso se me volvieron a salir unas lágrimas. 

- A mi también me cuesta asimilarlo - dice -, pero hay que entender que papá debe rehacer su vida. Ya pasaron meses desde que mamá falleció. 

Sí, pasaron meses. Pasaron muchas cosas desde eso. 

Pero al mismo tiempo, en mi cabeza no dejan de repetirse los hermosos momentos que mis padres habían vivido juntos. ¿Por qué estas cosas pasan? La muerte es inevitable, pero no estábamos listos para esto. Y mucho menos estaba lista para recibir a una desconocida en mi casa, de la cual no supe nada hasta que se sentó en nuestra mesa del comedor a contarnos su vida.

- Papá nos tendría que haber contado - digo, secándome las lágrimas de la cara.

- Pensé lo mismo - responde Carola, mirándome a los ojos - pero debes entender que es la primera vez para todos en esto. Tanto para papá, quien está volviendo a conocer mujeres, como para nosotras. Ya sé que no es fácil superar una muerte, Alexa, pero haciéndole esto a papá complicamos más las cosas. 

Me pongo de pie enseguida. 

- ¿Hacer qué? - pregunto, algo enfadada - ¡No he hecho nada! 

Carola me mira desde la cama, intentando buscar una respuesta coherente para darme. 

- Mira, Al... - empieza, mientras se pone de pie y se acerca.

- ¡No! - exclamo - ¡No quiero saber nada! 

Mi hermana se sobresalta y da un paso para atrás. Suspiro profundamente y cierro los ojos. Repito este proceso un par de veces más mientras escucho la voz de mi hermana, pero no presto atención a sus palabras. 

- Desde que mamá murió, nadie se hizo cargo de mi - digo. - Tú te fuiste de la casa y papá no salía de la habitación. Mis calificaciones bajaron y no quería estar aquí, y nadie fue capaz de notarlo. Y como si las cosas se resolvieran mágicamente, debo mantenerme callada y feliz mientras una mujer que quién sabe de dónde salió realmente viene a decir que es la pareja de mi padre. ¿Te parece justo? 

Carola no sabe qué decir. 

- Bueno, como no vas a responder, lo diré yo - continúo - no es justo. Ni para ti, que has estado fuera de casa un largo tiempo, ni para mi, que prácticamente se olvidaron de mi existencia y pretenden que todo esté bien. 

- Es difícil para todos, Alexa - responde. 

- Las cosas no son así. 

Nos quedamos las dos calladas, mirándonos 

- Ya estoy cansada - dice - hoy fue un día largo.

Mientras ella se acomoda en su cama, me dirijo a la puerta. 

- Perdón - digo, saliendo de la habitación. - Ya sé que no fue fácil para nadie.

Carola me observa desde su cama. 

- Fuiste algo egoísta cuando te fuiste de casa sin avisarme - agrego, antes de cerrar.

Ella se levanta del lugar y se acerca. Me mira a los ojos unos segundos, como si estuviese leyendo mis pensamientos y entendiendo todo completamente. 

- Y tú fuiste algo egoísta creyendo que no he sufrido tanto - dice y me abraza. 

Nos quedamos allí, abrazadas. 

Me da curiosidad saber por lo que ha pasado Car todo este tiempo, pero no veo que sea el momento para preguntar. 

El abrazo dura lo suficiente para irme a la cama tranquila. 

- Ahora sí, pequeña - dice mi hermana, apartándome de su cuerpo lentamente. 

La miro a los ojos. 

- ¿Podemos mañana hablar de todo lo que sucedió? - pregunto esperanzada.

- No lo sé, todavía no me veo lista para eso. 

Asiento con la cabeza y me despido. 

Las cosas cambiaron muchísimo para todos. 

Sólo espero que todo se acomode. 



AdultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora