Me dirijo a la biblioteca casi corriendo.
Intento que ningún profesor o directivo me vea en lo que va de mi trayecto.
Todavía sigo preguntándome por qué se fue así. ¿Habrá tenido algún problema con sus familiares? ¿Será por dinero? ¿O simplemente se sentía mal físicamente?
Mis piernas quieren ir más rápido y la ansiedad me consume el cerebro. Mi corazón palpita con fuerza. Cada vez respiro más fuerte, como si el oxígeno escaseara. Estaba tan preocupada que sentía que si no encontraba a James mi mente no me dejaría dormir en toda la noche. Las palpitaciones continuaban con cada paso, y se intensificaban mis nervios a cada metro.
La puerta de la biblioteca estaba muy lejos de cualquier otra puerta del colegio y jamás lo había notado hasta ahora. Quería gritar mucho. Las manos me temblaban.
Cuando llegué, sentí que iba a desmayarme. Sujeté el picaporte con mi mano derecha, pero esta seguía moviéndose. Nerviosa, abrí la puerta.
- ¡James!
Él se encontraba sentado en un sillón de la biblioteca, sin moverse. Si no hubiese sido porque seguía parpadeando, hubiera jurado que estaba muerto. Pero parecía muerto en vida.
- Cierra la puerta, por favor - dijo.
Hago caso a lo que me pide. Luego me siento en el sillón de al lado.
- ¿Qué pasó? - pregunto ansiosa - ¿por qué saliste así de la clase, James?
Él no quería mirarme a los ojos y me di cuenta. Miraba para adelante, para la puerta. No sé qué punto fijo miraba exactamente.
- Te vi y no pude contenerme.
Abro los ojos perpleja. James me mira fijo.
- Pensé que hoy no vendrías y estaba tranquilo - continúa -, no quería verte desde la otra vez porque no sabría cómo afrontarlo. Pasaron cosas entre tú y yo.
Devuelve su mirada a la puerta. No sé qué responder. Claro que pasaron cosas.
- Fui un imbécil.
Con mi mano izquierda sujeto su mejilla y hago el intento para que me mire. No lo hace. Suelto su cara y me aparto.
- Lo fuiste - respondo. Aunque no sé si esperaba mi respuesta.
James se pone de pie, pero no se va a ningún lado. Se queda allí, parado en medio de la biblioteca escolar. No sé si espera algo, tampoco sé qué espero yo.
- En estos días estuve pensando muchas cosas y ya no quiero sufrir más, ¿sabes? - digo - Me gustaría volver a empezar contigo. Y empezar bien.
Me pongo de pie. Él me mira a los ojos cuando lo hago.
- Perdóname por comportarme así - dice - jamás quise esto para ti. Solo que eres muy joven y no supe cómo tratarte.
- Espero que sepas lo que dices - respondo -, y sí, te perdono.
James sujeta mi cara con sus grandes manos y me acerca hasta que su nariz queda pegada a la mía. Cierro los ojos.
- No supe tratarte ni expresarme, perdóname.
Vuelvo a mirarlo. Lo extrañaba.
- Está bien - respondo.
Acaricia un rato mis mejillas, sin apartar su mirada de la mía.
- Te amo.
Es la primera vez que escucho a James decir que me ama. Y luego, me besa.
Esta vez me da un beso tierno. Un beso de disculpas. Un beso. Esta vez nadie besa a nadie. Compartimos un beso real. Sentido. Y eso es lo que llena.
- Ya está - dice separándose luego de unos cuantos segundos - hay que volver.
Me acomodo para salir de la biblioteca cuando se escuchan unos golpes en la puerta.
- JAMES - digo en un susurro, asustada.
Él piensa unos pocos segundos qué hacer.
Como lo veo más confundido que yo, tomo la iniciativa y abro la puerta.
- Hola directora - respondo.
- ¿Qué hacían ustedes dos aquí solos? - pregunta nerviosa, entrando a grandes pasos en la biblioteca.
- El profesor me estaba buscando un libro, pero aún no lo encuentra - respondo de lo más tranquila.
Ella mira a James, quien está parado sin emitir palabra.
- ¿Es así, profesor Wilson? - pregunta la directora.
Él me mira nervioso. Asiento con la cabeza de manera que la directora no lo note de reojo, pero tal para que James pueda comprender lo que le quiero decir.
- Claro - dice y carraspea - de hecho, le diré cuando encuentre el libro, señorita Stephen. Ahora mismo no quiero perder más tiempo de mi clase.
- Así me gusta - dice la directora -, si me permiten, voy a buscar algo que leer. Ya me terminé a Borges.
Salgo de la biblioteca y James me sigue.
- Si le parece, busque algo de Cortázar - dice James, dándose la vuelta para hablar con la directora - es excelente.
Ella sonríe.
- Gracias, James - responde - siempre tan considerado.
- No hay de qué - dice y cierra la puerta.
Empezamos a caminar por los pasillos de la escuela, y lo último que me siento es aliviada.
- ¿Cortázar? - pregunto.
- "La continuidad de los parques" es excelente, es un cuento - dice.
- Lo leeré cuando aprendas a mentir - respondo.
Él ríe.
Una vez que llegamos al salón, Andrea nos recibe.
- Pensé que ibas al baño - me dice.
La miro un poco nerviosa, pero James se percata.
- No se preocupe - responde - la señorita Stephen vino a consultar por un libro y nos llevó más de lo esperado. Todavía no lo encontramos.
- ¿Usted se siente mejor, profesor? - pregunta.
- Sí - responde James nuevamente -, absolutamente. Necesitaba despejarme.
Andrea sonríe y entro directamente al salón, sentándome al lado de Cris.
- ¿Y? - dice, sin entusiasmo.
- Ya luego - respondo -, hay muchos oídos.
- ¡Prometo no decir nada! - anuncia Mason - ¡para ustedes soy una tumba!
Los tres reímos.
- ¿Cuándo volveremos a juntarnos a tomar...? - empiezo a preguntar.
- Señorita Stephen, no es momento para conversar - me interrumpe James, haciéndose el malo frente a toda la clase.
- Lo siento - respondo y me acomodo en mi lugar.
Miro al frente de la clase, como si estuviese prestando atención a lo que habla.
- ¿Mañana a la tarde? - susurra Mason.
Cris y yo asentimos a la par y comenzamos a escuchar a James atentamente.
Ahora creo que estoy mejor.
Renovada.
N/A
Hola bellezas! Espero que hayan disfrutado mucho este capítulo!
Gracias por brindarme siempre su apoyo incondicional!
Los adoro!
- Zoe
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...