Me ausenté una semana entera al colegio. No respondí muchos mensajes, solamente los de Cris.
Papá ya había vuelto al trabajo y Carola a la facultad.
No hablé con James, así que sería hoy el día en que lo viera de nuevo.
Me senté como siempre en mi lado del banco de la escuela, Cristal apoyó sus cuadernos en la mesa.
James entró como siempre, saludando.
No sé si es porque hace mucho no lo veía, pero está más atractivo.
O será que siempre que lo veo, lo noto más atractivo que la vez anterior.
- Buen día, chicos - dice parándose frente a la clase, como todas las mañanas. Examina a cada alumno hasta que deposita su mirada en mi. Luego continúa.
Pensé que me llamaría o algo, pero no.
La clase transcurre como siempre: alguna que otra explicación, ejercicios de comprensión y lectura y recreo.
Acomodo mis cosas para la siguiente materia y me retiro casi al final. Intento tardar la mayor cantidad de tiempo posible, solamente para que él me frene y me diga algo.
No lo hace.
Salgo despacio del aula y me dirijo a los baños.
- Hey - dice Cris - pensé que ya sabes quién te había tragado.
- Ya sabes quién no me habló - respondo peinándome con los dedos.
- ¿Cómo que no? ¿Se hace el difícil?
Miro su reflejo y pongo los ojos en blanco.
- No, Cris. No sabe, simplemente es eso.
Seguido a eso suena mi teléfono. Es una notificación. Me extraña no tener el celular en silencio, así que lo saco de mi bolsillo para apagarlo. No quiero recibir mensajes de personas lamentándose por mamá.
Estoy a punto de apagar mi celular cuando leo el mensaje de James.
- ¿Quién es? - pregunta Cristal.
- Nadie, sólo una notificación de Instagram - respondo y guardo el celular en mi bolsillo. - Voy a buscar dinero arriba, tengo antojo de un sándwich.
Cris asiente con la cabeza y me despido de ella hasta la próxima clase.
- ¿A dónde vas? - escucho a mis espaldas. Andrea me está mirando de brazos cruzados.
- Arriba - respondo. Ella ríe. - Voy a buscar mi abrigo.
Andrea asiente con la cabeza, dándome permiso para subir.
Subo las escaleras hasta llegar al aula y tomar la campera de mi banco, y luego ir directo a la biblioteca. Toco tres veces la puerta y se abre rápidamente, dejándome pasar.
- Hola - digo.
James me sonríe.
- Necesitamos hablar -. Su cara empalidece y su sonrisa cae. - No te hablé, ni hablé con nadie, y falté... porque mamá... - estoy por romper en llanto.
James me agarra de los brazos y me abraza, presionándome contra su cuerpo. Las lágrimas caen en su suéter, por lo que debo limpiarlas para no arruinarlo. Sollozo un par de veces hasta que me calmo.
Una vez que recupero la compostura, me separo de su cuerpo y levanto la cabeza.
- Tranquila, algo sabía de... - dice hasta que una voz lejana interrumpe. Abre sus ojos como platos y me tira contra una mesa de la biblioteca, detrás de un estante.
Me sienta en la silla y él se sienta en una de enfrente, haciéndome señas para que lea el libro que tenía frente a mis ojos. Miro su cara, intentando fingir calma.
- La revolución francesa de 18... - digo mientras una persona abre la puerta de biblioteca.
- 1789, señorita Stephen - dice James -, año en que se firmó la declaración de Derechos Humanos.
Andrea se asoma por el gran estante de libros y nos mira.
- Perdonen, no sabía que estaban estudiando - dice mirando el libro. - Alexa, la próxima dime que venías aquí.
Asiento con la cabeza y sigo.
- La revolución francesa de 1789... - digo hasta que Andrea cierra la puerta y escucho sus pasos alejarse. - Mierda.
James deshace su postura de maestro y me mira. Me mira con esos hermosos ojos claros que tiene.
Y luego reímos.
- Sí, eso estuvo muy cerca - dice levantándose. Me toma de la mano y me levanto, haciéndole caso.
Me mira mucho. Mira mis ojos, mi pelo, mi nariz, mis labios.
Y me encanta.
Empiezo a acercar las manos a su cuello cuando me agarra de la cintura y me besa.
Me besa con pasión, con ganas de besarme.
Sus manos acarician mi cintura, y las mías su nuca. Sin quererlo tiramos un libro al suelo, que por suerte no causa estruendo. Nuestras bocas se divierten mientras James me conduce por otro pasillo de la biblioteca, y me lleva a una oficina abandonada.
Cierra la puerta con fuerza y no deja de besarme. Ahora me ayuda a acomodarme para llegar al escritorio empolvado, y me siento sobre él.
Mis piernas rodean su cuerpo mientras el me besa el cuello y yo presiono su cabeza contra mi pecho. Baja poco a poco por mi torso hasta llegar a donde se une mi camisa, y desabrocha el primer botón. Sigue besándome sin parar.
Voy a enloquecer.
James nota que suelto un suspiro, y besa mis senos.
Sus manos y sus labios me acarician el torso completo, ya casi desnudo.
Se levanta para besarme el cuello de nuevo y tengo que llevar una mano al escritorio para no caer para atrás, pero él me sostiene.
Y entre tanto placer, satisfacción y sentimientos, suena el timbre para la siguiente clase.
- Mierda - susurra.
Nos incorporamos y me abrocho la camisa y acomodo mi pollera que estaba bastante levantada.
- ¿Luego de clases te veo aquí? - pregunta.
Asiento con la cabeza y deposito otro beso en su boca.
- Salgo a las cuatro, vengo directo.
- Claro - responde.
Me despido y salgo de la biblioteca.
Si pudiera tener sus besos guardados, los llevaría en mi bolsillo conmigo todo el día.
N/A
Hola bellezas!
Cómo están? Espero que bien, yo súper feliz! James y Alexa vuelven a verse siii
Y no se imaginarán jamás lo que les espera el próximo capítulo. Presten atención a ver qué día lo subo!
Les mando un beso enorme,
- Zoe
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...