Epílogo

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La navidad este año es muy diferente a otros, al igual que el año pasado.

En parte sucede esto porque mamá no está con nosotros, y por otro lado porque estamos viviendo con los abuelos.

Cuando pasó lo de James y Ana (o mejor dicho, Gerardo y Sandra) vendimos la casa y las pocas cosas que nos quedaron y nos mudamos a la casa de los abuelos hasta recuperarnos. Carola sigue trabajando en el centro cultural, pero también vive con nosotros. Moa creció bastante y es muy feliz aquí.

Papá y yo seguimos devastados.

El año pasado fue un año muy cruel para los dos. Pensábamos que luego de la pérdida de mamá y el bebé estábamos mejorando con las nuevas personas que se habían presentado en nuestras vidas, pero resultaron ser estafadores.

Cristal y Mason me acompañaron todo el tiempo, y a día de hoy lo siguen haciendo.

La causa sigue abierta para encontrar y atrapar a los dos delincuentes, pero el dolor de mi pecho no se irá jamás.

Creí que el amor de mi vida era un hombre mayor y sincero, pero resultó ser un aprovechador. Mi primera relación sexual fue con alguien que me destrozó por completo, y tardaré mucho en recuperarme de eso.

Empecé el psicólogo, y aún sigo transitando el shock del primer momento. Papá también hace terapia, y ambos nos hemos apoyado el uno al otro y prometimos no volver a mentirnos jamás.

Esta noche de navidad, luego de más de un año de la estafa, quiero brindar por nosotros. Por la familia, por la verdad y por el amor. Quiero brindar por, cada día, ser un poco más astuta en las decisiones que tomo, y por poder ver más allá de las apariencias. También brindo por la confianza que se deposita en cada persona, por un futuro mejor, por conseguir trabajo y por ser más feliz.

Y sobre todo, brindo por las enseñanzas que me dejaron estas terribles experiencias.


Para tener cuidado,

cada vez,

que me quiera meter con

adultos.


¡Salud!

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