Algo extrañada por la actitud de James, decido cambiarme.
Sigo sin comprender el hecho de que a esta hora de la noche, un sábado, me quiera ver en el club.
Luego de arreglarme un poco y peinarme, agarro mi teléfono y bajo las escaleras. No escucho a papá viendo la televisión ni a mamá cocinando, por lo que deben estar descansando. Presiento que tengo el camino despejado, hasta que llego a la planta baja.
- ¿A dónde se supone que vas a estas horas? - dice Carola, plantándose frente a mi. Intenta intimidarme con la mirada, pero no lo consigue.
- A ver a unos amigos, más tarde tengo una fiesta - respondo. Car me mira por unos segundos y luego me deja salir. Por poco tuve que rogarle que me dejara ir sin responder un interrogatorio, pero lo logro.
Busco mi bicicleta que estaba en el garage, pero antes me llega un mensaje.
"Estoy a una cuadra, como la otra vez"
James. Me vino a buscar.
Dejo mi bicicleta de nuevo en su lugar y empiezo a caminar hasta llegar a donde está el auto.
Al llegar, no veo ningún Audi TT. Solo veo un Mercedes Benz negro y polarizado. Sigo buscando con la mirada el auto de James, pero veo que del Mercedes baja un hombre de traje.
- Señorita Stephen - dice el hombre -, el señor Wilson me ha pedido que la lleve hasta un club de deportes cercano. ¿Me permite?
El hombre abre la puerta de atrás. Empiezo a dudar de si es James quien ha mandado el auto, pero el hombre me mira, incitándome a subir.
- ¿El señor Wilson? - pregunto.
El hombre me mira algo extrañado, pero luego comprende la situación.
- James Wilson me pidió que pase por usted - dice - Soy chofer.
Ahora que entiendo por dónde va todo, decido subirme al auto. El chofer cierra mi puerta y luego sube al asiento del conductor. Me pide que abroche mi cinturón, y luego prende el motor y acelera el auto.
Es un auto estándar, ni muy grande ni muy pequeño. Es bonito por dentro y se ve muy costoso.
En el viaje puedo notar que el hombre tiene su licencia de conducir a un costado, en un bolsillo que tiene la puerta del copiloto. También, en el auto veo lentes de sol, una billetera y un saco.
Sigo algo nerviosa por todo lo que está pasando. No entiendo qué estoy haciendo aquí, cuando debería de estar preparándome para...
¡La fiesta! ¡Olvidé la fiesta!
Busco rápidamente el número de Cristal en mi celular y la llamo. No atiende, por lo que vuelvo a llamarla. Como veo que no va a haber respuesta, decido dejarle un mensaje diciendo que no podré ir a la fiesta, pero tampoco quiero explicarle toda la situación por Whatsapp. Simplemente le aviso que no iré, y dejo mi celular a un costado.
Un rato después, veo que llegamos a la puerta del club. El hombre se baja del auto y se apresura para abrirme la puerta. Una vez que abre, salgo del auto intentando adivinar qué pasará.
- Y, señorita Stephen... - dice agarrando algo del asiento del copiloto, algo que no había visto -, el señor Wilson también me ha dejado esto para usted.
El hombre me tiende una rosa roja con un moño blanco atado al tallo. Es un detalle muy hermoso, por el cual le agradezco y empiezo a caminar hacia el club. Antes, decido darme la vuelta, por lo que veo al auto alejarse por la calle.
Una vez que entro al club, noto que todas las luces están apagadas. ¿Qué estará pasando?
Después. llego a la sala más grande. Aquí solemos esperar en unos bancos qué hay distribuidos por toda la habitación. Y eso hago, sentarme en un banco a esperar con una rosa roja en la mano.
Intentando buscar un indicio de James, me sobresalto por el sonido de mi celular. Abro mis mensajes y leo.
Es él.
"Que linda eres con cola de caballo"
¿Dónde está? ¿Cómo sabe que me hice una cola de caballo antes de venir?
Empiezo a mirar para todos lados. No veo a James por ningún lado.
"Ve al patio, Alexa"
Salgo de la sala, tal y como me pide James. De un instante a otro, las puertas de atrás mío se cierran y me quedo fuera. Empiezo a mirar para todos lados, pero sigo sin verlo.
En medio de la oscuridad, empiezo a escuchar una melodía. Reconozco enseguida la voz de Ed Sheeran. Hago un esfuerzo para ver en medio de la noche, para buscar a James. La canción "Thinking out loud" no deja de sonar. No dejo de mirar a todas partes, intentando localizar una silueta conocida.
Me llega otro mensaje suyo.
"Date la vuelta"
Hago lo que me pide James.
Las puertas se abren y puedo ver cómo se acerca un apuesto profesor con traje y cargando un ramo de rosas rojas.
Me quedo atónita. ¿Qué está pasando?
- Querida Alexandra - dice. Apenas habla, el volumen de la música baja, para poder entendernos con claridad -, aquí están las once rosas que le faltan a la que te entregó mi ayudante hace unos minutos - dice y me da el ramo. Él agarra la rosa que yo tenía en la mano y la acomoda en el medio del ramo.
No sé qué estoy haciendo aquí, de noche, en el club y con mi profesor de historia.
- ¿Por qué haces esto? Soy tu alumna, James - digo. Es lo único que pienso. Él es un profesor.
- Alexandra - dice. Toma mi barbilla y me mira fijo -, no me estoy declarando. Es sólo un ramo de rosas. Y si me acompañas, puede ser incluso una cena, para nada romántica.
- James, casi ni nos conocemos - digo -, ¿Por qué haces esto?
- Una cena es suficiente para conocerse - dice -. Simplemente quiero conocerte, Alexandra. Déjame hacerlo.
No dejo de mirar sus hermosos ojos. Pero la culpa me come por dentro. Sí, es lo que quiero, ir a la cena. Pero tampoco quiero saber qué puede pasar luego de esto.
- ¿Será una cena? ¿Y nada más? - pregunto. Él no deja de mirarme fijo.
- Así es - responde - no temas. No te haré nada. No tengo intenciones contigo.
A pesar de que su respuesta me entristece un poco, me alivia saber que iremos a comer algo tranquilamente, y que las rosas fueron un pequeño detalle.
- ¿Vamos? - pregunta. Evalúo un poco todo lo que puede suceder, pero termina por convencerme.
Asiento levemente con la cabeza. Él esboza una sonrisa.
Madre de Dios.
Qué me espera esta noche...
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Adultos
RomanceAlexa ama a los hombres. Ama que tengan más de 25 años. Que usen traje. Que tengan barba. Que tengan un gran empleo. Pero hay un hombre en particular en la vida de Alexandra... su profesor de historia, James. Y Alexandra nunca se ha enamorado. Y...