Capitulo 31 - Resaca

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—Creo que me debes una conversación de lo más interesante, Sora —dijo Kakashi de cuclillas delante del sofá dónde se encontraba sentada.

Sora había acabado de beber ese asqueroso mejunje que el peliplata le había preparado, según el shinobi ese remedio haría desaparecer la terrible resaca que padecía.

Había despertado en su habitación gimiendo a causa del tremendo dolor de cabeza que le producía la luz que entraba por su ventana. Kakashi había aparecido al pie de su cama y la había cogido en brazos trasladándola al sofá. Siempre tan atento. Una vez allí la había obligado a beber ese liquido asqueroso y ahora la miraba con una mezcla de diversión e interés. Ella recordaba bien poco de lo que había pasado la noche anterior, hasta qué no activó su Sharingan los sucesos aparecían borrosos y desdibujados.

Recordó el calentón y el magreo que casi acaba en un rapidito en medio del callejón. Se acordaba también de la rabia y la inseguridad que había sentido al verse rechazada, luego había activado el Sharingan y lo recordaba todo con nitidez, las palabras de Kakashi y el descubrimiento de sus propios sentimientos hacia el peliplata, se llevó la mano a la frente, abrumada por los vividos recuerdos y se puso en pie, no podía tener esa conversación ahora.

—Voy a darme una ducha, Kakashi —dijo bostezando—. Cuando salga ya veremos que sucede. —Levantó su brazo a modo de saludo—. Quizás con una ducha y tu remedio consiga recordar alguna cosa —acabó mintiendo con descaro.

Kakashi frunció el ceño una vez Sora le dio la espalda, había aprendido a controlar todas las habilidades del Sharingan, entre ellas la de activarlo con los sentidos embotados por el alcohol para sentirse como si no hubiera bebido una gota. Sabía de sobras que Sora recordaba con claridad todo lo sucedido mientras tenía su dotjutsu activado y le preocupaba el no saber porqué le había mentido. ¿Estaría arrepentida por lo sucedido? ¿Habría cambiado de idea y ya no estaba dispuesta a darle esa noche? La indecisión lo abrumaba causándole un malestar en el estomago. Se sentía como un adolescente inseguro, siempre había sabido controlar a la perfección todas las situaciones y ahora se encontraba dominado por las dudas y la incertidumbre. Sora. Ella había conseguido poner del revés todo el orden que dominaba en su carácter.

Recordó los sucesos de la noche anterior y un fuerte deseo volvió a crecer en él, ese momento de pasión en el callejón... Cómo ella reaccionó a sus besos, los gemidos que le provocó con sus caricias, el tacto de su pecho desnudo y ese pezón que se alzaba desafiante entre sus dedos. Gruñó al percatarse de la erección que esos recuerdos le habían provocado. Negó en silencio y decidió darse otra ducha de agua fría. Se estaba volviendo una rutina de lo más jodida. Ya no recordaba la última vez que se había duchado con agua caliente. Eran tales las emociones que Sora causaba en él que incluso a veces, le asustaba.

Necesitaba estar con ella, tenía que calmar ese deseo que le despertaba a medianoche tras sueños de caricias y besos. ¿Aún estaría dispuesta a pasar la noche con él o sólo había hablado sin pensar debido al sake? Por mucho que le costara sabía que no debía presionarla, no cuando ella tenía esa actitud tan tradicional en cuanto al sexo, no cuando él sólo podía darle una única noche. No cuando no encontraba otra salida. 

Suspiró con pesar. En sólo dos días tendría de nuevo uno de sus días libres y volvería a intentar encontrar sin descanso una solución a su complicada situación.

Sabía que a Sora le incomodaba su desaparición durante sus días libres, ella incluso había llegado a creer que él desaparecía para estar sólo, incomodado por su presencia y él no podía explicarle el porqué de sus acciones. Entendía la reticencia de Sora a no entregarse a él, tenía demasiados secretos y éstos estaban formando una barrera invisible que los separaba. Todo era demasiado complicado. Se llevó las manos a la frente y apoyó los codos en sus rodillas en gesto apesumbrado. Debía ser paciente y no presionarla, no tenía derecho a exigirle nada ni a pedirle explicaciones, no cuando él seguía teniendo tantos oscuros secretos.

Kakashi mi protectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora