Capitulo 49 - Vencido

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Kakashi estaba frente al monumento de los caídos sumido en sus pensamientos. El sol ya comenzaba a ocultarse y desde que la noche anterior abandonó el departamento que compartía con Sora, prácticamente sólo se había movido de allí para ir al Campo de Entrenamiento numero 3.

Hoy tenía clase de Ninjutsu con Sora y aunque sabía que la viajera no acudiría a su cita, no podía evitar acercarse al lugar de entrenamiento cada poco rato. No había comido, no había dormido, no había hecho otra cosa más que añorarla y sentirse desecho. Estaba jodido. Muy jodido, tanto que en un acto de desesperación había acudido al apartamento de Sora y aprovechando su ausencia se había colado en éste y se había llevado el colchón del dormitorio que él ocupaba en su antiguo hogar. Estaba impregnado del olor de ella y además, ese colchón estaba repleto de los mejores recuerdos que Kakashi había vivido jamás, de sus sueños hechos realidad. En ese colchón había descubierto lo que era amar a una mujer de verdad, lo que era sentir la piel de ella como la propia, lo que era unirse a alguien con un amor tan puro y sincero que dejaban de ser conciencias separadas y se volvían una sola. Porqué de lo único de lo que Kakashi estaba seguro en ese momento de incertidumbre, era de que amaría a Sora, siempre. Hasta su último aliento.

Recordó como al entrar en el departamento de Sora, había notado el olor de Darui con intensidad. Ese maldito ninja de Rayo había pasado la noche con ella, en el sofá. Kakashi olfateó con desconfianza, por suerte no olía a sexo, pero de igual manera le dolía pensar que Darui había estado con ella, reconfortándola, dandole consuelo en los duros momentos por los que Sora estaba pasando, creando un vinculo de confianza que Kakashi había perdido sólo por querer protegerla como le prometió que haría. Un dolor sordo le golpeó en el pecho al recordar la mirada de desprecio que Sora le dirigió antes de decirle todas y cada una de esas palabras tan hirientes. Suspiró con tristeza. ¿Por qué era tan injusto? Kakashi había perdido a la única mujer que había amado simplemente por querer protegerla y cumplir su promesa. Resultaba irónico, un mal chiste de ese destino cruel que le robaba una y otra vez todo lo que amaba.

Seguía sumido en sus pensamientos, temiendo el momento en que debido al cansancio, al frio o la lluvia tuviera que volver a ese pequeño apartamento en el que había vivido durante años. No quería volver, porqué ese lugar no se parecía en nada a un hogar; el peliplata sólo había considerado tener un hogar en dos ocasiones: La primera fue la mansión Hatake durante sus primeros años de vida, cuando su padre aún vivía. Tras la muerte de éste, la mansión se convirtió en un lugar triste y poblado de recuerdos dolorosos. A la primera ocasión qué tuvo, abandonó el hogar Hatake y se mudó al pequeño apartamento. En ese lugar pasó los años sin pena ni gloria, sobreviviendo. Hasta que apareció Sora y tuvo que mudarse con ella al edificio jonin, allí volvió a experimentar lo que era dejar de vivir en una casa para hacerlo en un hogar, saber que al llegar al departamento, Sora estaría esperándole o qué él podría esperarla a ella. Pero ahora, una vez volviera a entrar en ese pequeño cuchitril, la realidad le golpearía con fuerza y saña. Estaría de nuevo sólo, sin nadie que le esperara ni a nadie por quién esperar.

Por ese motivo llevaba prácticamente 24 horas delante del Monumento a los Caídos, porque era un cobarde y no se veía con valor de volver a experimentar la realidad de su soledad.
Estaba pensando seriamente en afrontar los hechos y volver a su casa cuando de pronto, lo notó. Cinco segundos antes de que lo hiciera su olfato. Ese chakra... Pero no se volvió y siguió frente al monumento con su habitual pose despreocupada, pasaron unos pocos segundos más y finalmente habló:

—Sasuke... —murmuró sin volverse.

—Kakashi... —respondió esa voz tan conocida a sus espaldas, finalmente el peliplata suspiró y se volvió hacia su antiguo alumno.

Sasuke mostraba una leve sonrisa burlona, casi de desprecio y Kakashi notó con tristeza como cada vez se alejaba más de la bondad y se sumía en esa oscuridad que lo estaba consumiendo poco a poco en la amargura del odio.

Kakashi mi protectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora