Capitulo 61 - El Santuario: Segunda prueba

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Sora salió de su hogar desgarrada en llanto, corría por las calles con desesperación. No podía creerlo, no podía ser cierto. La congoja le atenazaba el pecho, pues a pesar de su llanto, a pesar de su negación. Sabía que era real. Había visto el contrato firmado por él y en la Villa, para bien o para mal, esa firma era la ley.

Dirigió sus apresurados pasos al único lugar en el que sabía que lo encontraría, al hombre que amaba. Según los rumores él había vuelto para informar al Hokage sobre algo, su misión no había finalizado y debía volver a la frontera enseguida. Ojalá tuviera suerte y pudiera encontrarlo, la firma en el contrato le hacia pensar que su amado aún no había hablado con él y eso era sin duda, un gran problema.

Entró al barrio exclusivo de la Villa, la zona en dónde los clanes más importantes tenían sus viviendas. Frenó sus pasos, se secó las lágrimas y caminó con aparente paso tranquilo hasta la casa del hombre que amaba, las gentes de ese barrio ya la miraban con desagrado por no pertenecer a una estirpe de renombre, sólo faltaba que cruzara sus calles corriendo y llorando como una perturbada.

Giró en una de las calles y entonces, lo vio: Hablando con un grupo de ninjas, con las ropas sucias y ajadas debido a los incontables combates. Le pareció más guapo que nunca, incluso con lo cansado que se le veía. Ese cabello tan claro, ese rostro de ángel... Él la vio enseguida y en su rostro se observó que había detectado su preocupación, su gesto cambió al de ese hombre serio y calmado. Frío por momentos. Le hizo una leve señal que sólo ella entendió. Sora asintió y dirigió sus pasos a su mansión.

Esperó por varios minutos, hasta que él entró con aire apresurado y una mirada de preocupación. Sabía que ella jamás le hubiera buscado por algo que no fuera importante. Se acercó y la abrazó con fuerza, la joven correspondió a su gesto.

—No sabes cuanto te he echado de menos...—murmuró él en su oído—. Dime porque estás tan alterada —le pidió mirándola con gesto serio, con esa mirada que a pesar de no llegar a los veinticinco, a veces parecía la de un hombre que había vivido cientos de años. Ella asintió.

—¿Hablaste con él? ¿ Le hiciste la petición? —preguntó la joven con una leve esperanza, el estomago se le encogió de dolor al verle negar.

—No, tenía pensado hacerlo hoy, tal y como quedamos. Al entregar el mensaje sobre la misión, pero no ha podido recibirme. —La miró con preocupación—. ¿Que ha ocurrido? —preguntó con el ceño fruncido. Ella cerró los ojos con dolor.

—Mi tío ... Minoru...—respondió abatida, él gruñó con enfado.

—¿Ha vuelto a golpearte?  Me dijiste que hacia años que no lo hacía... —dijo con los dientes apretados y la mandíbula tensa.

—No se trata de eso —respondió Sora negando—. Es... — Un largo suspiro surgió de los labios de la joven—... Mi tío ha firmado un contrato de matrimonio. Mi contrato de matrimonio —finalizó en un roto sollozo—. Estoy prometida a otro hombre —sentenció con amargura, los ojos del joven se abrieron como platos.

—Mierda... —masculló él con preocupación—. No te angusties... —respondió pensativo, haciendo su abrazo más fuerte—. Hablaré con él, con el Hokage  —matizó—. Y luego iré a ver a tu tío, mi propuesta de matrimonio le parecerá más interesante. Sabemos que tu pariente siempre ha sido un hombre avaricioso y después de todo, mi familia es una de las más importante de la Villa, seguro que accede a mi propuesta. —Se pausó reflexivo—. Ese contrato puede cancelarse si tu tío está de acuerdo. Con seguridad ese hombre con el que pretenden desposarte no será tan poderoso como para que Sentei Minoru pierda la oportunidad de emparentarse con mi Clan— explicó el joven con seguridad, otro roto lamento surgió de los labios de la chica.

Kakashi mi protectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora