Kakashi mi protector

Capitulo 55 - Carta

Los golpes en la puerta del apartamento de Kakashi sonaron con estridencia, el peliplata se levantó abatido del frio suelo del baño y tal y como estaba, sin camiseta y sin ni siquiera ponerse la máscara se dirigió a abrir. Pasó sorteando el mobiliario destrozado en el suelo debido a su ataque de ira de la noche anterior y le dio una patada a una silla que aún permanecía en pie.

Poco quedaba del hombre tranquilo e impasible que vivía en la apatía constante.

Ya le daba igual todo.

Abrió la puerta con indiferencia y se encontró a Kurenai mirándolo con un intenso odio. Sus ojos rojos ardían como ascuas debido a la ira. Kakashi percibió como ella levantaba el puño para golpearlo, pero ni siquiera intentó esquivarlo.

Deseaba ese golpe, necesitaba sentir un dolor diferente a ese vacío que le atenazaba el pecho desde hacía poco más de dos semanas. El puño de la Kunoichi golpeó con fuerza la mejilla del peliplata, Kurenai no se había guardado nada, el impacto fue brutal y Kakashi cayó al suelo sin intentar poner remedio. La mujer lo miraba iracunda mientras entraba en el apartamento, su fría mirada no se apartaba del peliplata mientras avanzaba amenazante hacia su posición.

—¡¿Cómo has sido capaz de hacerle algo tan repugnante a Sora!? —le dijo gritándole—. Eres un maldito hijo de puta, Kakashi.

El peliplata miró abatido al suelo y ni siquiera contestó, un hilo de sangre asomaba de su labio partido.

—La entregaste a Darui sabiendo lo que ella sentía por tí —continuó Kurenai con una mirada de odio—. Eres el ser más despreciable que he conocido jamás. —Se pausó apenada—. No se cómo Asuma pudo tenerte alguna vez en tanta estima, eres un jodido cabrón —sentencio con amargura.

Kakashi sintió un dolor agudo al oír las palabras de Kurenai, él apreciaba a Asuma. Había sido un buen hombre y al igual que Gai, lo había aceptado con sus rarezas y sus indiferencias. La mujer qué tenía delante era otro tema, ella había ignorado la actitud de Kakashi y nunca había hecho ningún intento por acercarse a él, su relación era estrictamente formal, se saludaban al verse y se intercambiaban las palabras de cortesía, pero nada más. Kurenai pareció cambiar un poco tras la muerte de Asuma, jamás se lo dijo pero Kakashi sabía que ella le agradecía qué se hubiera ofrecido como capitán del  equipo 10 para vengar la muerte de éste, sin la presencia de Kakashi, la Hokage jamás hubiera permitido que los chicos se hubieran enfrentado a los Akatsuki.

Y ese leve aprecio que le había tenido alguna vez, había desaparecido.

—¿No eres capaz de contestarme, maldito cabrón? —preguntó indignada—. Si no querías nada más con Sora, había otras maneras de alejarla de tu lado. —Se pausó—. Cada vez que pienso en lo qué hiciste me siento más asqueada en tu presencia. —Lo miró iracunda—. No pareces ni sorprendido... claro qué, siempre ha sido difícil saber que pensabas tras esa jodida mirada de indiferencia y tú eterna máscara tapándote la cara. —Entrecerró los ojos y pareció sorprenderse al darse cuenta que Kakashi no llevaba el rostro tapado—. ¿Qué pasa, no eres capaz de decir nada?  —espetó de nuevo.

—Me ha extrañado que tardaras tanto en venir a verme... —respondió el jonin limpiándose la sangre de sus labios con el dorso de la mano, luego se puso en píe.

—Sora no me lo ha dicho hasta esta mañana —confesó la kunoichi con rabia—. Después  de lo qué le hiciste aún ha intentado protegerte y defenderte durante estos tres últimos días —explicó—. Sólo me dijo que ya no serías su guardaespaldas y qué cualquier posibilidad de algo entre vosotros era imposible. Hoy finalmente he conseguido que me lo contara todo.

Kakashi volvía a sentir de nuevo ese dolor sordo en su pecho, éste ya era más fuerte que el de su labio partido, prefería mil veces el dolor físico que ese vacío que lo corroía por dentro.