Capitulo 66 - Sin remedio

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—Estás borracha —acusó Kakashi con seriedad.

Sora alzó su ceja en gesto escéptico y lo miró levemente, Kakashi llevaba ese sensual traje oscuro con camisa negra, no portaba la máscara pero si su Hitai-ate ocultando su ojo izquierdo. ¿Cómo podía ser tan deliciosamente atractivo?

—No me digas... —contestó ella con aparente indiferencia volteando su rostro y continuando su andar.

—¿Has tomado mucho? —preguntó el jonin con preocupación, ella le miró y volvió el rostro con altivez.

—Eso debería serte indiferente —respondió Sora luchando por mantener el equilibrio sin tambalearse.

—Nada que tenga que ver contigo me es indiferente —respondió Kakashi tomándola del codo con suavidad incitándola a mirarlo.

Sora notó de nuevo ese cosquilleo recorriendo su espina dorsal. ¿Por qué con la sola presencia del jonin su determinación hacia aguas? Durante sus casi dos horas de ingesta de alcohol en solitario había llegado a una sola conclusión: Odiaba saberse débil ante Kakashi y odiaba la realidad de que él lo supiera.

Una idea surgió en su mente como un fogonazo. Gracias al calor del sake recorriendo sus venas vio claro como pagarle con la misma moneda...

Se había acabado ser la víctima, se había acabado dejarse acorralar por el jonin, quedarse quieta antes sus intentos de seducción. Sora iba a demostrarle que podía ser inmune a sus encantos. Sería ella la que lo prendería y luego lo pondría en su sitio. Se había cansado de ser el conejo deslumbrado y asustado.

Recordó las palabras de Darui: "Está jugando".

Bien, pues con ella ya había jugado suficiente.

Volteó su cuerpo en respuesta a su gesto y clavó su mirada en la oscura pupila de Kakashi acercándose a él sin apartar la mirada. El jonin entrecerró su único ojo visible, señal inequívoca de que intentaba comprender ese repentino cambio de actitud. Sora estaba peligrosamente cerca de él, sus firmes pechos a punto de rozar la tela de la camisa del jonin.

—¿Sabes? Siempre me gustó como te ves con tu Sharingan descubierto —murmuró la kunoichi mientras alzaba su mano y la situaba cerca del Hitai-ate del shinobi—. Ver tu rostro al completo es realmente placentero —continuó Sora sin dejar de mirarle mientras reposaba su otra mano en el pecho del jonin y se pegaba a él— . Una vez me dijiste que te gustaba la forma en que yo te miraba... ¿Eso ha cambiado? —preguntó con inocencia quitando la banda del jonin con suavidad sin poder evitar acariciar su cabello en el proceso.

Kakashi se encontraba paralizado. Estaba estático. Congelado. Inmóvil.

Mierda.

Sus manos reposaban en sus costados cual maniquí inanimado. Sora siempre le sorprendía, ella siempre lograba descolocarlo y sacarlo de su estrategia ideada.

Su quejica era única en eso.

Él la había seguido hasta el bar con la única intención de hablar con Sora. Hoy no quería tensar más la cuerda. Su idea era acompañarla a casa, bromear sobre alguna tontería y... Verla sonreír. Mierda, deseaba como al aire en sus pulmones ver de nuevo esa sonrisa que había iluminado su vida y guiado sus pasos durante su duro y largo viaje. Contemplar ese brillo en su mirada y ese hoyuelo travieso que le habían ayudado a creer en algo más que un destino de dolor y soledad. Sabía que sólo con eso hubiera dormido feliz, tan feliz como si ya hubieran derrotado a Akatsuki en la inminente guerra. Pero Sora tenía otros planes, planes que sin duda iban a volverlo loco.

—¿Ha cambiado, Kakashi? —repitió la viajera sin dejar de acariciar su cabello.

El jonin cerró los ojos con deleite, abrumado por la emoción de tener a la mujer que amaba tan cerca de él. Sora se había puesto ese perfume que lo volvía loco, su embriagante olor inundaba sus sentidos, nublando su juicio, incitándole a perder el control, a dejarse guiar por la locura, pero...

Kakashi mi protectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora