Capítulo 68 - Abejita

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Sora despertó desorientada. Pasó prácticamente un minuto hasta que recordó dónde se encontraba: Estaba en la suite del balneario de lujo, miró la enorme cama vacía a su lado y suspiró con desgana. Dejando de lado sus sentimientos por Kakashi, le parecía injusto que él tuviera que dormir en el suelo, la suite era lujosa y confortable, no le faltaba detalle excepto algún sofá o similar. La noche anterior, Sora se ofreció a llamar a la recepción del establecimiento para solicitar un  sofá o una cama auxiliar, pero Kakashi se negó argumentando que estaba acostumbrado a dormir en cualquier superficie y que además de resultar sospechoso que dos recién casados pidieran un sofá, estaba la posibilidad de despertar y molestar a la persona encargada del mantenimiento, no debían olvidar que pasaban varias horas de la medianoche... Sora había accedido finalmente con la intención de no causar molestias a nadie del balneario, pero se sintió bastante mal porque Kakashi durmiera en el suelo. No obstante, el peliplata se había escabullido con rapidez y no dándole opción de réplica la había mandado a dormir. Ella se había tumbado en la cama y había caído dormida enseguida, el largo viaje había sido extenuante.

Miró su reloj y comprobó con asombro que era cerca del mediodía, se levantó de un salto y se dirigió al salón. No encontró a Kakashi por ningún lado, iba a localizar su chakra cuando lo vio realizando dominadas en el suelo de la enorme terraza. Él parecía no haberla visto y la joven aprovechó la situación para no perder detalle del musculoso y fibrado cuerpo del peliplata. Sora se deleitó mirando los fuertes brazos y las abdominales de infarto del shinobi, sus ojos recorrieron sus marcados oblicuos hasta llegar a... Mierda, el jonin seguía estando en forma, muy en forma, esa incipiente humedad en la entrepierna de la kunoichi era una buena prueba de ello. La viajera se dio la vuelta con rapidez y decidió darse una ducha, no convenía que Kakashi notara ni descubriera que él seguía provocando en ella un deseo demasiado intenso.

Pasaron el primer día ejecutando a la perfección su papel de recién casados... Pasearon por el bosque de los alrededores, comieron en el salón, se hicieron masajes y entrenaron un poco en el gimnasio. Merendaron y se retiraron a su habitación, encerrarse en su dormitorio era la actitud más normal en dos recién casados, pero una vez dentro ultimaron los detalles de su misión. Kakashi le comentó a Sora que lo más complicado ya lo habían hecho, y era atravesar el territorio de Akatsuki sin ser descubiertos, pero de igual manera no quería dejar ningún cabo suelto. El plan era el siguiente: Se reunirían con el Daimyo en el pueblo cercano al balneario, sería una reunión rápida. En ella se firmaría el contrato que vincularía a las partes y luego tras esperar que su socio abandonara primero el lugar, lo harían ellos pasada una media hora. Eso ocurriría en tres días, luego permanecerían dos más en el hotel y al amanecer del sexto día, abandonarían el balneario para regresar a Konoha con el documento firmado.

Luego de ultimar detalles bajaron a cenar, Sora no pudo evitar sentirse feliz cuando Kakashi tomó su mano para entrar en el restaurante, los dos iban vestidos de manera elegante y sobria. Kakashi vestía ese traje totalmente negro y ella uno en un tono azul oscuro. Cruzaron el salón con sus manos entrelazadas, la kunoichi se sentía flotar, sabía que él estaba actuando pero se sentía bien, las tiernas miradas de Kakashi, los gestos de cariño, esa sonrisa velada... Todo en él la atraía de manera alarmante y Sora volvió a sorprenderse imaginándose a si misma como una abejita atraída por Kakashi y su esencia. Tomaron asiento en la mesa e iniciaron su papel de recién casados. A Sora le resultaba tan fácil fingir algo que era tan obvio para ella que incluso se puso nerviosa. ¿Se daría cuenta Kakashi? ¿De sus verdaderos sentimientos? ¿De que no tenía que hacer ver que lo amaba porque ya era un hecho? Se puso tan nerviosa que comenzó a beber más de la cuenta casi sin darse cuenta y eso la relajó un poco y pudo tranquilizarse levemente.

—Qué bueno que ese vino haya conseguido templarte los nervios... —le comentó Kakashi en el oído una media hora después—. Ha sido una buena idea, te notabas un poco tensa... Pero debo reconocer que estás haciendo un buen trabajo, Sora. —la felicitó con una sonrisa, ella sólo pudo asentir y mirarlo agradecida, Kakashi aún conseguía transmitirle esa sensación de calma.

Kakashi mi protectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora