Capitulo 50 - La historia de Kakashi Parte 1

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—Yo creía que eso era por qué eras un mujeriego de lo más cool... Me sorprendes... ¿Y no me vas a contar? ¿Y Sora? ¿Sólo podías estar con ella una noche? ¡Pero volviste a acostarte con ella aunque fuera imitando a Darui! No entiendo nada, mi eterno rival... —confesó Gai confundido mirando a Kakashi con seriedad, el peliplata cerró los ojos debido al dolor de cabeza que la charla de su amigo estaba acrecentando con sus estridentes gritos, alzó su brazo para interrumpir sus preguntas y salió corriendo hacia el lavabo de su pequeño apartamento para enterrar la cabeza en el wc y vomitar todo el Sake que había ingerido horas antes—. ¡¡Deberías activar tu Sharingan para explicarte con mayor claridad!! —gritó Gai desde su posición, luego el ninja de verde se fijó con curiosidad en el colchón tirado en medio del pasillo—. ¿Para qué narices querrá Kakashi dos colchones si sólo tiene una cama? —preguntó casi para si, negando con sorpresa—. Mi eterno rival necesita una charla sobre la llama de la juventud con urgencia —siguió musitando para si—. Esto de tener el corazón roto por amor le ha freído el cerebro —finalizó con preocupación encogiéndose de hombros.

Kakashi vaciaba el contenido de su estómago entre dolorosos espasmos, el fuerte sabor del Sake a medio digerir quemaba su garganta mientras las nauseas le nublaban los sentidos. Eso le pasaba por intentar olvidar a Sora con alcohol.

Negó con tristeza.

Se incorporó y se dirigió al mueble del baño, se lavó la cara, se enjuagó la boca para quitarse ese gusto asqueroso y se miró en el espejo. Su rostro mostraba un tono macilento y su ojo derecho se veía enrojecido a causa del alcohol y las lágrimas. Olvidar a Sora... ¿Cómo pretendía olvidarla si su presencia estaba grabada a fuego en su piel? En su mente apareció el recuerdo de la manos de su quejica recorriendo su espalda, sus dedos aferrándose a los hombros del peliplata, pronunciando su nombre entre gemidos de placer...

Dios.

Había sido tan intenso y maravilloso hacerla suya, tan jodidamente perfecto que comenzó a creer que la frase morir de amor podía ser cierta. No quería vivir sin ella; sin su sonrisa, sin su luz.

Suspiró abatido y se dirigió al pequeño salón dónde le esperaba Gai. Su amigo tras verle sumido en la desesperación, había insistido en acompañarle a casa y ayudarle a superar su dolor con la fuerza de la llama de la juventud. Y Kakashi, pese a la incesante perorata del jonin, agradecía en sobremanera su gesto. Por primera vez en su vida no se sentía capaz de afrontar algo él sólo, sin la ayuda de nadie, sin el apoyo de un amigo. Incluso en eso Sora lo había cambiado; él, Kakashi, el tipo solitario y esquivo, indiferente y apático se había convertido en un hombre mejor gracias a ella.

Entró en el salón y destapó su Sharingan para dejar de sentir ese constante y molesto mareo. Con su dotjutsu activo, consiguió que su visión se aclarara y las nauseas desaparecieran a un nivel por lo menos aceptable. Gai miró a su amigo con el ceño fruncido y le hizo al peliplata la pregunta que éste menos esperaba...

—Kakashi, ¿¡Por qué razón tienes dos colchones!? —cuestionó como si fuera la cosa más importante del mundo, el peliplata se llevó la mano a la frente y negó sin entender, en verdad Gai era un tipo de lo más raro...

—¿Después de lo que te he contado, lo único que se te ocurre preguntarme, es por qué tengo dos colchones? —cuestionó el peliplata sin comprender, Gai se encogió de hombros y alzó sus enormes cejas.

—No acierto a comprender porqué has hecho esto con Sora... Siempre lo meditas todo y actúas en consecuencia, además verte en esta situación tan jodida me tiene preocupado —contestó sincero—. Y dependiendo de tu respuesta sobre el colchón, sabré si has perdido la cabeza definitivamente o aún te mantienes cuerdo, mi eterno rival —finalizó  con determinación, Kakashi lo miró con sorpresa.

Kakashi mi protectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora