Capitulo 60 - El Santuario: Primera prueba

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Un paso más... Eso era lo único que Kakashi se repetía desde hacía dos horas. Gai le seguía a pocos metros, resollando entre jadeos. Un paso más... Llevaban dos horas caminando a pleno sol, pero el peliplata sabía que podían conseguirlo. Cada movimiento de sus músculos era una tortura. La sed, el calor... Estaba extenuado. Un paso más... Cada vez era más fuerte, más potente, más real... El olor a agua, a vegetación, a algo más que árida y seca arena... qué polvo y roca. 

Un paso más... Alzó la cabeza para poder divisar el horizonte, sus cervicales protestaron por el esfuerzo y su mente se nubló a causa del sol abrasador que le cegó sin piedad. 

Cerró los ojos. 

Un paso más... Los abrió con cautela y una sonrisa se dibujó en sus resecos y agrietados labios. 

Allí estaba, se divisaba: Una suave y ondulante línea verde... 

Un paso más...

—¡Gai! —llamó el peliplata con fuerza, su amigo continuaba caminando detrás de él, luchando cada paso que daba. Una especie de gruñido de protesta fue la respuesta del de verde—. Mira al horizonte, vamos —lo alentó el peliplata, la Bestia Verde de Konoha alzó la mirada y un grito de júbilo surgió de su reseca garganta.

—¿Eso... es? ¿Es... lo que creo, mi eterno rival? —preguntó con emoción, Kakashi no pudo evitar reír ante la reacción de su amigo.

—Lo es, Gai —respondió el portador del Sharingan con felicidad—. El final de este odioso desierto. Huelo el agua compañero. Ésa es la razón de que hoy haya continuado la marcha más tiempo del habitual, supongo que te habrás percatado —explicó sin dejar de caminar, Gai masculló en un resoplido.

—Créeme Kakashi. Lo he notado —rezongó sin parar su andar, el peliplata rió por lo bajo.

—Te propongo el último reto en este jodido desierto, Might Gai —le desafió el que iba a la cabeza—. Faltan unos dos kilómetros hasta llegar a esa vegetación... ¿Te ves capaz de llegar sin detenernos? —le preguntó con sorna, su amigo gruñó molesto.

—¿Por quién me tomas, Kakashi? —respondió Gai con enfado—. Llegaré hasta esa vegetación y lo haré antes que tú —acabó acelerando el paso con fuertes resoplidos, el peliplata negó divertido y alzó las cejas con sorpresa cuando su amigo lo adelantó pasando por su lado entre ahogados jadeos.

—Es así como uno se hace más y más fuerte. Superando sus limites... —murmuró Kakashi antes de sacar fuerzas de flaqueza y acelerar su avance.

Un paso más...

* * * * * * *

—¿Y bien, Sora? ¿Qué te parece? —preguntó la Hokage con una espléndida sonrisa, sabía que a Sora le agradaba lo que veía, su amiga era como un libro abierto en cuanto a emociones se trataba.

— Es... ¡Es perfecto, Tsunade-Sama! —exclamó la viajera con felicidad volviendo a mirar el despacho—. Es una consulta enorme... Y tengo todo lo necesario para poder examinar a las invocaciones de los shinobis —respondió señalando el equipo con el que contaba su consulta.

La Quinta sonreía desde su posición. Sólo hacia un día que Sora y los chicos habían regresado de su viaje a Kumogakure, Darui y Omoi los habían acompañado, pero al día siguiente debían partir de nuevo hacia su Villa. La guerra era inminente y el Raikage necesitaba poder contar con todos y cada uno de sus subordinados para organizarlo todo. Quizás hubiera podido prescindir de Omoi, pero no de Darui. Éste como su mano derecha era insustituible. La Hokage sabía que el ninja del Rayo le había solicitado a su superior quedarse en Konoha al lado de Sora, pero A, no había accedido a su ruego. A Tsunade cada vez le preocupaba más la cercanía que detectaba cuando veía a Sora junto al próximo Raikage, su amiga le tenía un cariño especial a Darui y el capitán del Rayo miraba a la viajera como sólo podía hacerlo un hombre enamorado. Suspiró con preocupación, la prolongada ausencia de Kakashi estaba provocando un acercamiento demasiado íntimo entre esos dos.

Kakashi mi protectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora