Capítulo 64 - Reencuentro

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Gai se encontraba en la pequeña casita de invitados, Kakashi estaba con Tetsuya ultimando asuntos del clan Hatake y el de verde acababa de salir de la ducha, una diminuta toalla cubría la desnudez del shinobi. Había estado entrenado toda la tarde con Kasumi, sonrió al recordar la pasión y energía que la chica había demostrado tras más de tres horas sometida a los ejercicios de Gai. Esa mujer era extraordinaria de principio a fin. Al momento su semblante cambió y gruñó con enfado al recordar su incapacidad al intentar seducir a Kasumi. Lo único que el jonin había hecho durante toda la tarde era entrenarla y elogiar su belleza. No se había atrevido a más, sólo el pensar en decirle o dedicarle alguna palabra subida de tono le daba sudores fríos. Ser rechazado por la Hatake le causaba un temor que jamás había experimentado. Gai nunca antes había sentido el miedo, ni siquiera en las incontables veces en las que había estado a punto de morir. Pero con Kasumi, esa nueva sensación era capaz de dominar su pasional carácter, volvió a gruñir con enfado. Al día siguiente abandonarían la pequeña aldea de los Hatake y la Bestia Verde de Konoha, conocido por su arrojo y determinación, no había sido capaz ni de rozar esa blanca piel que adivinaba que sería la cosa más suave que jamás había tocado. Mierda. No podía perder más el tiempo, se dirigió a un estante del pequeño salón y sacó una botella de sake. El jonin ni siquiera se sirvió la bebida en una de las típicas tacitas. Se llevó la botella a los labios y tragó con desesperación. Se acabaría la botella y buscaría a Kasumi. Might Gai no estaba dispuesto a que llegara el día de su partida sin haber logrado besar a esa fascinante mujer. Llevaba más de media botella en su haber cuando unos leves golpes acabaron con el silencio que reinaba en la estancia. Una sonrisa de felicidad se dibujó en el rostro del de verde al identificar el chakra de la hija menor de Heichi Tetsuya.

—Ahora o nunca, Gai. La llama de la juventud no puede fallar de nuevo —murmuró para si mientras se dirigía a abrir la puerta.

Kasumi llamó a la puerta de la casa de invitados y esperó pacientemente a qué abrieran, sabía que Kakashi estaba con su padre y por tanto, si había alguien en la vivienda, sería Gai. Un leve escalofrío recorrió la columna vertebral de la joven al pensar en el jonin de la Hoja. Jamás en su vida había visto a un hombre más fuerte y poderoso. A Kasumi le encantaban los hombres así: Altos, fuertes y pasionales. Y Gai cumplía con creces todas esas características... ¿Entonces? ¿Por que no había intentado nada con ella? La Hatake estaba más que dispuesta a tener un encuentro sexual con el shinobi, siendo sincera con ella misma, estaba deseosa de acostarse con Gai. Nada más cruzar su mirada con él, sus instintos primarios se habían activado como nunca antes lo habían hecho. Ese hombre tenía algo que la atraía como polillas a la luz. La manera en que él la miraba... Las cosas que le decía... Parecía interesado en ella ¿Entonces? ¿Qué era esa falta de arrojo? Gai era un hombre decidido e impetuoso, su manera de luchar, de hablar, de moverse... Todo apuntaba sin ninguna duda a un carácter así. Sin embargo su inactividad la tenía confundida. Kasumi había ido a esa casita con una sola intención : Acostarse con Might Gai, sentir a ese hombre y su fuerza de la juventud en la intimidad y si eso significaba dar el primer paso, pues que así fuera. Temía que él la rechazara, pero eso no iba a frenarla. La puerta de la pequeña vivienda se abrió y la Hatake no pudo evitar recorrer el musculoso pecho del shinobi con una descarada mirada de deseo. Gai estaba en forma, muy en forma y la joven sin darse cuenta se encontró lanzándose a los brazos de ese fuerte jonin.

Los ojos de Gai se abrieron como platos debido a la sorpresa. ¡Kasumi lo estaba besando con desesperación! Mierda. ¡Como le gustaba esa mujer! ¡La llama de la juventud ardía en su ser con una fuerza increíble! Y la Bestia Verde de Konoha no pensaba quedarse parado. Cerró la puerta y alzó a Kasumi sin dejar de besarla, ella cerró las piernas apresando las caderas del jonin. Gai gruñó y aferró a la joven por la nuca, apresando su pelo entre sus dedos con fiereza, la deseaba, la deseaba demasiado y ella a él también. Un gemido de satisfacción surgió de los labios de Kasumi  al notar la pasión de Gai, al verle por fin soltar su arrojo. Sin darse cuenta el jonin le había sacado las bragas por debajo de su falda, rompiéndolas por un lado. Soltó el pelo de la joven y rasgó su camisa, dejando salir sus pequeños y turgentes senos. La respiración de Kasumi era acelerada y jadeante mientras él succionaba su pezón. El corazón de la chica bombeaba desbocado, como su deseo por él. Aferró a Gai de su negro cabello mientras él seguía succionando y mordiendo sus pechos. El ansía Hatake ya se había desatado, y su cuerpo estaba más que preparado para acogerlo, no quería esperar más. Y Gai tampoco, notaba su dura masculinidad a través de esa toalla y se moría por sentirlo dentro. Le quitó la toalla y bajó de su posición. Se arrodilló frente al shinobi y se introdujo su masculinidad en la boca, con avidez, toda. Comenzó a succionar y lamer, arriba y abajo, haciéndola entrar y salir. Lamiendo, chupando, probando su sabor. Gai gruñía mientras situaba su mano en la cabeza de ella y acompañaba sus movimientos. Joder, Kasumi sabía como practicar una buena mamada, de eso no había ninguna duda... Gai decidió continuar disfrutando del placer del sexo oral, del placer de sentir como la boca de la mujer que amaba lo tomaba entero, profundo, hasta el fondo. Dios esa mujer era toda una maestra y él no pensaba quedase atrás. Alzó a la chica en volandas y la colocó sobre la mesa del salón, le abrió las piernas y se agachó. Su lengua comenzó a lamer la intimidad de la chica. Ella estaba muy mojada y Gai jamás había probado algo tan delicioso en toda su jodida existencia. Introdujo un dedo con suavidad por su apertura e inició un leve movimiento, mientras succionaba con cuidado su botón del placer. La Hatake gimió deleitada, Gai a pesar de su impetuoso carácter, la probaba con suavidad y ternura, sin prisas, con maestría. Kasumi gimió de nuevo, presa de ese exquisito placer que el jonin le estaba provocando, sus gemidos cada vez eran más fuertes y seguidos. Gai seguía saboreando su deseo, sin prisas y ella creyó que iba a perder el sentido ante ese calor que dominaba sus sentidos.

Kakashi mi protectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora