Demonio

14.Terapia.

-Llegamos -mi papá apagó el motor del automóvil.

»Que divertido« -dijo Jarek sarcástico.

Observé el edificio que me pareció gigantesco y perturbador, de una fachada color gris que me dio mala espina.
-¿Vamos? -me preguntó.
-Claro -abrí la puerta y bajé junto a él.
-Oye...solo para sentirme más aliviada ¿puedo ir mañana a una reunión en casa de mi amiga Emily?
-Por supuesto -sonrió -pero ahora camina.
Entramos pasando a los guardias.
»Con esos gigantones no podrás escapar«
Mis labios dibujaron una pequeña sonrisa.
Dentro había muchos doctores de bata caminando de un lugar a otro. Nos acercamos a la recepción.
-Buenas tardes señorita -habló mi papá -mi hija Lauren tiene una cita con el doctor Noé Morris.

»¡Woah! Noé como el del arca, pídele su autógrafo«
Tosí para disimular una risa.
›Ya basta‹ -dije para mí misma.

-Aquí está -dijo la mujer -el doctor espera a la paciente, por aquí -se levantó de su lugar y nos llevó por un pasillo hasta el último consultorio.
Tocó la puerta y se escuchó el típico "adelante".
La señorita se fue y mi papá abrió la puerta empujándome dentro y cerrando la puerta tras de mí.
-Hola Lauren -me saludó el hombre que parecía bastante agradable a comparación de como me lo había imaginado.
-Hola -le regresé el saludo.
-Por favor siéntate.
Caminé hasta la silla frente a su escritorio y me senté mirando todo el consultorio.
-Es bastante grande -le sonreí.
»Y eso que no lo has visto todo«
Me sonrojé ante el comentario de ese demonio.
-Buena observación -sonrió el doctor -ahora dime ¿por qué viniste?
»Porque la obligaron«
-Porque me obl...-carraspeé -porque mi papá me aconsejó que viniera para tratar mis... problemas de conducta.
-Cuéntame -se sentó.
»Uno, dos, tres...«
-Mi papá dice que desde un incidente me he estado comportando agresiva -hice una mueca.
-¿Y crees que es cierto? -se cruzó de brazos.
-Tal vez...
-Puedo saber ¿qué incidente es ese?
»Conocer a un sexi demonio«
-Mi papá es policía y... una noche lo acompañé a su trabajo e intentaron hacerme daño, matarme para ser precisos.
-Vaya... -se sorprendió y escribió algo en su libreta.
-Si pero en verdad eso no es tan importante, créame que no me la paso las noches pensando en ese día, ya lo dejé atrás.
-Entiendo.
-¿Qué entiende?
-Mira -se apoyó en su escritorio -tu caso es algo simple, suele pasar en muchas ocasiones y solo debemos aprender a manejarlo.
-¿A si? ¿Y qué es eso?. 
-Tu sufriste un hecho traumático y ahora presentas estrés post-traumático.
-He oído de eso pero no creo que sea...
-Lauren -cruzó sus manos -este estrés se caracteriza por la aparición de síntomas tras la exposición a un acontecimiento estresante, extremadamente traumático, que involucra un daño o una amenaza, en tu caso el hecho de que casi mueres.
»No podemos negar que tiene imaginación«
-Ah -es lo único que dije mientras seguía hablando.

-Esta afección puede llevar a la aparición de recuerdos angustiosos e incluso pudo llevarte a auto lastimarte o involucrarte en situaciones de peligro...
-Yo no hago eso -le dije.
-¿Quién te hizo eso en la muñeca? -preguntó repentinamente.
-Un sujetó quería propasarse pero no pasó nada porque lo golpeé.
-¿Y no crees que es incorrecto haberlo golpeado? ¿que eso fue agresivo?
Me quedé callada.
»Sabes que eso no es cierto ¿verdad?«
-Con este padecimiento -continuó -también puede darse la aparición de un estado emocional negativo como el miedo o en tu caso el enojo, la irritabilidad y los ataques de ira.
-Bien, ya comprendo que tengo eso -dije de mala gana -entonces ¿cómo quiere que lo trate?
-Con el apoyo de tu familia y tus amigos -sonrió -no considero que necesites medicación ni nada extremo. Por supuesto que necesitarás venir a unas cuantas sesiones más para que siga ayudándote.
-Vale...
-De hecho podemos comenzar ahora mismo -se levantó de su asiento.
-¿A-Ahora?
-Si -me hizo señas para que me recostara en una camilla.
»Ya oíste al encantador de personas«.
Bien, los comentarios de Jarek comenzaban a fastidiarme.
Seguí al doctor y en unos momentos me relajé.
-Cuéntame ¿hoy te enojaste por algo?
-Si -respondí muy rápido.
-¿Por?
-Porque el novio de mi hermanastra se acercó a mí aunque me desagrada.
-¿Y por qué...-
-También -lo Interrumpí -porque aunque me está ayudando, no quería venir aquí pero mi papá me obligó.
-Bueno...
-Y porque hay un chico que había dicho que me ayudaría a estar tranquila para poder enfrentar esta sesión pero solo me desquicia más.
»Que grosera«
-Además estoy estresada por muchas cosas, por ejemplo mi hermanastra tenía la oportunidad de una beca pero yo se la arrebaté y ahora no sé qué hacer...
»Y pensar que no te gusta contar tus problemas«
Me quedé callada al darme cuenta de que había dicho mas de lo que quería.

-Parece que estás muy estresada -soltó una risilla -comencemos por... tu papá te ama y por eso intenta ayudarte ¿no crees?
-Si, tiene razón -miré el techo y suspiré -cuando salga de aquí le agradeceré por eso...
-Eso está muy bien. Con respecto a lo tercero que mencionaste, creo que se arreglará fácilmente si hablas con aquel chico y le explicas lo que sientes.
»Si anda, dímelo«
-Lo intentaré -dije sabiendo que sería imposible.
-Ahora de lo que mencionaste primero... dame la mayor razón de por qué te molestó charlar con él.
-Simplemente porque es el novio de mi hermanastra y me cae mal por mujeriego y no quiero lastimar a Luce.
-Sin duda se nota que amas a tu hermana por lo que considero que deberías decirle lo que hizo su novio y contarle lo de la beca antes de que se entere por otro lado.
-Ese es el problema, ella me odia y si le digo algo me odiará más.
-¿Y eso?
-Creo que es porque siempre competimos en la escuela y ella pues solo me odia... -suspiré.
-Eso suena complicado pero no imposible de resolver. Intenta salir de compras con ella o a comer y charlen.
-Okey -sonreí, aquello si me estaba sirviendo.
-Y también cuenta hasta veinte cuando te enojes con alguien, eso me funciona a mí...
-De acuerdo -me reí.
-¿Quieres hablar de algo más?
»Más de mí por favor«
-N-No se me ocurre nada más.
-¿Qué tal de la noche del incidente?
-¿Podemos hablar otro día de eso? Como usted dice, aún me resulta difícil.
-De acuerdo Lauren, supongo que eso será todo por hoy. Solo me gustaría saber una última cosa ¿cómo te sentiste hablando de tus problemas?
-La verdad que me daba... pena, pero me hizo bien e incluso siento un peso menos.
-Me alegro. Ya puedes levantarte.
Me puse de pie y lo observé.
-Espero que la terapia te haya servido aunque sea un poco.
-Créame que si -le sonreí.
-Entonces por favor agenda otra cita y ven cuando te sientas lista.
-Gracias doc -me dirigí a la salida y cerré la puerta detrás de mí.
»Pues sigues viva«
Sonreí.
-Gracias.
»¿Volverás a venir?«
-...no lo sé.

Caminé a la sala de espera y allí encontré a mi papá leyendo una revista.
-Hey -llamé su atención.
-¿Cómo te fue? -se levantó de inmediato.
-Bien -le di un abrazo.
-¿Qué fue eso? -preguntó sorprendido.
-Nada, solo gracias por traerme.
-De nada -me dio un beso en la frente.
-Ahora tengo hambre.
-Pues pasemos a comer algo por allí -me sonrió llevándome a la salida.
-¿Qué tal unas hamburguesas?
-Me parece bien...
Lo abracé nuevamente y nos dirigimos a un local de comida...

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Después de unas horas de estar en la calle con mi papá, por fin regresamos a la casa.
-¿Cómo te fue Lauren? -Amelia me recibió con una cálida sonrisa.
-Bien -supuse que mi papá le había contado sobre mi cita -el doctor dijo que solo necesito, literalmente, del amor de todos para sentirme mejor -le sonreí.
-Pues eso te lo daremos, no tengas dudas -me dio un abrazo.
-Gracias Amelia.
-Yo también participaré -Luce apareció y repentinamente me abrazó.
-Gracias Luce -dije sorprendida de tal acción.
Ella rápidamente se alejó y fingió que nada había pasado. ¿Qué había sido ese cambio de actitud?
No lo supe pero no quería que cambiara cuando descubriera lo de la beca.
-¿Quieren cenar? -preguntó Amelia.
-No amor, gracias -mi papá abrazó a su esposa -comimos unas hamburguesas en la calle.
-Eso no es para nada saludable -le dijo ella.
-Solo fue una vez amor -entonces se dieron un beso.
Luce y yo nos quejamos.
-Que asco -bromeó Luce subiendo a su cuarto y yo la seguí.
-¡Qué sensibles! -gritó mi papá mientras ambas desaparecíamos.

Cuando por fin llegué a mi cuarto, tomé mis audífonos y me los coloqué, acostándome en la cama y escuchando música aleatoria.
Después de todo no había sido un día tan malo.