43.Averiguación.

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Abracé su cuello con ambas manos y rodeé su cintura con mis piernas, después mordí levemente su labio y dejé que el besara mi cuello.
Me reí al sentir pequeños besitos.
Sus hábiles manos desataron mi brassier y lo lanzaron al otro lado de la habitación. Con desesperación le quité la playera. Y lo observé. ¿cómo es que me había estado conteniendo si era tan guapo?
Iba a besarlo de nuevo pero alejó su rostro.

-¿Qué pasa? -me sorprendí.
Jarek no dijo nada.

De inmediato tomó una sábana que se encontraba cerca y me la arrojó cubriéndome el cuerpo.
-¿Qué haces? -me levanté con la sábana puesta.
-No quiero acostarme contigo, no ahora. Quiero que lo disfrutes y lo recuerdes por mucho tiempo y seguramente mañana no recordarás nada -se colocó la playera y salió del cuarto.
-¿Qué?

Me dejé caer sobre la cama y me hice bolita cerrando los ojos.
-Idiota.

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Mi cabeza punzaba una y otra vez. Abrí los ojos y mi cabeza dolió aún más por la luz de la mañana, me quejé y desvié la mirada. 
Jamás volvería a tomar.

-Buenos días -escuché la familiar voz de Jarek.
-Guarda silencio -le pedí tapando mis oídos.
-Esa borrachera estuvo buena ¿no? -se burló.
Se encontraba agachado a la altura de la cama y con una sonrisa muy extraña.
-¿Qué te pasa? -le pregunté.
-Nada -susurró y se alejó -apúrate a vestirte.

Lo miré extrañada y lentamente me levanté. Sentí una sensación extraña en el cuerpo.
Entonces me observé.

-¿P-Por qué estoy desnuda? -mi corazón comenzó a latir con fuerza... ¿qué había pasado?
Jarek me miró indignado.
-¿Acaso olvidaste nuestra mágica noche?
-¿N-Nuestra que cosa? -lo miré aturdida.
-Ya sabes -sonrió mientras acariciaba mi brazo -anoche tú...-sonrió pícaro.
Apreté las sábanas con fuerza.
-Por favor dime que no es cierto.
Jarek soltó una risita.
-Es broma, te quedaste dormida cuando íbamos a hacerlo -se alejó.
-No te creo. Yo no haría eso -tomé mi blusa y el short.
-Bueno tampoco beberías de tal forma ¿no?
-P-Pero yo jamás...
-¿Crees que yo te desnudaría y te dejaría así de sexi sin hacerte nada? -alzó una ceja.
-Mierda -me tiré sobre la cama y miré el techo -lo lamento estaba muy ebria.
-Lo sé -me lanzó algo y yo lo observé, era mi brassier -tu solita te lo quitaste -sonrió malicioso.
Me tapé la cara con ambas manos. Estaba muy, muy avergonzada.

-Aunque si quieres podemos seguir con eso.
-¡No! -tomé toda la ropa y asustada salí corriendo de allí mientras lo escuchaba reír.
¿Por qué a mí?

...
Después de cambiarme en el baño con toda la pena del mundo, salí a desayunar.

-¿Quieres jugo? -me ofreció aún con esa sonrisita.
-No gracias -desvié la mirada.
-¿Y café? 
-Eso si, me explota la cabeza -me sirvió una taza de café y yo la tomé de inmediato saboreando su amargura.
-Es...un lindo hotel -comenté.
-Lo es, lo encontré mientras caminaba y mientras tú te emborrachabas y te besabas con un cantinero.
-¿Q-Qué cosa? -casi me ahogo al oír eso último.
-Que te encontré en un bar besando al cantinero -sonrió.

Suspiré llena de pena. Si mi papá me viera...

-¿Y...qué más hice? -pregunté preocupada.
-Uff si yo te contara.
-¿Sabes qué? Mejor no quiero saber.
-Como quieras.

Seguimos desayunando tranquilamente.
-¿Iremos a la iglesia? -pregunté.
-Yo te acompañaré -dijo tranquilo -tu entrarás sola.
-¿Por qué? -fruncí el ceño.
-Odio las iglesias -rodó los ojos.
-¿Pero si puedes entrar?
-Si, pero no quiero. Además solo necesito que averigües si la secta realmente está ahí.
-¿Y si lo está?
-Iremos mañana, a buscarlo.
-¿Entonces quieres mandarme a una misión de reconocimiento con personas tan peligrosas? -lo miré con desaprobación.
-Relajate, estarás bien.
-Más te vale Jarek -tomé otro trago del amargo café.
-Si, si.

Enseguida y siguiendo su mala idea, nos dirigimos a la única iglesia de aquel lugar.
Jarek se sentó en una banca cercana y me dejó entrar sola.

Me detuve a unos pasos de entrar, me acerqué a un puesto de periódicos y observé el edificio. Era un lugar de mediano tamaño, contaba con solo un campanario y eran como muchas de esas estructuras antiguas, hechas de un material parecido a la piedra.

Después de observar el lugar con un poco de indecisión entré.

Dentro casi no había nadie más que dos personas rezando.
Me escabullí hasta un lugar que parecía estar hecho para estar solo y meditar.

-Hola.
Inmediatamente volteé al oír una voz de hombre.
-Hola -saludé con mi mejor sonrisa a un Cura que me observaba.
-¿Se te ofrece algo hija?
-Verá -me acerqué a él -mi novio y yo estamos de visita en esta hermosa ciudad y pues conocimos a unas personas que nos dijeron que esta iglesia tenía mucha historia y yo soy muy curiosa...¿cree que podría contarme algo del lugar?
-¡Por supuesto! -me sonrió -me alegro que una jovencita se interese por la casa de Dios.
Sonreí.
-¿Y tu novio? -preguntó.
-Es que el no es muy religioso y no quiso venir -fingí una cara de tristeza.
-Que pena. Pero ven -se sentó en una banca y yo lo imité -mira te puedo decir que yo he vivido toda mi vida en esta ciudad y desde los 16 me evoqué a esta hermosa profesión.
-Ya veo -puse mi mejor cara de interés.
-Si... la iglesia en si no tiene mucha historia solo sé que antes era ocupada por jesuitas que vivían aquí.
-Que interesante -abrí los ojos -cuénteme más.
-Pues -buscó algo en su bolsa y me dio algo.
Yo observé el pequeño objeto. Era una moneda idéntica a la que habíamos encontrado en aquella casa.
-¿Qué es? -pregunté con más curiosidad.
-Esta pequeña reliquia -la tomó de nuevo -es un símbolo importante de nuestra iglesia. Nosotros somos una comunidad que se encarga de proteger a todos los hijos de Dios. Y si llegas a volver otro día, te darás cuenta que muchos de los que vivimos aquí la portamos.
-Pues es muy bonita -sonreí -oiga ¿cuando habrá misa? Digo para venir.
-Mañana hay a las 9, 12, y las 6.
-Muy bien, tal vez convenza a mi novio de venir -sonreí y me levanté.
-Sería muy bueno, me gustaría conocer a ese muchacho.
-Bueno... me tengo que ir -le volví a sonreír -espero volverlo a ver.
-Igualmente hija, que Dios te acompañe.

Salí de allí y me dirigí a donde sabía que se encontraba Jarek.
Pronto lo visualicé pero como no, estaba rodeado de varias chicas.
-Hey -llamé su atención.
-Volviste -se levantó de la banca.
-¿Es tu novia? -una rubia me observaba con desdén.
-Si -me abrazó.
-No dijiste que tenías novia -comentó una morena.
-No tiene porqué decírselos -tomé a Jarek de la mano -vamos tengo que contarte mucho.
-Claro -sentí como besaba mi mejilla pero no le reproché nada.
Caminamos lejos de esa multitud y pronto entramos a un local donde vendían helados.
-¿Entonces el Cura es parte de esa secta?
-Si -lamí mi helado de fresa -dijo que eran personas que servían a la comunidad pero después de lo de aquella noche no creo nada de esa mierda.
-Esa boquita -sonrió.
-Perdón.
-Como sea, mañana iremos a buscarlo, cuando termine su última misa.
-Bueno y mientras ¿qué hacemos?
-Relajarnos -cerró los ojos.
-Como si pudiera -aún recordaba lo que había pasado y no estaba tranquila.
-Vamos a un bar -me dedicó una sonrisa.
-Después de todo lo que pasó ayer y de lo que hice...jamás.
Jarek rodó los ojos.
-Creí que comenzábamos a llevarnos mejor.
Me quedé callada. En realidad yo también lo creí.
-¿Entonces que quieres hacer?
-Regresemos al hotel -pedí.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora