Capitulo 23: 'Desesperanza'

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Capítulo 23: 'Desesperanza'

{Escuchar: "All I Want" de Kodaline}

Ya había pasado un mes, y ni siquiera una llamada. Sonrió frente al espejo y se dijo a sí misma 'volverá Olive. No te preocupes'.

Ya pasado un mes y una semana se volvió a mirar al espejo, pero esa sonrisa se había debilitado. 'Tiene que hacerlo' pensó y bajó la cabeza.

Después de un mes y dos semanas, Olive... Ya no se miraba al espejo. Pasaba todo el día de espaldas sobre la cama. Miraba el techo, y luego daba una rápida mirada a la ventana mientras se repetía 'ya entrará por esa ventana, lo hará'.

Los días pasaban, y Olive ya se había cansado de repetirse que volvería, pero no de sufrir por ello. Miró la carta y se dijo a sí misma luego de dos meses que se la dio. 'Mentiroso aprovechado' y con sus ojos aguados la rompió en mil pedazos.

Sus lágrimas caían como una cascada silenciosa luego de tres meses sin saber ni mierdas de Harry. Las pesadillas la invadían cada noche, se sentía una tonta, una estúpida asesina. Se volvió a mirar al espejo y furiosa lo rompió dejándose caer junto a el al suelo.

Olive: -¡¡me lo prometiste!!

Gritó envuelta en sangre y lágrimas. 'Él sólo me usó para no ir a la cárcel' se dijo 'Él sólo me usó para no sentir remordimiento, doy pena, das pena Olive' su mente la torturaba cada noche, cada mañana y tarde.

Al tercer mes y dos semanas, Olive se encontraba echada en su cama. Sus lágrimas no dejaban de caer en sus ojos, el dolor que sentía no quería atenuar... Es más, cada segundo era más intenso. Cada segundo ella se sentía más una maldita asesina. Porque eso era... Una asesina, una criminal. Ella no era un ángel, porque su ángel no estaba con ella.

Olive cambió en esos meses sin Harry. Era otra Olive Black Welch, ella era una asesina y sobre todo, ella era fuerte. Pero aquella fuerza podía ser con cualquier persona, menos con él. Porque su simple y nato recuerdo la hacía llorar, la hacía detestarse, detestarlo y amarlo.

Y el tiempo corría, nada podía detenerle, nada podía cambiarle.

La madre y el padre de Olive salieron esa noche a comer a otro lado. Olive no quiso ir, así que se quedó con su docena de guardias. Era extraño, pero aunque era de esperarse a las tres de la mañana... Nadie hablaba en la enorme casa de Olive. Ella suspiró y dejó caer otra ola de lágrimas, de pronto sintió como el teléfono de la casa sonaba. Un sonido cortante, para no decir sorpresivo e insoportable.

Esperó a que alguien contestara, pero nadie lo hizo y este seguía, y seguía sonando. Olive sabiendo que era su madre, se levantó a duras penas y salió de su habitación.

Fue grande su sorpresa al darse cuenta que ninguno de los grandes guardias estaba.

'Tal vez ya no son tan sobre protectores' pensó Olive.

Caminó hasta la cocina donde se encontraba el teléfono y lo contestó limpiándose las lágrimas que aún permanecían en su rostro. Pobre ángel.

Olive: -¿hola?- se escuchó un suspiro del otro lado y un silencio muy grande después. Olive rodó sus ojos. -¡joder! ¿Quien eres?

Otro silencio, un silencio arrepentido.

Hombre: -estoy afuera. No llores por favor.

Olive soltó el teléfono y su rostro se llenó de más lágrimas. Reconocería esa voz en cualquier parte del mundo. Grave y muy pausada. De tono bajo y suave, como un susurro dulce.

Los ángeles, no son criminales. [Trilogía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora