Ambos chicos se encontraban en esa habitación, disfrutando de las melodías que improvisaban, riéndose de los errores que cometían, compartiendo miradas y observaciones acerca de lo bien que trabajaban cada cual con su instrumento...
Luego de un par de horas, una situación un poco cómica se hizo presente...
- Creo que tengo hambre- dijo el chico del piano- ¿Quieres comer algo?
- No quiero ser una molestia, ¿y si tus padres se despiertan?- dijo el violinista un poco nervioso
- Ellos no están, así que no hay problema, vamos a la planta baja y veré que comeremos...- dijo sonriendo levemente para dirigirse a la puerta
El contrario solo asintió y sonrió, caminando detrás de él...
Bajaron cada escalón como si fuera parte de una melodía, almondando sus pasos al compás de la madera de la que los escalones estaban hechos...
Entraron a la cocina. Y ambos se dispusieron a preparar lo que fuese...
"Eres mi invitado, sientate" y "No te preocupes quiero ayudar", eran las frases que resonaron en la cocina....
Para el pianista se sentía bien que lo tratasen como alguien normal, se sentí bien al saber que sus comentarios eran escuchados con atención, que a su acompañanante no le incomodaba su presencia, o que no le pareciese extraño lo que el hacia o decía...
Comenzaron con platicas sobre música, quienes eran sus artistas favoritos, que genero preferían...
Sin darse cuenta comenzaron a conocerse, para el chico de pálida piel eran perfectas melodías la voz y la risa del chico que tenía enfrente...
Comieron lo que eran unos vegetales salteados con pollo y arroz. Nada difícil de preparar...
Y quizá esa había sido la segunda comida que le causo satisfacción comer...
Terminaron de comer y dejaron la cocina limpia como si nada había pasado, ahora la cocina tenia un recuerdo que borro el dolor que dejó la primera vez que entro a ese lugar...
Se dirigieron a la habitación y tanto piano como violín lograron acoplarse tan pacíficamente que ambos chicos se sorprendieron...
