Luego de la visita a la familia de YoonGi, habían regresado el domingo por la tarde a Busan, donde los padres de JiMin los esperaban con una sonrisa. HoSeok había ido a dejarlos y su tía Hee decidió acompañarlos, alegando que quería conocer el lugar donde su sobrino se encontraría viviendo y poder visitarlo de vez en vez. Luego de las presentaciones, y que Hee conociera a los padres de JiMin, se despidieron diciendo que mantendrían el contacto.
Las clases en la academia habían empezado para YoonGi, se la pasaba dentro de la habitación destinada a sus ensayos, a veces solo, a veces con JiMin, quien también ensayaba junto a él. Además de que su graduación estaba cerca, las cosas estaban yendo muy bien, disfrutaba estar con su pareja, ya sea ensayando, o solo hablando o simplemente abrazados mientras se miran a los ojos. YoonGi podía definir miles de constelaciones armoniosas en los ojos de JiMin.
- ¿En qué piensas YoonGi?- preguntó JiMin a espaldas del pálido. El mayor se giró y miró a su novio en ropa de pijama, ya era tarde como para seguir despierto.
- En ti...- repondió y admiró el sonrojo en el rostro de su pareja. JiMin caminó hasta YoonGi y se sentó en su regazo, el mayor estaba en la habitación donde se encontraba el piano instalado, sentado en el banquillo con su vista perdida en la ventana y el oscuro cielo que esta le permitía ver.
- Yo también...- susurró el menor, llevando sus manos a los hombros de su pareja- Me extrañó no encontrarte a mi lado...- dejó un pequeño beso sobre los labios ajenos.
- Lo siento...- se avergonzó un poco- Creo que es una de esas noches en las cuales me da insomnio, antes las tenía porque mis pesadillas no me dejaban dormir... pero ahora no lo sé, me siento un poco abrumado- se sinceró ante su novio. Para YoonGi en una relación no debían haber secretos de ningún tipo. Confiaba plenamente en JiMin y que no se burlaría de lo que fuese que dijese. JiMin siempre lo había escuchado, le abrazaba cuando mas lo necesitaba.
- Puedo entenderlo...- dijo JiMin y descansó su cabeza en el hombro de YoonGi.- Yo también me he sentido así... incluso a veces estoy asustado... me asusta el despertar y no poder verte, sé que en algún momento dejaremos este mundo pero...- un par de lágrimas bajaron por las mejillas de JiMin, era verdad. Le daba miedo despertar y no volver a ver a YoonGi, le aterraba el simple hecho de pensar que no volvería a escucharlo tocar el piano. En sus sueños siempre se veía junto a YoonGi. Sabía que era muy ilusorio pero quería soñar.
Sintió las manos pálidas sobre sus mejillas y levantó la mirada hasta concetar sus ojos con los de YoonGi. Reforzó el agarre que ejercía sobre los hombros del mayor y sintió esos labios delgados acariciar los suyos, se dejó llevar por las emociones que ese beso le estaba provocando. Justo como esa noche de su cumpleaños en el hospital, como el fin de semana en la casa de la abuela Min, como en esos días en los cuales YoonGi le daba las fuerzas para enfrentarse al miedo de perderlo.
Sintió su cuerpo ser levantado, sin dejar de acariciar sus labios, YoonGi los dirigía a la habitación del menor. Olvidando por completo que estaban en la casa de los padres de JiMin. Llegó hasta el cuarto, abrió la puerta como pudo y entró aún con JiMin en sus brazos, el menor no mostraba intención de soltarlo, tampoco se quejaba.
Sus ojos se abrieron un poco, JiMin miraba a YoonGi y YoonGi miraba a JiMin, aún cuando sus lenguas se involucraron en el beso que se estaban dando. Se sentían tan perdidos en las sensaciones que provocaban en el contrario que apenas podían distinguir el brillo en los ojos ajenos. El amor, el anhelo, la pasión que se reflejaba.- Tengo una sorpresa para ti...- susurró el mayor. Inmerso en el sentimiento que le proyectaba estar junto a JiMin. El menor le miró interrogante. YoonGi tomó su celular y buscó algo, directo en su lista de reproducción. La melodía comenzó a inundar el silencio.
JiMin jadeó en sorpresa, cuando escuchó el fragmento que lo despertó el día de su cumpleaños, las notas del piano sonaban perfectas junto con los arreglos, y se pudo escuchar el solo de un violín delicado. Recuerdos de sus ensayos junto a YoonGi llegaron a su mente, eran pequeñas notas de diferentes piezas, todas moldeadas para construir esa armonía, que a sus oídos era más que perfecta.
Miró a YoonGi quien tenía una sonrisa, el mayor se encontraba sobre su cuerpo, no dudó en abrazarlo fuerte, rodeando su cuerpo, con ese sentimiento tan poderoso que le embargaba cada vez que lo veía.
Las lágrimas se volvieron parte de esa noche, los pequeños suspiros y hipidos acompañaron la armoniosa melodía de esa composición de su compositor y pianista favorito...