Delant
Lo único que Delant y sus amigos pudieron hacer, fue esperar a que sus amigos salieran de la huaca. Ya llevaban una media hora esperando sin tener noticias de ellos. La última y única comunicación fue la que Nash le envió en un mensaje de texto hace casi ya hora y media; en el mensaje no explicaba mucho, pero era suficiente para que ella comprendiera de que se trataba de una nueva reliquia, una de las siete que existían. De seguro sus amigos estaban peleando contra el guardián que la resguardaba.
«Todo esto empezó por mi culpa. Si algo les pasa no me lo perdonaré»
-Pero ese día no fuimos siete, éramos ocho, ¿verdad, Delant? -le preguntó Guelto.
- ¿Qué? Ah... sí.
-Entonces la parte de la profecía que dice: «El alma del guardián, las reliquias tomarán...» -medita Neo-. Habla de que hay un guardián para los siete elegidos, que alguno de nosotros ocho, que alguno de los que estuvimos presentes ese día, es el guardián.
-Sí -contesta Delant mirándolo fijamente.
- ¿Y para qué quiere el Rector las siete reliquias? -pregunta Libz.
-No lo sé -le contesta Delant.
-Bueno, no hay mucho que podamos hacer de todas formas -añade Neo, sonriendo-. Solo debemos de enfrentar las cosas conforme se nos presenten.
El brillo sobre la huaca los sorprendió. Era de un color dorado tan intenso que daba la impresión de ser el sol mismo. Cuando por fin pudieron ver, en la cima había cuatro personas de pie. Al distinguirlos, Delant notó que Dixan se apoyaba inconsciente en el hombro de Wolf.
- ¡Qué pasó! -exclamó cuando se acercó corriendo hacia donde estaban.
-Campe -susurró Jearel-. Era la guardiana de esta reliquia. Un monstruo indescriptible.
Los demás llegaron tras de Delant.
- ¿Cómo la derrotaron? -preguntó Guelto agachándose al lado de Dixan, que descansaba en el suelo.
-No lo hicimos -dijo Nash, también agachándose-. Fue Dixan quien lo hizo. Solo.
Un brillo llamó la atención de Delant, era algo que nunca había visto que Dixan llevara consigo. Un águila con las alas abiertas, hecha de un tipo de bronce que no conocía. Daba la impresión de ser... celestial.
- ¿Esta es su reliquia...? -preguntó tocándola.
Los recuerdos llegaron a su cabeza tan vívidos como si ella misma hubiese estado en el campo de batalla.
En frente tenía al ser más horrible que había visto en su vida -y había visto muchos en sus sueños-, media unos seis metros, tenía alas como de murciélago, en donde se unía la parte de mujer con su parte monstruo aparecían cabezas de animales...
A unos cuantos metros detrás de Delant estaban sus amigos, de pie, mirando a la criatura con sumo terror.
«Dixan derrotó a esta cosa»
- ¿A quién devoraré primero? -preguntó Campe avanzando lentamente hacia ellos.
-Creo que hoy tendrás que hacer dieta -le contestó Nash. Wolf dio unos pasos hacia adelante y lanzó un rayo desde sus manos. Los ojos de Jearel se tiñeron de un blanco eléctrico y las nubes se arremolinaron en el cielo, desde donde comenzaron a brotar rayos que se iban impactando en diferentes lugares. Nash tocó el suelo, concentrándose en encontrar una fuente de agua en las profundidades. Lo consiguió. Un chorro de agua tan fuerte como un géiser brotó desde el suelo haciendo retroceder a Campe, pero... La criatura, ignorando la serie de ataques que recibía, avanzó como una locomotora sin control hacia Delant. Una de sus garras la atravesó, como si estuviera hecha de niebla, y golpeó a Nash y Wolf, haciéndolos volar varios metros. Dixan rodó hacia un lado, pero Jearel quedó atrapada bajo una de sus patas.
-Suéltame -le exigía.
-Déjala ir -dijo Dixan, con una irreconocible ira en el rostro.
- ¿O qué? ¿Acaso me matarás pequeño elegido? Ni tus amigos ni tú son capaces de detenerme. La reliquia por si sola tampoco. Ríndete.
-Campe, yo te mataré. Lo juro por el Río Estigia.
«Un juramente que mantener con un último aliento. No, pero él está vivo. No hay forma en que este juramento sea el de la profecía»
Las manos de Dixan se rodearon con esferas de energía, la reliquia en su cuello adquirió un brillo dorado, entonces un rayo pasó tan rápido que Campe no tuvo tiempo de reaccionar, la pata con la que mantenía atrapada a Jearel se desintegró en niebla. Ella se levantó rápidamente y corrió hacia donde estaban sus amigos. Al volver la vista hacia Dixan, Delant pudo ver algo que le dio miedo. Tanto los ojos de Dixan como sus manos estaban rodeados de energía dorada.
«No parece él»
Campe corrió hacia él, con sus patas levantadas dispuesta a clavárselas. Delant notó que Jearel giraba la vista para no ver lo que pasaría, sin embargo, ella no lo hizo. Los rayos de energía salieron de sus manos y sus ojos. Campe no pudo hacer nada, los rayos eran tan grandes como ella, pronto su propia existencia quedo reducida a nada, mientras que el resplandor inundaba el cielo entero para que luego de unos instantes Dixan terminara cayendo al suelo.
- ¡Dixan! -gritaron Jearel y Delant al unísono, aunque la voz de la última no se escuchó en el recuerdo en el que se encontraba-. ¿Ahora qué hago? -se decía Jearel- Ahora qué...
Un brillo proveniente del Partenón llamó su atención. Muy al fondo había algo. Delant miró hacia allí y un brillo dorado la cegó momentáneamente, luego logró distinguir dos antorchas, una frente a la otra.
-Tengo que llevarlo hacia allá -susurró apoyándolo en su hombro.
- ¿Te doy una mano con eso? -le preguntó Wolf, que parecía más recuperado de Nash.
-Eso sería genial -le contestó. Entonces todos caminaron hacia el interior y se perdieron en la oscuridad que era suavemente iluminada por las antorchas de su interior.
Delant soltó la reliquia del cuello de Dixan.
Se encontraba de nuevo en la realidad y ya no era una sombra dentro del recuerdo de su amigo. Se preguntaba ¿qué había sido todo eso? ¿cómo fue que llegó a ver dentro de los recuerdos de su amigo? ¿su poder le permitía hacer eso? Las interrogantes solo se agolpaban en su cabeza una tras otra y no era capaz de contestar ninguna de ellas.
- ¡Delant! -le gritó Neo.
- ¿Qué acaba de pasar? -preguntó.
-Eso deberíamos preguntarte nosotros -le dijo Guelto-. Te quedaste sosteniendo la reliquia de Dixan.
-Lo siento, es que pude ver lo que ocurrió en Grecia.
- ¿Grecia? -preguntó Libz confundida.
-Es allí a donde los llevaron las antorchas. A Grecia.
El silencio solo los hizo sentirse más confundidos.
«¿Qué está pasando?»
-Si ya acabaron de hablar del tema ¿podemos irnos? -soltó Dixan, tomando por sorpresa a todos.
Delant sonrió suavemente. Los demás hicieron lo mismo. A pesar de todo lo que pasó, Delant no pudo sino sentirse feliz.
-Sí. Vámonos -dijo sonriendo-. Hay un lugar que vende pizzas deliciosas por aquí.
Se levantaron y caminaron fuera de la huaca, perdiéndose en las luces de los postes que iluminaban su camino de regreso. Ahora tenían una reliquia. Por ahora todo iba bien.
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Laztrasti: Academia | Libro 2
AdventureEl mundo cambió. Ya nunca más volverá a ser el mismo; y mientras que pensaban que las cosas ya no podían ir mal, todo empeoró cien veces más. Wolf debe de encontrar las reliquias perdidas, hacerle frente a una profecía y salvar a su primo en el proc...