44. Cuervo

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Wolf

De repente, el gólem brotó desde la oscuridad.

Todos se tiraron hacia algún lado, salvo Wolf y Delant. Ellos se quedaron de pie, paralizados por el valor. Wolf dio un par de pasos hacia ella, tratando con todas sus fuerzas, de poder llegar a tiempo para protegerla. Lo hizo, la tomó entre sus brazos y se giró para que el gólem se impactara contra él, pero...

¡Crash!

Una ráfaga de viento helado pasó a alta velocidad a solo unos centímetros de Wolf -las luces de los fluorescentes se encendieron-, cuando volteó a ver, se llevó la sorpresa de que una estatua de hielo estaba a punto de tocarlo. Hasta hacía unos momentos el gólem había podido moverse con libertad, pero ahora, se había congelado.

-Lamento llegar tarde, ¿necesitan ayuda? -preguntó alguien. Todos vieron en dirección a la voz. Uno de los libreros estaba roto, con pedazos de hielo cubriendo varias partes del suelo. Un chico con el cabello blanco estaba parado ahí, con una sonrisa muy confiada.

Las tres mujeres se mantenían sin hacer nada.

- ¿Quién eres? -preguntó Nash poniéndose en pie.

El chico de cabello blanco lo miró con cierta ira.

-Eres igual a él -dijo mirando al resto del grupo-. Me llamo... Gerart. Soy... digamos que, un conocido. Vine aquí porque me lo pidieron.

Wolf no acaba de comprender.

- ¿Quién te envió? -le preguntó.

-Conoces la respuesta a eso, Wolf. En realidad, todos ustedes la conocen. Es alguien -comenzó a la levantar su mano izquierda- exactamente -señaló- igual a él.

Nash se quedó paralizado. El rostro se le desencajó. Sabía de quién hablaban.

-Noa... -susurró.

Las tres mujeres comenzaron a moverse inquietas. En una acción que nadie se esperaba, abrieron sus bocas y el gritó de cientos de voces comenzaron a salir de ellas. Todas hablando a la vez. Todas desesperadas. Avanzaron a velocidad sobrehumana. En un instante ya estaban frente a Wolf, al que lanzaron fácilmente por los aires. Las tres sujetaron a Delant por los hombros y empezaron a sacudirla. Ella gritaba horrorizada que la dejaran, pero la ignoraban por completo.

- ¡Ayuda! -gritaba.

Wolf se levantó y trató de usar su habilidad, sin éxito.

Una ola de hielo brotó sin control hacia las tres mujeres. Una de ellas soltó a Delant y con una mano creó un campo de fuerza que hizo que el hielo se deshiciera en el suelo.

- ¿Cómo puedes usar tus poderes? -le preguntó Guelto.

Gerart lanzó otra ola de hielo.

-Cuando dejé de atacar, corran hacia sus amigos y sáquenlos de ahí -lanzó un rayo de hielo constante. Otra de las mujeres dejó a Delant y se unió a su compañera. El campo de fuerza se hizo más fuerte. El hielo comenzó a extenderse por el suelo-. Respondiendo a tu pregunta: Yo no tengo un poder, ¡tengo un don!

Wolf cayó en la cuenta de que él también tenía un don, que su conexión con el ser ancestral despertó por la estrella fugaz y que las habilidades metahumanas de electricidad las obtuvo con la explosión del Acelerador de Partículas.

-Prepárense -dijo Gerart, haciendo más grande el rayo de hielo-. Dejaré de atacarlas. ¡Ahora!

Guelto y sus amigos corrieron hacia donde estaban las tres mujeres. Una esfera de hielo las cubría por completo. Wolf no lograba encontrar una manera de entrar.

«Puedes usar mi poder» la voz ancestral lo tomó por sorpresa.

Wolf no lo pensó dos veces.

-Gracias -susurró. Un aura roja empezó a envolver su cuerpo, dio un paso atrás preparando su puño. De repente, una mano rompió el hielo y lo tomó del cuello. El aura desapareció. Lo levantó, llevándose consigo pedazos de hielo y lo arrojó muchos metros a lo lejos. La esfera explotó y se impactó con todos, mandándolos a rodar varios metros lejos de ellas. Solo una mantenía sujeta a Delant, cuyos ojos emitían un brillo blanco -estaba en una especie de transe-, mientras que las otras dos miraban a los jóvenes que les hacían frente.

-No podremos detenerlas -dijo Nash, sentándose en el suelo, al igual que el resto de sus amigos.

- ¿Por qué? -Wolf lo miró un poco desconcertado.

-El querer detenerlas sería como querer detener el destino mismo.

- ¿Qué quieres decir? -preguntó Jearel, apoyando los brazos hacia atrás.

-Ellas son Las nornas -dijo Nash solemnemente-. Las que tejen el destino en la mitología nórdica. Nada de lo que hagamos podrá detenerlas.

Wolf vio como el aura alrededor de Delant crecía. Su amiga ya no gritaba, parecía ya no estar asustada, pero tampoco le agradaba la idea de que le pudieran estar borrando la mente o lo que sea que le estuvieran haciendo, solo podía ver lo que pasaba, solo tenía que aceptar que eso estaba ocurriendo...

- ¡Eso es! -exclamó Wolf. Sus amigos voltearon a verlo- No tenemos que evitar que esto pase. Debemos dejar que pase.

- ¿Qué? -Dixan no lo entendía.

- ¡No creo que esa sea la solución! -gritó Neo desde la roca en la que estaba.

-Puede parecer que no -Wolf los miraba con ojos suplicantes-, pero es la solución. Deben confiar en mí.

-Yo lo hago -declaró Nash, levantándose y ayudando a su primo-. Siempre he confiado en ti y tus instintos.

-Está bien -dijo Guelto parándose.

El aura creció aún más. Todo se volvió blanco y por unos instantes se quedaron ciegos. Al recuperar la visión, el altar de piedra había desaparecido y Neo estaba parado al lado de sus amigos. Delant, por otro lado, miraba a sus amigos, parados frente a ella, con sus ojos emitiendo un brillo blanco y entonces como una onda expansiva:

«Al norte, más allá de los dioses, la última reliquia espera. Cayendo del hielo, el hijo de Neptuno ahogo encuentra»

Wolf sintió que la profecía no solo resonaba en todo el salón, sino también en el mismo tiempo-espacio. Algo en ese lugar le dada la sensación de que estaba conectado a cualquier momento del tiempo, que los libros a su alrededor eran los eventos transcurridos hasta ese momento... y que si quería podía regresar al pasado y cambiarlo por completo. Al poner la vista en Delant, sintió que se perdía en la infinidad del blanco resplandor de sus ojos, en aquel abismo infinito del que jamás saldría...

-Hey, Wolf. Reacciona -Nash lo había tomado del hombro y lo sacudía.

-Lo siento. ¿Qué pasó?

-Te quedaste parado viendo el vacío. Oh, por cierto, Delant está bien.

Todos estaban parados alrededor de Delant. Wolf se acercó y oyó lo que sus amigos le preguntaban:

- ¿Esa es una nueva profecía?

-Sí -contestó Delant abriendo las manos. La luz brotó de la nada y comenzó a arremolinarse en la palma de sus manos. Al poco tiempo cobró la forma de un ave, se volvió negra y Wolf se dio cuenta de que era un cuervo, un par de ellos en realidad.

-Son unos aretes -dijo Jearel sonriendo.

-De cuervos -agregó Nash-. El animal de Odín.

-Oigan, ¿dónde está Gerart? -preguntó Libz mirando alrededor. Cayeron en la cuenta de que el joven que los había ayudado ya no estaba; entonces, el laberinto comenzó a temblar, los estantes a caerse. Corrieron entre ellos sin saber a dónde exactamente. Vieron una luz y avanzaron hacia ella, cuando la cruzaron, habían salido de la biblioteca y la puerta se cerró con violencia tras ellos. Alguien la empujó desde adentro, era una chica a la que no conocían. La biblioteca estaba igual que siempre, era como si todo lo que pasó adentro hubiese sido solo parte de su imaginación.

Laztrasti: Academia | Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora