『Yasashisa No Ryuu』

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Noa miraba por la ventana del cuarto piso de la Iglesia. De repente, la palabra Laztrasti comienza a flotar de su cuaderno y se va por la ventana, hacia el cielo gris. La palabra se disuelve y el mundo recupera su color.

La iglesia.

La alameda.

El salón de serigrafía.

La cruz en casa de Mana.

Noa bajaba por las escaleras. Tras de él, Gerniel lo alcanza y caminan juntos. Mientras bajan, Rose aparece delante de ellos, entonces, se les une. Abren la puerta y Aicerf está sentada con una pila de hojas frente a ella.

Comienzan a hablar calmadamente.

Un par de minutos después, Aicerf se levanta, y levanta la voz. Gerniel agita dos hojas como haciéndole entender algo y Rose solo los mira. Noa sigue leyendo una hoja. Ahora los tres discuten puestos en pie. Las hojas están esparcidas por toda la mesa. Noa los ve un instante y luego mira por la ventana. El sol está comenzando a ser cubierto por las nubes.

Las escaleras.

Las mesas de la Iglesia.

El cielo gris.

Noa caminaba con la lluvia a su alrededor. Su paraguas lo mantenía seco. Al ir caminando por la Alameda, a su lado izquierdo, el rostro de Gerniel era proyectado en una pared. Le sonreía. Un par de pasos más allá, el rostro de Rose mirándolo con complicidad desde un árbol. Avanzó solo un poco más y Aicerf la cara de Aicerf aparecía proyectada en las gotas que el evadía, y le decía algo. Ignoró todo y en las sombras que se formaron en su rostro, bajo el paraguas, aparecieron sus tres amigos, hablándole.

Se detuvo y vio hacia el cielo. El sol comenzaba a verse y sus rayos le tocaron el rostro. A lo que él miró con cara de: «¿Es en serio?»

Un gran círculo de agua clara y limpia broto desde sus pies. La ciudad desapareció a su alrededor y se encontraba de pie bajo un espejo que reflejaba el cielo totalmente azul y lleno de nubes blancas que se movían rápidamente. Paraguas en mano, mochila al hombro.

La puerta del salón se abrió de golpe y Aicerf entró con paso resuelto y firme. Parecía ansiosa. Corrió hacia Noa y le tomó de la mano, tiró de él y salieron, mientras que Rose y Gerniel fueron tras ellos.

Los cuatro sentados afuera de la casa de Rose jugando ajedrez. Los cuatro parados viendo el horizonte desde el cuarto piso. Los cuatro bajando por las escaleras de la iglesia. Los cuatro riendo mientras caminan por la alameda. Noa se detiene y mira hacia otro lado, entonces, Aicerf le grita, los ve, les sonríe y se va con ellos.


-ChouCho

Laztrasti: Academia | Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora