Wolf
Los sueños se habían vuelto más vívidos desde que encontraron la primera reliquia. Más que sueños, parecían pesadillas, aunque en algunas ocasiones eran recuerdos, como el de ahora, por ejemplo.
Recordaba que aquel día había ido a revisar cierta información a la biblioteca de la Parroquia que quedaba cerca a su casa. Aunque tenía una muy buena conexión a internet, había escuchado rumores que decían que, en la biblioteca de ese lugar, en una zona restringida, había libros que no estaban en la internet y él quería comprobarlo. Era sábado por la noche, no creía que las cosas fuesen diferentes. El día anterior, su primo Noa lo había visitado, y por poco, mueren atropellados. Un enorme camión había surgido de la nada, cuando ellos cruzaban una calle, en la bicicleta de Wolf, sin embargo, nada pasó.
Empujó suavemente la reja y se sorprendió al darse cuenta de que estaba abierta. Caminó en dirección a la biblioteca. No había nadie más en la Parroquia.
«¿Por qué vine a esta hora?»
Era cerca de las once de la noche. Algo en su interior lo había incitado a ir a esa hora. Sabía que era posible que los perros lo atacaran, pero nada pasó. Al llegar a la puerta de la biblioteca, se detuvo y giró sobre sus pasos. Vio hacia la capilla que estaba varios metros a lo lejos y de repente escuchó un susurro que le decía: «Ven»
Sin pensarlo dos veces caminó hacia la capilla, que por alguna razón veía más oscura, a pesar de que las estrellas y la Luna brillaban radiantes en los cielos. Llegó a la entrada, en donde había unas escaleras que descendía unos cinco escalones, dejaba una pasarela hacia el pulpito que se encontraba muy por delante y a los lados, cientos de bancas, todas mirando hacia la cruz que estaba clavada en la gran pared blanca del fondo. Una cúpula de cemento se elevaba sobre la gran construcción, pero justo sobre el pulpito, había una única abertura por donde se metía la luz de la Luna, haciendo que la capilla adquiriera un brillo azulado. Caminó hacia el pulpito, subió por una escalera lateral y se paró bajo la luz. Elevó la vista y la vio. ¿Cómo no recordó que hoy sucedería ese grandioso espectáculo? La Estrella Fugaz atravesaba el cielo lentamente. Su luz pareció mezclarse con el de la Luna y se filtró por la abertura de la cúpula, bañándolo con su resplandor, entonces, le pidió, no a la Estrella Fugaz, sino a la Luna:
-Dame fuerza... -una imagen de su madre cruzó por su cabeza- Dame fuerza para poder... -levantó las manos tratando de alcanzar a la lejana Luna- Para poder protegerla.
La luz se volvió más intensa hasta el punto de hacer que el mundo se volviera blanco. Entre esa luz vio pasar algo, una sombra negra. Al seguirla con la vista se dio cuenta de que estaba en un pasillo. Frente a él había un grupo de jóvenes. Cayó en la cuenta de que era el día en que había explotado el Acelerador de Partículas. La escena delante de sí cambió. Ahora se encontraba rodeado de un grupo de jóvenes, todos mirando hacia el mismo lugar. Una Singularidad que amenazaba con tragarse el mundo y un rayo blanco girando en dirección contraria, tratando de detenerla.
«No. Por favor, no»
-Pudiste salvarlo -le susurró una voz ancestral.
-No -contestó Wolf-. No había forma en que pudiera haberlo hecho.
-Le mentiste -acusó la voz antigua-. Sí tenías un don, y no se lo dijiste.
-No -la desesperación en su voz-. En ese entonces y aún ahora, no sé qué eres. No sabía cómo entender tu poder.
-Yo nací por tu deseo, pero tienes miedo, miedo de usar mi poder, por eso lo perdiste. Por eso sus amigos sufrieron. Si me hubieses usado las cosas hubieran terminado de otra manera.
-Pero ya está de vuelta, él regresó.
- ¿Y crees que es así de simple? ¿Cuál será el precio a pagar por haberlo traído de vuelta? ¿Crees que por haber usado tecnología no habrá consecuencias? ¡No mereces mi poder!
Frente a Wolf unos ojos rojos lo miraban con rabia desde la oscuridad, entonces se abalanzó sobre él. Sintió como cortaba sus brazos y piernas. Como mordía su cuello haciendo que se desangre. Moría lentamente viendo a la oscuridad; y fugazmente pudo ver la silueta de su agresor. Parecía un lobo parado sobre sus patas traseras, unas garras enormes y el pelaje negro. El lobo se lanzó sobre su rostro y fue allí cuando despertó de un salto. El sudor frío recorría su frente. Su cuerpo estaba empapado de sudor. La luz de su habitación estaba apagada y frente a él una silueta. Una silueta que de pronto encendió la luz y dijo:
-Lo siento, primo -el joven también sudaba a chorros-. No podía dormir y necesitaba hablar contigo de algo, pero parece que tú también tienes tus propias pesadillas.
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Laztrasti: Academia | Libro 2
AdventureEl mundo cambió. Ya nunca más volverá a ser el mismo; y mientras que pensaban que las cosas ya no podían ir mal, todo empeoró cien veces más. Wolf debe de encontrar las reliquias perdidas, hacerle frente a una profecía y salvar a su primo en el proc...