Guelto
«Los héroes como tú no viven para siempre»
La sangre descendía lentamente por la escalera de la torre de piedra, encima del altar en donde yacía el cuerpo inmóvil de un ser humano. A su lado, había un hombre con un cuchillo en la mano derecha y un corazón aún latente en su izquierda. Su cuerpo estaba manchado con la sangre del sacrificio que había ofrecido y sentía que una energía misteriosa recorría todo su ser.
El cuerpo que veía era el suyo.
Él era el cuerpo inmóvil.
Guelto se despertó sudando frío y temblando, la pesadilla lo había molestado desde hacía dos meses, pero nunca la había sentido tan viva como en esta ocasión. Era como si algo en él estuviese despertando.
-Hijo... -dijeron del otro lado de la puerta; era su madre- vas a llegar tarde. Levántate.
-Gracias, Ma'.
Guelto vio su despertador y marcaban las siete de la mañana. Saltó de la cama y se alistó para salir. Corrió hacia el paradero, tomó un bus y llegó a Academia justo cuando cerraban las puertas.
«¿Qué es esta extraña sensación?» se dijo mientras que veía como el campus delante de él se iba quedando sin estudiantes.
Miró su reloj.
-Oh, rayos, ¡ya es tarde!
Al llegar al final de la escalera y doblar a la derecha vio a alguien de pie en medio del corredor, cerca al tragaluz. Llevaba puesta una especie de manta con capucha de color crema con tonos marrones, unos brazaletes de oro, así como collares y aretes en sus orejas y nariz, sobre su cabeza llevaba una especie de gancho con símbolos tallados en oro que sostenía su larga y oscura cabellera. El hombre era alto, midiendo casi dos metros, llevaba el pecho desnudo con un tatuaje de dragón recorriendo su musculoso cuerpo y un taparrabos que apenas le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas.
Guelto parpadeó un par de veces y el hombre seguía ahí. Cayó en la cuenta de que era el mismo hombre que había visto en sueños. El que tomaba el cuchillo y le abría el pecho, arrancándole el corazón.
El hombre corrió hacia él y Guelto activó su habilidad. Sus manos se volvieron garras, y sus ojos se volvieron felinos. Corrió un poco y saltó contra una pared, tomó impulso y se impactó contra el hombre, que retrocedió un par de metros.
Dentro del salón los amigos de Guelto conversaban de lo habitual que se le había vuelto llegar tarde. De repente la puerta se abrió de golpe y contra la columna se impactó el cuerpo de un joven.
- ¡Guelto! -gritó Delant.
Todos sus amigos se levantaron de un salto.
Libz levantó las manos y un mini tornado sacó del salón al hombre, mientras que Jearel y el resto corrían hacia su amigo.
- ¿Quién es el sacerdote? -preguntó Wolf.
-Es azteca -añadió Nash.
- ¿Una reliquia? -preguntó Dixan, sosteniendo a Guelto para que se levantara.
- ¿En Academia? ¿En serio? -añadió Neo irónicamente.
El sacerdote caminó de nuevo hacia la puerta. Sin decir palabra alguna levantó ambos brazos. La tierra comenzó a temblar; el mundo perdió su vida. Sus compañeros de clase que habían permanecido inmóviles -como paralizados en el tiempo- volvieron a moverse.
- ¿Qué ocurre? -preguntó Stefbel poniéndose de pie.
Los demás comenzaron a moverse de manera errática. Temblaban y ponían un pie delante del otro, torpemente. Sus miradas carecían de vida y su piel era gris -como el resto del entorno-, entonces, notaron a Stefbel. Antes de que ocurriera algo, Dixan supó lo que iba a pasar y lanzó un rayo de luz hacia una de sus compañeras que se había lanzado contra su amiga.
- ¡Stefbel! ¡Ven aquí! -gritó. Ese fue su error. Los demás lo escucharon y también se abalanzaron hacia el sonido. Jearel dio un paso adelante y una tormenta: viento y granizo, azotó el interior del salón enviando a todos sus compañeros hacia la pared del fondo, salvo a la única amiga que parecía estar bien.
-Gracias -dijo Stefbel una vez cerca del grupo.
-Se están poniendo de pie -el miedo era claro en Delant.
-Tenemos que salir de aquí -propuso Wolf-. Yo derribaré al sacerdote, ustedes ocúpense de llevar a Guelto a un lugar seguro.
Con un estallido eléctrico hizo retroceder al sacerdote, dándole tiempo a sus amigos para salir, mientras que toda la horda salía a un par de metros detrás de ellos.
Guelto recuperó la conciencia.
No sabría decir si lo que vio fue solo producto del duro golpe que había recibido, pero todo encajó a la perfección: Las puertas de los salones abriéndose de golpe, otros estudiantes siendo atacados y algunos empapados con sangre. Todos muertos, abalanzándose contra lo que podían, entonces, la carrera por sus vidas comenzó.
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Laztrasti: Academia | Libro 2
AdventureEl mundo cambió. Ya nunca más volverá a ser el mismo; y mientras que pensaban que las cosas ya no podían ir mal, todo empeoró cien veces más. Wolf debe de encontrar las reliquias perdidas, hacerle frente a una profecía y salvar a su primo en el proc...