62. Cubierto por las aguas: Me levantaré

10 0 0
                                    

Nash


Nash lo sabía.

Sabía que su primo estaba muerto y que los amigos de Noa no eran sus aliados. Era como si Noa tratase de forzar la profecía por alguna razón. Sí, esa parte de la profecía no se había estudiado de ninguna forma, pero ¿qué podría significar? Las profecías tenían la capacidad de volver locas a las personas. Por lo general, mientras más vueltas le dabas o tratabas de evitarlas, peor se volvían y más rápido te dirigían al punto en el que no querías estar.

-Nosotros no somos sus aliados -dijo Gerart.

Nash sabía que tenía razón. Ellos no lo eran.

-Pero... -continuó Gerart. Se giró hacia Nash y le dijo-: Si hay algo que podemos hacer es... ¡Detendremos a Tártaro ¡Ustedes encárguense del Rector!

Los amigos de Noa comenzaron a atacar al dios, y aunque, sus ataques lo dañaban, parecían no ser suficientes. Algo faltaba. Alguien.

- ¡Eso es! -exclamó Nash, viéndolos.

-Así que tú eres Nash -dijo alguien caminando por su lado. Una joven con unos jeans, polo blanco y una sudadera negra caminó de frente, mientras sonreía de oreja a oreja.

Más jóvenes llegaron con él. Personas a las que Nash sintió conocer de algún lado. Nash se fijó especialmente en uno que llevaba lentes, era de piel blanca, con barba y unos lentes negros con montura. Había algo en él que se le antojaba familiar.

-Es de los recuerdos de Noa... Él puede. ¡Sí! ¡Él puede!

Una onda expansiva. Tártaro dio un par de pasos hacia atrás, parecía cansado de tanto ser atacado.

«¡No son capaces de detenerme, mortales!»

-Quizá no ellos, Tártaro -dijo el joven que había caminado cerca de Nash-, pero sí los Aliados. ¡Los que se encontraron con el ente espiritual de una reliquia, conmigo!

Brig, Noa, Gerniel, Faen, Mabel y Baed se acercaron a él. Todos alineados al lado del otro. Ojos brillando en blanco, agua blanca, fuego azul, aire verde, un cuerpo hecho de diamantes, un soldado espartano y, por supuesto, rayos. Nash cayó en la cuenta de algo, la profecía se refería a ellos, a que ellos eran sus propios aliados. No a que ambos grupos se unirían para detener al Rector.

- ¿Y bien? -dijo Noa- ¿Cuál es el plan, Luen?

Luen les sonrió y dijo:

-Creo que ya saben cuál es.

- ¡Vamos! -exclamó Gerniel corriendo con el resto de sus amigos.

Tártaro lanzó su último ataque.

Una onda de energía tan negra como la noche misma, sin éxito.

Al agua, aire y fuego aparecieron como un huracán a su alrededor. Tres dones elementales con colores totalmente diferentes a los que eran con normalidad. Hiriéndolo, quemándolo, cortándolo. Los diamantes brotaron de lo qula membrana que componía el suelo, tan grandes, que no solo hirieron sus talones y piernas, sino que lo inmovilizaron temporalmente. De repente, los elementos se detuvieron y un rayo psíquico de color marrón brotó de las manos cerradas de Brig, que se impactó contra la cabeza del dios, confundiéndolo. Baed, se acercó lo suficiente y su espada se convirtió en una lanza, la cual arrojó con todas sus fuerzas, impactándose contra el costado del primordial.

-Mi turno -dijo Luen, echando chispas.

Los rayos comenzaron a cobrar forma, una forma filosa hasta convertirse en...

Laztrasti: Academia | Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora