47. Ni por un momento

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Mary Feat. Ángela

«Yo nunca cambiaría lo que siento dentro, ni por un momento»

La letra de la canción que acababa de escuchar decía eso. Esa canción la hacía sentir nostálgica, como si algo le faltara... No estaba segura de lo que ocurría con ella y con las pesadillas que la atormentaban cada noche: Se encontraba parada dentro de un cuarto lleno de monitores de computadoras junto con Ángela, y alguien frente a ellas, diciéndoles algo. No llegaba a verle el rostro, pero se le antojaba familiar. Entonces, la puerta tras de él se abría y el agua la sumergía en la más completa oscuridad, era en ese momento cuando se despertaba con gotas de sudor cubriendo su rostro.

-Mary, ¿estás bien? -le decía Ángela, tomándole de la mano.

-Sí... no, no lo sé -miró por la ventana que daba al exterior del Salón Principal de la Iglesia.

-Te estás comportando de manera extraña, sabes.

- ¿De qué hablas? -Mary seguía sin verla a la cara.

- ¡Sabes de qué estoy hablando! -Ángela dio un paso y se paró al lado de ella, viendo su rostro de perfil- Tienes pesadillas de algo... lo sé...

Mary comenzó a temblar ligeramente.

-Lo sé -volvió a repetir Ángela-, porque a mí me pasa lo mismo desde hace meses.

Por fin, Mary pareció reaccionar. Su amiga, al igual que ella, tenía una expresión de nostalgia. Supo de inmediato que le sucedía lo mismo, y fue allí que decidió contarle sus sueños. Una vez que terminó, Ángela dijo:

-Yo tengo la misma pesadilla y tampoco puedo ver a esa persona.

Alguien entró por la puerta de emergencia. Ángela vio como varios de sus amigos se ponían de pie. La mano de Gerart quedó cubierta de una capa gruesa de hielo.

-Buenas noches -dijo la persona que acababa de entrar.

-No eres bienvenido aquí -dijo Gerart antes que nadie.

- ¿Quieres hacer esto ahora? -preguntó el joven- Solo vine a DALEC a ver a mis viejos amigos...

-No somos tus amigos.

El joven ignoró por completo al resto de jóvenes que lo miraban con ira; caminó resueltamente hasta donde estaban Mary y Ángela y las saludó:

-Buenas noches, chicas.

-Ervin, ¿ocurre algo?

-No lo sé, Mary -le contestó-. De repente se comportan así sin ninguna explicación, sin embargo, no me malentiendan, esto es lo mejor.

Esas palabras despertaron en Mary un recuerdo... algo que sentía, había olvidado: La imagen de estar parada en un cuarto lleno de computadoras y pantallas, con Ángela a su lado...

Era la pesadilla que se hacía presente en ese momento. La persona parada frente a ella no hacía más que verlas con tristeza. El agua brotó desde la puerta ubicada tras del joven y comenzaba a llenarlo todo, entonces, Mary pudo leer sus labios que pronunciaban: L-O-S-I-E-N-T-O.

Ángela apretó el brazo de Mary mientras que Ervin las miraba con una sonrisa.

-Bien -dijo Ervin parándose de lado-, creo que esto será suficiente. Nos volveremos a ver, chicas.

Ervin caminó hacia la puerta de emergencia y desapareció tras ella. Mary comenzó a temblar sin control.

-Ya lo recuerdo.

Mary corrió hacia la puerta por la que acababa de salir Ervin, con Ángela corriendo detrás de ella. Bajó las escaleras y llegó a la calle. Al mirar hacia ambos lados no llegó a encontrarlo.

- ¿Qué pasa? -preguntó Ángela, respirando agitadamente a su lado.

Mary miró hacia el cielo. La luna ya había salido.

-Ese día -dijo Mary-, lo que debía de haberle dicho... lo que estaba pasando... yo siempre lo supe.

Mary se giró hacia Ángela con los ojos llenos de lágrimas.

-Mary -Ángela trataba de tranquilizarla-, yo también olvidé lo que pasó aquel día. Fue el Rector el que nos hizo olvidar y Ervin lo supo todo el tiempo y no nos dijo nada. No solo nos traicionó a nosotras, sino a todo el grupo.

-Yo ya sabía que Brig estaba desaparecida desde hace tiempo... yo creí que solo había sido un sueño y cuando lo confrontamos ese día... lo que hizo... fue para protegernos. Él está de nuestro lado... y el venir hoy y decirnos lo que nos dijo fue para...

-No, Mary -Ángela no le creía-, lo que acaba de hacer fue solo para confundirnos.

-No lo entiendes -Mary se alejó un poco de ella. El resto de jóvenes salió de la Iglesia, observando la escena-. Ninguno de ustedes lo entiende. Ángela, en el último momento, él se disculpó... pero no me creerás... Ya lo entiendo. Es parte de su plan, él lo sabe. Sabe que Ervin no le sirve al cien por ciento y aun así, está confiado en que ganará.

Laztrasti: Academia | Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora