17. El hijo de Júpiter

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Wolf

«¿Qué rayos hago aquí?»

Wolf sabía que escogerían a alguno de sus nuevos amigos como uno de los representantes, pero no a él. Era Dixan quien tenía la reliquia. ¿Qué planeaba el Rector?

«El último en quedar en pie, pondrá a la cabeza a su Gremio. Es una pelea de todos contra todos»

El mensaje por los altavoces era cortó y conciso. De pronto, el sonido de una bocina dejó sordos -momentáneamente- a todos. No se dio cuenta de lo que pasaba hasta que una roca lo golpeó haciéndolo rodar varios metros hacia atrás.

«¿Qué rayos?»

Se concentró en observar lo que pasaba frente a él y vio como tres jóvenes se atacaban mutuamente. Rocas volando de un lado a otro. Ráfagas de aire a alta presión. Unas llamaradas de fuego de color verde. Cayó en la cuenta de que el sonido de la bocina había marcado en el inicio de la pelea. La ira comenzó a bullir en su interior.

«Acábalos» La voz ancestral susurró a sus oídos.

-Eso haré -susurró.


Desde lo alto del edificio en el que estaba Libz y sus amigos, Nash pudo ver como el polo del joven al que Wolf acababa de atacar, estaba rasgado y un ligero chorro de sangre brotaba de su pecho.

-No dejes que te controle -susurró. La persona que estaba a su lado dio un respingo.

-Pensé que no habías llegado -le dijo Guelto.

-Lo hice cuando los relojes comenzaron a brillar, pero eso no importa ahora.

- ¿Cómo fue que tu primo hizo eso?

-En las noticias salió que una bestia había estado atacando autos y dañando las calles, cerca a donde vive Wolf. La verdad es que la primera vez que te vi cambiar, pensé que eras tú quien había hecho eso, pero hace un par de noches...

Wolf saltó sobre otro de los jóvenes, pero una llamarada de fuego lo alejó. Estaba a cuatro patas. Como lo haría un lobo al cazar.

-Me estás diciendo que pensaste que era yo quien hizo todo eso -Guelto miraba a Nash, incrédulo-, pero que hace un par de noches descubriste que era Wolf quien había causado todo. ¿Cómo lo hiciste?

-Tiene un tipo de sonambulismo consciente. Es raro de explicar. Hay algo dentro de él, algo salvaje. Pude hablar con eso y me dijo algo que... no acabo de entender.

- ¿Y qué es?


Wolf sentía que su cuerpo ya no era suyo. Podía verse a sí mismo corriendo a cuatro patas. Era como si él solo fuese una proyección astral que seguía a un cuerpo que ya no era suyo, entonces comprendió lo que pasaba. Aquella voz ancestral era quien ahora controlaba su cuerpo. La noche anterior había tenido un sueño extraño. Soñó que esa voz ancestral había hablado con Nash en una calle cercana a su casa. El ente había usado el cuerpo de Wolf como un medio para comunicarse y cuando Nash le preguntó qué era lo que quería, la entidad había dicho:

«Lo que yo quiero proteger no es lo mismo que Wolf quiere proteger»

-Dime qué es lo que quieres -soltó Wolf hablándole a la criatura que usaba su cuerpo.

-Es algo que tú no puedes hacer.

-Devuélveme mi cuerpo.

-No. Ahora me pertenece.

- ¡No! -gritó Wolf.

Se lanzó sobre su cuerpo y este dejó de correr a cuatro patas. Una explosión de llamas oscuras y electricidad golpeó a los otros jóvenes. De pronto, se vio parado en un espacio negro. Frente a él había un lobo parado en sus patas traseras. Un aura plateada como sus pelos lo rodeaba.


«¿Qué es eso?»

El Rector se había levantado de su silla, y ahora miraba fijamente a Wolf. Luego, sonrió como cayendo en la cuenta de algo. Como si supiera qué era aquello que le pasaba.

«Ya veo. Por fin despertaste»


Desde el piso en el que se encontraba, Nash miró hacia arriba.

«¿Está sonriendo?» logró distinguir al Rector mirando la pelea que se desarrollaba en el campus y le pareció ver una ligera sonrisa.


El cuerpo de Wolf se tambaleaba en el campus. Los jóvenes con los que había estado peleando se iban poniendo de pie.

En el campo oscuro una onda expansiva se aproximaba peligrosamente a Wolf. Los rayos empezaron a rodearlo y la explosión eléctrica logró detenerla.

-Dime ¿por qué haces esto?

-Porque es algo que tú no puedes hacer.

-No lo entiendo. ¿Qué no puedo hacer?

-Lo que tú quieres proteger no es lo mismo que yo quiero proteger.

- Lo único que pedí la noche de la estrella fugaz fue fuerzas para poder protegerla. Y lo he podido hacer... gracias a ti. No entiendo qué es lo que deseas ahora.

La entidad miro fijamente a Wolf. Por un instante creyó ver cierta nostalgia en sus ojos, luego, solo ira.

-Te devolveré tu cuerpo, por ahora.

-Gracias, pero dime, ¿quién eres?

El lobo plateado comenzó a desvanecerse como humo al viento. Clavó la vista en Wolf una última vez y dijo:

-Ni yo mismo lo sé.


Los jóvenes que habían estado peleando contra Wolf avanzaron hacia él con sus poderes activados. Lo atacarían mientras no era consciente de lo que pasaba a su alrededor.

Ya solo faltaba un metro.

Una llama verde estalló en la mano de uno de los jóvenes. Cuando estaba a punto de impactarse contra la cara de Wolf, este detuvo el ataque con una de sus manos. Sus ojos brillaban con una chispa eléctrica irreal. Su cuerpo era rodeado por electricidad, pero era diferente a la que alguno hubiese visto antes. No era blanca, al contrario, era negra. Unos rayos negros que iban cubriendo todo el campus poco a poco.


Jearel observaba a Wolf cubierto por la electricidad. Sus ojos le recordaron los suyos cuando usaba su habilidad. Ahora, viendo como Wolf era rodeado por toda esa electricidad, se le vino a la cabeza la primera frase extraña que había dicho Delant desde el momento en el que obtuvo sus poderes.


Cuando la electricidad se despejó, los jóvenes contra los que Wolf había peleado se encontraban desmayados en el suelo del campus. El silencio en el ambiente no hizo más que incrementar el suspenso que se sentía.

«¿Qué rayos pasó?»

Al mirar a su alrededor cayó en la cuenta de que había ganado la pelea. Sin embargo, no recordaba nada de lo que acababa de pasar. Solo una voz que susurraba constantemente en sus oídos una frase que, para él, no tenía sentido:

- Tú eres El hijo de Júpiter.

Laztrasti: Academia | Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora