Wolf
Los estaba felicitando, pero su desprecio era claro.
-Lo han conseguido mis jóvenes de la profecía. Ahora permítanme tomar lo que me pertenece.
Las reliquias se envolvieron en esferas de agua y llegaron rápidamente al Rector, en donde se mantuvieron suspendidas girando a su alrededor.
Todos, salvo Jearel, usaron sus poderes, pero otra ola brotó desde el mar, tomó la forma de siete manos y sujetó del cuello a todos los que pudo, elevándolos.
Wolf se sentía impotente, miró a la única otra persona a la que las manos no habían atrapado. La única que llevaba todavía su reliquia: Jearel.
«¿Qué está pasando?»
-Si explico la parte de Jearel, empezarás a entender -le dijo el Rector, como leyendo sus pensamientos.
- ¡Ya tienes las reliquias! ¡Tienes las llaves de Las Puertas! ¡Ahora déjanos! -le gritó Nash, liberándose del aprisionamiento.
Jearel no se movía. Miró a sus amigos, que forcejeaban por liberarse, luego se alejó de ellos y se acercó al Rector.
-A callar Nash -ordenó-. Jearel te traicionó, Wolf.
El día en que fueron a Megaplaza se hizo más claro en su cabeza. Cuando Jearel llegó a ellos diciendo que el Rector había aparecido y que no pudo hacer nada. Era mentira. Ella le había informado de su posición. Todo iba tomando forma en la cabeza de Wolf. Ella los había traicionado, ella era la culpable de que...
-Siempre lo supimos -dijo Nash, usando unos látigos de agua blanca para cortar las manos que mantenían sujetos a sus amigos, que cayeron respirando con dificultad.
Wolf estaba confundido: «¿Cómo que ya lo sabían?»
-Al principio no quisimos creerlo, pero luego comenzamos a notar cosas, que decía o hacía; cosas que nos resultaban extrañas.
El Rector parecía ligeramente sorprendido.
- ¿Desde cuándo lo sabes?
-Para ser honesto -Nash estaba siendo casual, y se acercaba a sus amigos, uno por uno. El agua blanca que brotaba de sus manos los ayudaba a respirar mejor-. Desde siempre. Es nuestra amiga después de todo.
- ¡Sabes que no hablo de eso, Nash! -el Rector estaba claramente furioso.
-Lo sé desde el incidente en el centro comercial -Nash lo miró como diciéndole: «No levantes la voz o ya verás», luego agregó: -Cuando nos quitaste cobardemente nuestras reliquias.
- ¿Cobardemente? No, hijo de Neptuno, eso no es cierto. Solo tomé lo que por derecho es mío...
- ¿Por derecho? -Wolf se metió en la conversación echando chispas, literalmente- ¿Tú peleaste contra los guardianes? ¿Tú sufriste, acaso, como alguno de nosotros? No, tú solo esperaste a que nosotros encontráramos las reliquias para quitárnoslas.
El Rector estiró su mano izquierda hacia Jearel.
-Querida, dame tu reliquia.
Ella miró a sus amigos. Ellos le devolvieron la mirada. En sus ojos no había ira. Wolf no entendía como podían actuar de esa forma. Él nunca había tenido amigos así... en realidad, él no había tenido amigos que llegaran tan a fondo como lo hacían los amigos de Nash.
Jearel se quitó el brazalete de su muñeca y se lo dio.
-Aquí tiene.
-Muy bien. Ahora, las tengo todas. Solo falta una pequeña cosa.
- ¿Qué? -Wolf escupió la pregunta.
-Exacto, solo faltas tú, Wolf. ¿No lo recuerdas? La parte de la profecía que habla de ti, pero no me refiero solo a la segunda parte, sino a: "Las puertas de Alejandría una vez más se abrirán, y el alma del guardián las reliquias tomarán." Por la expresión de tu rostro supongo que recién lo empiezas a entender. Sí... es exactamente eso.
Wolf sintió que se le revolvía el estómago. ¿Cómo era posible que no lo pensara antes? Las reliquias por sí mismas no abrirían Las puertas de Alejandría, se necesitaba algo más... y ese algo, era su alma.
-Ahora, es momento de ir a casa -El Rector tocó su oreja y dijo-: Ervin, ya no tengo nada que hacer aquí.
«Muy bien, señor»
La sensación que sentía en el estómago aumentó. ¿Qué acaso Ervin no era amigo de Noa? Ahora que lo pensaba mejor, no había hablado con su primo de nada. La última vez que lo vio o supo de él, fue cuando se fueron al Seminario de su Iglesia.
«¿Qué acaso Noa no sabe nada de lo que ocurre con el Rector?» se preguntó, «No, eso no es posible. Claro que lo sabe. Sus amigos debieron decirle lo que pasaba, ¿no?»
Una ola brotó desde el mar y se los tragó a todos.
Los envolvió en un remolino que poco a poco los hundió en la profundidad.
Para cuando Thomed despertó, estaba en su cama, completamente solo y recordando claramente todo.
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Laztrasti: Academia | Libro 2
AdventureEl mundo cambió. Ya nunca más volverá a ser el mismo; y mientras que pensaban que las cosas ya no podían ir mal, todo empeoró cien veces más. Wolf debe de encontrar las reliquias perdidas, hacerle frente a una profecía y salvar a su primo en el proc...