Nash
Nash no estaba preparado para verlo.
Aquel portal rectangular lo había llevado hacia un enorme glaciar, cercano al polo norte. El aire gélido les heló hasta los huesos, pero no tanto como cuando le dijeron que esta vez la reliquia que encontrarían sería la de él.
- ¡Debemos de abrigarnos! -exclamó Wolf.
-No hay problema conmigo -Delant cerró los ojos y el par de aretes de cuervo que llevaba consigo adquirieron un brillo blanco. Un aura la rodeó y su cuerpo se destensó. Guelto activó su poder metahumano y su cuerpo cambió mucho más que en cualquier otra ocasión. Sus orejas se volvieron felinas, al igual que sus ojos. Sus manos en garras, y sus ojos se dilataron, volviéndose unos aros negros contrastando con el verde.
- ¿Qué acaban de hacer? -preguntó Nash, un poco confundido.
-Estamos usando nuestros poderes para poder estar abrigados -explicó Delant-. Estoy conectada con los nórdicos, así que soy capaz de aguantar el frío.
Un aura negra rodeó a Wolf, luego comenzó a volverse más fina, hasta que casi se volvió imperceptible.
- ¿Y eso?
-El ente antiguo en mi interior dijo que usara su poder.
-Nash, ¿y tú? ¿no sientes frío? -preguntó Guelto.
-No. No sé cómo explicarlo, pero no me afecta.
El sonido de un bloque de hielo enorme desprendiéndose los asustó. Por alguna razón, ese momento activó algo en la cabeza de Nash, algo que, hasta ese momento, se había esforzado por ignorar.
«¿Quién es Thomed? Y si eres alguien importante para mí ¿por qué te olvidé?»
La respuesta a esas preguntas estaba parada a una decena de metros delante de ellos, envuelto con un aura negro-azulada. En su mano izquierda llevaba una espada de doble filo hecha de hielo. Estaba más pálido que de costumbre y sus ojos marrones claros ahora eran de un color dorado. Detrás de él, un caballo completamente negro con los ojos rojos, miraba a Nash y sus amigos, inquieto.
Thomed se lanzó contra ellos. El caballo desapareció como si se moviera a alta velocidad. Nash escuchó como sus amigos gritaban detrás de él, pero no les prestó atención; ahora solo podía concentrarse en la persona que venía súper rápido hacia él.
Se cubrió con una columna que hizo brotar desde el suelo. Recordó claramente quién era Thomed y todo lo que pasó el día en que salieron a almorzar.
- ¡Thomed, reacciona! -le gritó.
Thomed lo ignoró.
Con un movimiento de su espada convirtió la columna de agua en hielo. Con otro movimiento casi corta a Nash que retrocedió de un salto. Recién ahí notó que su primo y amigos no estaban.
- ¡Dónde están! -exigió saber.
La voz con la que le contestó era la misma de siempre y eso fue lo que erizó la piel:
-Pensé que eras el que sabía todo de todo, Nash.
De un salto, Thomed se puso a una distancia en la que podía atacar a Nash. Lo golpeó en el pecho con la parte plana de su espada, sacando el aire de sus pulmones -Nash cayó al suelo-, después lo pateó y mandó a rodar varios metros.
-Dime, ¿al menos tienes idea de qué cultura es esta?
A pesar del dolor que sentía Nash lo consideró por un momento.
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Laztrasti: Academia | Libro 2
AdventureEl mundo cambió. Ya nunca más volverá a ser el mismo; y mientras que pensaban que las cosas ya no podían ir mal, todo empeoró cien veces más. Wolf debe de encontrar las reliquias perdidas, hacerle frente a una profecía y salvar a su primo en el proc...