14. Ojos que acechan desde la oscuridad

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Nash


Lo que su primo le acaba de contar le parecía terrorífico. Un lobo lo acusaba en sueños. Lo atacaba y mataba. ¿Debería contarle lo que había soñado o debería guardárselo?

- ¿Y qué soñaste tú? -le preguntó Wolf, sacándolo de sus pensamientos.

-Desde que llegué a este mundo he tenido una pesadilla recurrente: «Me encuentro parado sobre una pequeña porción de tierra que está flotando sobre un inmenso océano. El sol está radiante y me siento feliz. De repente, la tierra se fragmenta y caigo al agua. Sé nadar, pero eso no evita que me hunda con suma rapidez. A cada segundo que pasa llego más profundo; hasta donde los rayos de sol no pueden tocarme, y entonces, todo es negro. No veo nada en absoluto. Todo es tan silencioso, tan vacío. Entonces, un enorme ojo de color amarillo brillante se abre. En comparación a él yo solo mido unos cuantos centímetros, pero ese ojo mide miles de metros. Su pupila es como de un lagarto. Es ahí donde pienso que, si el ojo es tan grande, cómo será el resto de cuerpo... Cuán grande serán sus dientes... y la facilidad con la que podría devorarme. No me toma mucho tiempo averiguarlo. La criatura abre su boca y me traga entero.» Es allí cuando me levanto gritando. No sé qué es esa cosa, pero le tengo un miedo terrible.

Wolf mira a su primo y no sabe qué decirle. Nash por su parte solo guarda silencio.

-Perdona. Debes de estar cargando con muchas cosas como para preocuparte con las mías -le dijo Nash.

-No -contestó rápidamente-. Al contrario, gracias por escucharme también. Ahora descansa, en unas horas amanecerá y creo que necesitamos dormir, solo espero que sin pesadillas.

-Descansa, Wolf.

Nash salió del cuarto de su primo apagando la luz. Pronto todo quedó sumido nuevamente en la oscuridad. Caminó hasta el cuarto donde estaba su cama, se cubrió con las sábanas y casi al instante se durmió. No se percató de que algo con ojos amarillos lo miraba desde la parte más alejada de la habitación. Wolf, por su parte, tampoco notó que por la ventana que daba al exterior de su cuarto, un ente parado sobre sus patas traseras y ojos brillando en rojo sangre lo observaba, con una ira que solo iba en aumento.

Laztrasti: Academia | Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora