Lex
«Mi vida en tu presencia se ha vuelto la aventura que tanto soñé. He encontrado en ti, la razón de mi existir»
El Rector.
Academia.
Jóvenes metahumanos perdiendo el control y una conspiración para atraparlos. La información se arremolinaba en la cabeza de Lex una tras otra. No sabía qué era lo que planeaba el Rector con todo eso, pero de algo no había duda. La Sociedad Pastoral estaba de su lado, por alguna extraña razón.
-Buenas noches. Pueden sentarse -dijo el Rector mirando desde arriba del escenario-. Es para mí un placer estar con ustedes esta noche. Seré breve, cada uno de los presentes está invitado a participar de Academia, sea un metahumano o no. Una vez terminada la fogata, al regresar a sus cabinas encontrarán un reloj que deberán usar hasta Abril. El día de la selección de Gremios. Espero poder verlos a todos -su mirada se detuvo en Lex y sus amigos-, sin excepciones. Pueden retirarse.
La cena terminó sin incidentes.
-La fogata comenzará en quince minutos -anunció un Pastor, sonriendo amigablemente a todos.
Lex se paró y caminó hacia donde se encontraban los juegos de esparcimiento: Dos resbaladillas, dos columpios y una serie de túneles de diferentes colores. A solo unos metros de eso, un gran cúmulo de troncos y ramas de diferentes tamaños era acomodado por los líderes.
-Bonita noche para una fogata -dijo alguien arriba de él. Cuando Lex se giró, vio que el Rector estaba de pie sobre el mirador que estaba unido a las resbaladillas. Lex no se guardó nada y le preguntó:
- ¿Qué pretende? ¿Qué espera lograr capturando a todos esos metahumanos que tienen ocultos en algún lugar del campamento?
-Interesante -le contestó el Rector sin agregar nada más.
- ¿Eso es todo? -Lex se alejó de la resbaladilla para poder verlo mejor- ¿Quién es usted?
-Te sorprendería saber la respuesta a eso, Lex.
- ¿Cómo sabe mi nombre?
-Sé el nombre de cada uno de tus amigos: Nimzaj, Aicerf, Bry, Matt, Sueffer, Xander, Joar, Deys, Baed, Faen, Gerniel. Sé que Luen y Gerart están en el extranjero, también conozco a Brig, Mabel, Noa, Mana y ese chico que estuvo cuando el Acelerador explotó, Wolf. Yo lo sé TODO de ustedes. Sé que algunos ya no se congregan, también sé que todos los que nombré son metahumanos, aunque sus habilidades son muy diferentes a las que muchos poseen ahora. Ustedes tienen dones no habilidades. Es por eso que son tan especiales para mí, es por eso que me pertenecen.
-No puede saberlo todo... Si así fuera, usted sería...
-Omnisciente.
Los chicos comenzaron a salir del comedor. Caminaban hacia donde se llevaría a cabo la fogata.
-Ya no te queda tiempo, Lex. ¿Alguna otra pregunta que desees hacerme?
Lex lo miraba incrédulo. No le podía ver bien el rostro, pero sabía que sonreía. A lo lejos pudo distinguir que sus amigos corrían hacia él. Se habían percatado de que el Rector y él estaban hablando.
- ¿Cuál es su plan?
Obviamente era una pregunta tonta, sabía que el Rector jamás se la contestaría, pero se sorprendió cuando oyó lo siguiente:
«Siete elegidos responderán al llamado.
Con tormenta o con agua, el mundo se rodeará.
Las puertas de Alejandría una vez más se abrirán, y el alma del guardián las reliquias tomarán.
Un juramento que mantener con un último aliento.
Los aliados separados, juntos por el tiempo»
El resto de los RJ llegó en el momento justo en el que el Rector recitaba la profecía, pudieron oírla completa y de repente, Lex sintió que algo mucho peor se avecinaba. Peor que las desapariciones de metahumanos, peor que el sufrimiento que experimentaron tiempo atrás. Sintió que el Velocista al que derrotaron el año pasado no era nada comparado con lo que se avecinaba.
-Hasta pronto, jóvenes -dijo el Rector bajando del mirador y caminando entre ellos.
El mar de jóvenes que llegó hizo que lo perdieran de vista, pero una cosa había quedado clara, él iba ganando.
Las llamas de la fogata se agitaron. El sonido de la guitarra -la adoración que cantaban- era perfecta con la noche. Lex abrió los ojos y notó que tanto los pastores, líderes y camperos tenían los ojos cerrados, no podían ver al águila de luz que descendía hasta posarse a solo centímetros de las llamas. Notó que tenía la vista clavada en Mabel. Lex estuvo a punto de levantar la voz para advertirle, pero ella abrió los ojos y pudo ver al águila. El cuerpo de Mabel comenzó a cambiar, sus brazos, rostro y piernas comenzaron a volverse de cristal... No, eso no era cristal y Lex lo sabía, su cuerpo ahora era un diamante. El águila se acercó a ella y la atravesó, al hacerlo se fragmentó en cientos de rayos de luz que se perdieron en la oscuridad del cielo. La canción terminó y todos abrieron los ojos. Era la hora de otro testimonio.
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Laztrasti: Academia | Libro 2
AdventureEl mundo cambió. Ya nunca más volverá a ser el mismo; y mientras que pensaban que las cosas ya no podían ir mal, todo empeoró cien veces más. Wolf debe de encontrar las reliquias perdidas, hacerle frente a una profecía y salvar a su primo en el proc...